Empiezo a notar que son legión los que se sienten aludidos y con el culo al aire por las memorias de Mariano Rajoy explicando, con toda contundencia, que hubiera aplicado el 155 de la Constitución en todos los supuestos aquellos días finales de octubre de 2017. Rajoy no necesitaba un plan B porque lo suyo era el plan A: poner punto y final a la humillación que había supuesto el 1 de Octubre, el desconcierto institucional que se produjo y los pasos hacia la independencia de Catalunya.

Hubo un relato fake que se implementó desde el deep state con la complicidad y toda la fuerza de políticos, medios de comunicación, editorialistas, opinadores y amanuenses varios que consistía en dar carta de naturaleza a que si el Parlament no proclamaba la independencia el 155 de la Constitución quedaría en el armario. Hoy sabemos que ese relato, del que participaba obviamente además del PP gobernante el PSOE de Pedro Sánchez, solo buscaba paralizar a Puigdemont y a Junqueras ya que Rajoy había pasado de pantalla.

El envoltorio del poder es tan enorme y avasallador que en un momento de tan extrema dificultad económica de los grandes diarios de papel cualquier relato se abre paso con unas facilidades impensable tiempo atrás. Lo vemos a diario aunque la avalancha informativa de noticias en contra siembre dudas sobre la veracidad de las cosas. Lo acabamos de ver en el juicio del procés con un reiterado mensaje del Estado empeñado en llamar golpe de estado y de rebelión unos hechos que nunca lo fueron y unas acusaciones de sedición que se tambalean en Europa.

Es tal la fuerza del relato único que este martes, por ejemplo, se premiará en un acto del diario ABC, con presencia de los reyes, una viñeta publicada en el mismo diario relativa a la persecución que se produjo de los profesores del instituto El Palau de Sant Andreu de la Barca. En la viñeta aparece un niño sentado en su pupitre, con la mano levantada, sobre el que se proyecta la estatua de la libertad de Nueva York y una voz que pregunta: Qué levanten la mano los hijos de guardia civil. El Premio Mingote se entrega —así figura en la web de la Casa Real— “por su evocación de la lucha por la libertad de todos que hace el benemérito cuerpo”.

El tema de fondo no es que ABC premie a la Guardia Civil, que está en el ADN del diario, y tampoco que el galardón lo entregue Felipe VI. Sino que se escoja una viñeta que responde a fake news y que solo formó parte de una campaña de descrédito de la escuela catalana. Después de acusaciones infundadas, algunas apoyadas por la Fiscalía, dos juzgados de Martorell acabaron archivando en verano las graves denuncias contra los profesores. Esa circunstancia invalida por si sola que se premie una viñeta de un relato falso. ¿Pero eso a quién le importa?