Un día, en Lledoners, me preguntó Oriol cómo nos habíamos conocido. Si te lo pregunta una mujer, te puedes enfadar. Si te lo pregunta un hombre, puede ser por dos motivos: porque hace tanto de tiempo que no lo recuerda o porque no le dio importancia. Yo sí que lo recordaba. Lo conocí —yo, como muchos— cuando todavía no era candidato a las europeas y hacía una gira por Catalunya explicando la historia de nuestro país. Vino a un curso de verano que los nostálgicos del Grup d’Estudis Nacionalistes habíamos organizado para nuestros hijos en el albergue de Cantonigròs en el verano de 2008. Y nos habló del 11 de Septiembre. Los chicos y nosotros quedamos embelesados. Lo explicaba tan bien, con tanto realismo y detalle, que todavía tengo el sabor de pólvora entre los dientes. Creo que se quedó a cenar y volvió a su casa tarde con un coche destartalado.
Para él fue una más de las mil charlas que hacía. Para mí fue todo un descubrimiento. En él vi unas dotes de liderazgo innatas. Y perdí mucho tiempo intentando acercarlo a mis amigos de Convergència. Sin éxito, porque Joan Puigcercós se adelantó ofreciéndole competir en las europeas de 2009 con Ramon Tremosa, y con su buen amigo Raül Romeva, entonces candidato de Iniciativa. Recordemos que ERC había echado hacía unos años a CiU de la Generalitat con un pacto tripartito que dio el gobierno a los socialistas entre 2003 y 2009. Buena parte de la actual estructura de gobierno proviene de esa época. Tras una severa derrota en el Parlament a finales de 2010, Joan Puigcercós asumiendo noblemente —como político de primera magnitud— la responsabilidad del mal resultado, se sacó de la manga una jugada inesperada y de alto riesgo político. Propuso nombrar a Junqueras, que había resultado elegido alcalde de su pueblo, Sant Vicenç dels Horts, en las municipales de 2011, encabezando una amalgama que se autodenominaba Junts per Sant Vicenç, mira por dónde, y que no era ni militante hasta entonces, como presidente del partido. Junqueras lo aceptó, y el partido también. En 2012, Junqueras se presentó al Parlament y ERC fue la segunda fuerza con más escaños, 21, doblando los que habían obtenido en 2011. Escaños que esta vez puso a disposición de Mas, que los necesitaba para volver a gobernar.
Parece que Junqueras, no optando a la presidencia de la Generalitat, se aparte de la política, cuando es justo al revés
A partir de ese momento, CiU, de manera irracional, lo identificó como el enemigo a batir. La historia más reciente de Catalunya, me he cansado de explicarlo, solo se entiende si se añade esta variable: el auténtico enemigo de los exconvergentes es Junqueras. Os ahorro todos los episodios lo bastante conocidos y voy al final de la historia de esta lucha cainita, absurda y demoledora para el país. La batalla electoral la acaba ganando Junqueras cuando sale de la cárcel y en quince días hace que las encuestas desfavorables a ERC den un giro y Pere Aragonès, candidato accidental, se convierta en president de la Generalitat tras unas negociaciones como siempre agotadoras con un ahora desaparecido Jordi Sànchez.
Junqueras lo ha sido todo para ERC. Esto ERC no lo puede olvidar. Toda la historia que os he contado se resume recordando que Junqueras ha llevado a ERC a ser un auténtico partido de gobierno como nunca ERC en la historia reciente había podido soñarlo. Y ahora Junqueras sabe que, como no tiene seguro presentarse, esta incertidumbre diluye las posibilidades del partido, y debe dejarle paso al president Aragonès. Es bueno recordarlo, porque ahora parece que Junqueras, no optando a la presidencia de la Generalitat, se aparte de la política. Cuando es justo al revés. Junqueras seguirá actuando como lo hacen los auténticos líderes políticos, con mirada larga. Sabe que para que el president Aragonès tenga el máximo de posibilidades de ser reelegido, hay que empezar a hacer campaña inmediatamente, exhibiendo una obra de gobierno que cada vez puede ser más valiosa. Un año en política lo es todo. Y los de Junts no tienen candidato, ni se le espera, y se han autoimpuesto salir del gobierno. Puigdemont puede crear falsas e inciertas expectativas. E incluso si al final quizás sea él el candidato de Junts, puede imponer un debate que no acabe de entenderse bien: volver a 2017. Futuro o pasado. Parece que olvidemos que, aunque hayan decidido dispararse los unos a los otros, Junts y ERC tienen un mismo adversario, el PSC de Illa, que sale con buenas encuestas.
Con esta decisión, Junqueras demuestra que es la mayor bestia política que ha dado el país después de los presidents Macià y Pujol. Todavía lo veo, aunque él no lo recuerde, de pie en la tarima, el día de esa lejana conferencia en el GEN de Cantonigròs, apuntando con las manos como si llevara el fusil contra un enemigo, ya se ha visto, no tan imaginario, para hacernos revivir un 11 de Septiembre. En mi memoria, se me aparece igual que ahora, con las mismas ganas de hacer, de decidir, de preguntar, de hablar, de ordenar, de contrastar, socarrón y ansioso, huraño y risueño. Lo veo de pie, manos en los bolsillos y un poco despeinado, con mirada decidida. Y ahora ha decidido que toca dejar paso. Ya regresará, cuando pueda, a la primera fila. Que detrás ha estado y estará siempre.