Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, ha dicho esta semana que no hará vacaciones. Y lo ha dicho con altanería, convencida de que su decisión tiene que ser un ejemplo para todo el mundo. No hacer vacaciones como símbolo que hay que trabajar cuantas más horas mejor, y como imagen de una nueva modernidad que cada día nos hace más esclavos y con menos derechos.

Detrás de esta decisión personal hay una ofensiva del lenguaje. Enseguida los medios de comunicación se han puesto a discutir si las vacaciones son un derecho o bien una obligación. Estoy harta de eufemismos y que usando las palabras me construyan un relato kafkiano. El otro día leía una entrevista a un empresario que afirmaba que él no tenía trabajadores, sino colaboradores. Mala palabra para explicar que tenía autónomos dependientes a los que explotaba y usaba según su conveniencia. Las huelgas últimamente son culpa de los trabajadores que no quieren trabajar, y no culpa de los malos empresarios o políticos, que son los que toman decisiones. A los niños y niñas de nuestro país se les tiene que enseñar desde la escuela que tienen que ser emprendedores, diciéndoles así que la vida es una individualidad y no una colectividad. Y se les tiene que enseñar economía desde bien pequeños, no fuera que conocieran el estatuto de los trabajadores y sus derechos.

A los niños y niñas de nuestro país se les tiene que enseñar desde la escuela que tienen que ser emprendedores, diciéndoles así que la vida es una individualidad y no una colectividad

Y ahora Cifuentes abre un nuevo melón, y todos caemos de cuatro patas. Esta señora, en primer término, tendría que pensar que no es lo mismo su tarea en la Real Casa de Correos de Madrid, que la de un profesor con la salud mental al límite el mes de junio, después de inacabables horas de clase. O que la de una persona que trabaja en la línea de una fábrica, que sus articulaciones y músculos necesitan descansar. Y tampoco es comparable a la de una persona de la sanidad que ve a un paciente cada cinco minutos o a la de un camarero que tiene quince mesas por servir.

Las vacaciones son buenas por naturaleza y necesarias para la salud y la economía del país. Nos vanagloriamos de ser un país que tiene unas altas tasas de ocupación turística. La mayoría, turismo interior. Este hecho se ha convertido en uno de los mejores motores de la economía de nuestro país y del mundo. Pero hacer vacaciones es bueno para la productividad de las empresas, y sobre todo mejora la salud tanto física como mental de los trabajadores y trabajadoras. Desconectar es sano para volver con energía renovada.

Hacer vacaciones es bueno para la productividad de las empresas, y sobre todo mejora la salud tanto física como mental de los trabajadores y trabajadoras

Además, el estatuto de los trabajadores lo deja claro. En el artículo 38, afirma que las vacaciones no son sustituibles y que no pueden tener una duración inferior a treinta días naturales a pactar en el convenio colectivo o bien en el contrato laboral, y que el trabajador o trabajadora las tiene que conocer antes de dos meses de su disfrute —es evidente que según la duración del contrato la casuística varía—. Además, en casos de maternidad, paternidad o bien adopción, se sumarán a las bajas preceptivas, y en caso de baja por incapacidad temporal también se disfrutarán, siempre que hayan pasado dieciocho meses desde su periodo natural por el cual se han generado. Además, la jurisprudencia también ha sido muy cuidadosa en proteger el derecho a hacer vacaciones, y estas forman parte del núcleo duro de las relaciones laborales en nuestro país.

No pienso caer en su trampa. Cifuentes dice que las vacaciones son "una opción". Para mí, no. Son mi derecho y mi obligación mental. Me marcharé bien lejos de este país donde gente como ella con responsabilidades públicas puede hacer afirmaciones como esta con ligereza, desconectaré, y desde algún punto de la playa primero, y después de las montañas, agradeceré a los que cada día defienden mis derechos, para que yo sólo me tenga que dedicar a disfrutarlos. Cifuentes no cierra por vacaciones, yo sí. Con convicción.