Lluís Companys y todo lo que representa ha sido objeto de una animadversión histórica por parte de la derecha nacionalista. Hilando todavía más fino, que por amontonar mierda no quede, la extrema derecha ahora le imputa con insistencia ser un asesino. Así, sin más, el president Companys sería el responsable de la borrachera de sangre del verano de 1936 con miles de religiosos asesinados. De aquí la moción de VOX en el Parlament, con una resolución tan mal planteada como defendida. La verdad ha sido siempre accesoria cuando aquello que se persigue es el linchamiento personal, justificar lo injustificable (su fusilamiento) y desprestigiar todo aquello que representó y sigue representando el president mártir. No en vano, fue asesinado, él sí, por el fascismo gracias a la entusiasta hermandad de los regímenes nazi y franquista. Las mentiras sin ambages, las tergiversaciones históricas sin matiz, paradójicamente funcionan hoy mejor que nunca. Y se pueden decir tantas estupideces como haga falta y mantener tantas gamberradas como procedan. Las redes ayudan.

El president Companys es de las pocas figuras que ha recibido un amplio homenaje, transversal. El president Montilla nunca dudó en participar, cada 15 de Octubre en el Cementerio de Santa Eulàlia del Castell de Montjuïc. Barriendo para casa, eso sí, cogiendo el trozo de Lluís Companys más adecuado a sus tesis. Como la derecha catalanista segmentaba a Companys y subrayaba los episodios más controvertidos en vez de admitir complacidos que su catalanismo fue de menos a más y que murió "Por Catalunya".

Se puede discutir si el president Companys y el Govern de la Generalitat republicana podían todavía haber salvado más vidas. Lo que no se puede discutir es que salvó miles. Inferir que en sus hombros (de Companys y su Govern) recae la responsabilidad directa por acción y por omisión de los religiosos asesinados es una infamia. Lejos de ceñirse a los hechos ocurridos y las circunstancias, se quiere hacer creer que el president mártir es el responsable del anticlericalismo enloquecido que impregnaba buena parte del país y que todavía era más acentuado entre las izquierdas españolas. Solo hay que recordar a Lerroux cuando llamaba al proletariado a "levantar el velo de las novicias y elevarlas a la categoría de madres". Para después acabar exiliado en Portugal aplaudiendo a Franco y el golpe de Estado.

Compañeros, su Govern —con mención particular a los consellers Ventura i Gassol o Espanya— y con la ayuda de los modestos efectivos de Mossos d'Esquadra de la época se multiplicaron para salvar vidas ante la furia desbocada y criminal que desencadenó el golpe de Estado. Fletando barcos para facilitar la salida de miles de personas amenazadas. Pero también interviniendo directamente para salvar in extremis la vida de destacadas personalidades como el Cardenal Vidal i Barraquer al que literalmente el president arrancó de la mano de justicieros que hablaban en nombre del pueblo, verdugos armados hasta los dientes. O salvando personalidades franquistas como el obispo Cartanyà de Girona o Bilbao de Tortosa, a pesar de ser auténticos integristas que abrazaron el golpe de Estado de Franco y que llamaban a combatir ferozmente la República. Companys, incluso, salvó al padre del General golpista Mola. Y esta es una certeza que honra su papel y dignifica su presidencia ante aquel fascismo que sí planificó y perpetró todo tipo de asesinatos masivos por allí donde pasó con el General Yagüe y su Columna de la Muerte, entre otros, limpiando de republicanos cada nuevo municipio o rincón de suelo que incorporaban a la España Nacional, la de VOX.