Estos días hemos visto cómo la Cámara de Representantes ha defenestrado a su presidente, el republicano McCarthy. El empujón se lo dio un compañero de filas, Matt Gaetz, quien impulsó la votación entre rumores y sospechas de que McCarthy habría pactado, en secreto, con Biden mantener la financiación a Ucrania, pasando por encima del criterio de los republicanos, que quieren poner fin de manera inmediata a lo que consideran un derroche de miles de millones de dólares injustificado. 

Se habla de Trump, también de Jim Jordan, como el favorito para tomar el relevo en una votación que tendrá lugar, con toda probabilidad, el próximo miércoles. 

Sin embargo, no se habla de lo que sucedió el pasado día 28, justo en la antesala del fin de semana que pospuso el cierre técnico de la Administración norteamericana durante 45 días. 

Ese jueves, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó su proyecto de ley anual para gastos del Departamento de Estado y Operaciones Exteriores, que determina el presupuesto para los próximos meses. 

La legislación establece la designación de fondos económicos para agencias y programas que buscan fortalecer la seguridad nacional, apoyar aliados participar en distintos organismos internacionales. En este proyecto de ley se acordó mantener la ayuda a Ucrania, y este punto sí ha sido mencionado y publicitado. Pero no ha sucedido lo mismo con otros puntos, determinantes y relevantes, que tienen gran calado político y no pocas consecuencias. 

Se prohíbe, por ejemplo, financiar a varias agencias de Naciones Unidas, como la Organización Mundial de la Salud, la Organización del Foro Económico Mundial, el Instituto de Virología de Wuhan (en China), a EcoHealth Alliance y, de manera expresa, se cita la prohibición de financiar, de manera directa o indirecta, cualquier investigación de ganancia de función, así como la financiación de asistencia en fondos para el cambio climático administrados por el Banco Mundial. En el listado de los cortes de financiación también se señala al Fondo de Población de Naciones Unidas. 

Pero quizás una de las cosas más sorprendentes, porque no se ha mencionado públicamente, más allá de la publicación del proyecto de ley, es la prohibición de los "programas de desinformación" que violan derechos de libertad de expresión de los ciudadanos estadounidenses

Se exige un aumento en la transparencia relativa a la rendición de cuentas en las Naciones Unidas, así como en otras organizaciones multilaterales, y se establece la eliminación de los programas climáticos "contraproducentes que perjudican la seguridad energética y el desarrollo económico de los países subdesarrollados, lo que los hace aún más dependientes de la ayuda de Estados Unidos y más vulnerables ante las negativas actividades de la República Popular China y de Rusia". 

Pero no todo son prohibiciones, aunque, obviamente, llaman la atención. También se establecen los proyectos que sí recibirán financiación, como "el apoyo inquebrantable a Israel mediante la inclusión de 3.300 millones de dólares en el Programa de Financiamiento Militar Extranjero"; el apoyo pleno a otros aliados clave en Medio Oriente como Egipto y Jordania; la aportación de 500 millones de dólares en el Programa de Financiamiento Militar Extranjero para Taiwán, a través del estrecho de Taiwán (destinando también hasta 2.000 millones de dólares en préstamos para ello). 

Se apuesta por financiar programas para la Lucha contra la Influencia de la República Popular China, que se suma a la prohibición de fondos para que los países paguen deuda a china. 

Se señala la prioridad para financiar las políticas que tengan como objetivo combatir el flujo de fentanilo, así como de otras drogas ilícitas que entran en Estados Unidos. Precisamente, López Obrador reaccionó inmediatamente, evidentemente indignado por el recorte de 60 millones de dólares en la ayuda norteamericana. La Cámara de Representantes consideró que México no estaba haciendo lo suficiente para atajar el problema del narcotráfico. Para Amlo se trata de una decisión ridícula y que tiene más que ver con las peleas por la campaña presidencial de 2024, que por la realidad. "Utilizan estos asuntos delicados y lamentables, como el uso y los daños que causa el fentanilo, así como el tema migratorio, con propósitos politiqueros. No hay que tomarlos en serio, es pura publicidad para tratar de engañar a los ciudadanos estadounidenses" dijo el presidente mexicano. 

A Cuba, sin embargo, irán destinados 30 millones de dólares para "programas democráticos". 

Es evidente que la mayoría republicana está teniendo una clara influencia en la política estadounidense, y que Biden, cada vez más, se encuentra acorralado. 

Sobre la ayuda a Ucrania, de la que sí se ha hablado, tampoco han trascendido los detalles que el texto establece: y es que se fija un plazo de 60 días como máximo tras la promulgación de la ley para que el presidente Biden presente ante la Cámara de Representantes, ante el presidente del Senado y los comités específicos en la materia del Congreso una estrategia que priorice los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos. Deberá detallarse, con fechas y plazos concretos, los puntos de referencia, objetivos estratégicos con respecto a los fondos destinados. Se advierte que la financiación deberá ir dirigida a promover la transparencia, la democracia, combatir la corrupción y defender la soberanía ante la invasión de Rusia. 

A Europa no le iría mal dejar de ser una sucursal norteamericana y trazar su propio rumbo, mucho más provechoso, sin buscarse enemigos que no tiene necesidad de crearse

Sirvan como muestra estas señales para evidenciar que no se nos cuenta aquello que pudiera suponer un giro en la opinión pública internacional, especialmente en la nuestra, la occidental, que se supone debe mantenerse bajo el relato imperante aunque se desmorone cada día que pasa. Zelenski implora más dinero, más armas, y comienza a encontrarse en un territorio extraño para él. Apretones de manos, sonrisas falsas, pero la evidencia de que esto llega a su fin y muy probablemente no sea con un triunfo para Ucrania. 

Ha sido evidente que los líderes europeos se sentían incómodos ante la presencia del presidente ucraniano en Granada estos días. Bastaba con analizar el lenguaje corporal para darse cuenta de que Zelenski comienza a resultar incómodo, ahora que la entrada de Ucrania en la UE molesta a buena parte de los miembros, para disgusto de la presidenta Von der Leyen. Y es que, en esta Europa de los 27, los fondos pasarían a gestionarse de una manera muy diferente si Ucrania entrase a formar parte del club. Los que ahora son receptores, pasarían probablemente a tener que aportar y ver reducidas las ayudas europeas. Sin irnos más lejos, España sería una gran damnificada y no sería la única. 

Y todo esto sucede mientras Fico gana las elecciones con un apoyo mayoritario en respuesta a un discurso contrario a la OTAN, y a la política europea aplicada en Ucrania. Le acusan de ser "prorruso", e incluso el partido socialista europeo se siente incómodo teniéndole entre sus filas. Pero la realidad, podría estar diciéndonos que esta guerra ha sido un auténtico disparate, y un suicidio para Europa. 

Una Unión que necesita recomponerse en muchos sentidos (de democracia, soberanía nacional, influencia internacional, y visión estratégica) en un mundo que ha dado un vuelco en sus equilibrios. Porque ni Estados Unidos tendrá el poder que tuvo, ni los BRICS van a estarse quietos. Y a Europa no le iría mal dejar de ser una sucursal norteamericana y trazar su propio rumbo, mucho más provechoso, sin buscarse enemigos que no tiene necesidad de crearse. Pero de esto no se habla porque está mal visto y caerán sobre ti acusaciones miserables, como ya hemos sufrido. No se trata de ser "prorrusos", sino de querernos un poquito a nosotros mismos, de dignidad y de la importancia que tiene saber dar un golpe en la mesa cuando es urgente y necesario.