A un año de las elecciones municipales de Barcelona, la mayoría de los ciudadanos suspende la gestión del conjunto del gobierno de la ciudad (3,67), y de forma todavía más acentuada la gestión de la actual alcaldesa Ada Colau (3,04) —solo aprueba entre sus votantes del año 2019—. En general se respira un clima de opinión donde se tiene la percepción que la mayoría de servicios no funcionan del todo correctamente, porque menos el transporte público, y en parte las medidas para evitar la contaminación y preservar el medio ambiente, el resto de servicios evaluados obtienen notas de 4 o menos, y de manera especial los ciudadanos de Barcelona censuran las medidas para facilitar el acceso a la vivienda, los impuestos municipales, las ayudas al comercio local, la limpieza de la ciudad, la seguridad ciudadana y la falta de planificación de la ciudad para encarar los retos de futuro.

Ciertamente, a juzgar por el estado de la opinión pública a un año de las elecciones municipales de 2023, es de un rotundo suspenso la acción del gobierno municipal, aunque la experiencia demoscópica nos ha demostrado hasta ahora que las bases que dan apoyo a Ada Colau se movilizan mucho en la recta final, de forma que en otros momentos, encuestas desfavorables después las ha sabido revertir. Pero este es el estado de opinión hoy, a un año de las elecciones.

Paralelamente a la mala gestión del gobierno municipal, tampoco se avista un liderazgo claro en términos de ciudad en el resto de formaciones políticas, de forma que el electorado hoy día (al menos en esta proyección) parece que votaría más por la proximidad a las siglas de los partidos políticos que por un proyecto de ciudad y carisma de los líderes locales de estas formaciones, de hecho algunos partidos ni siquiera tienen los liderazgos confirmados. En este escenario de mal gobierno municipal, pero con falta de proyectos alternativos, el resultado es más fragmentación (podrían alcanzar representación hasta 8 grupos), y un escenario abierto para ser el partido más votado entre ERC y PSC (con tendencia al empate técnico) y ECP en una resiliente tercera posición. El resto de formaciones quedan muy alejadas de las primeras posiciones.

En resumen, a un año de las elecciones municipales: Ada Colau suspende; alta probabilidad de mucha más fragmentación en el Ayuntamiento de Barcelona; falta de liderazgo y carrera para convertirse en la primera fuerza política entre tres partidos (ERC, PSC y ECP —en este orden—).

Las encuestas sirven para captar climas de opinión y tomar decisiones en función de esta información; y eso nos lo han demostrado justo hace un mes las elecciones presidenciales francesas. Para la primera vuelta los sondeos del mes de enero daban un escenario que más allá de que Emmanuel Macron siempre se situaba como el más votado —como así fue— había en aquel momento un empate técnico para competir contra él entre Marine Le Pen, Valérie Pécresse y en algunos momentos pareció que también Eric Zemmour tenía opciones de llegar en segunda posición, mientras que Jean-Luc Mélenchon alcanzaba solo en torno al 11% de los sufragios decididos. Después de tres meses de (pre)campaña y con equipos diseñando estrategias, el resultado fue que Marine Le Pen conectó mucho mejor que los otros dos competidores potenciales, que en abril se habían desinflado, mientras que Jean-Luc Mélenchon supo remontar, agrupando el voto de izquierdas, y por poco no supera a Marine Le Pen. Nada estaba escrito todavía en el mes de enero y los equipos de campaña de cada candidato/a tenían todavía unos meses para consolidar o cambiar los estados de opinión, según el caso.

Las encuestas son variables porque reflejan los cambios de una opinión pública volátil y sometida a estímulos continuos y contradictorios, y con estos datos del sondeo de hoy, a un año vista para las elecciones de mayo de 2023, en Barcelona algunos partidos tienen tiempo de cambiar de candidato/a, otros de repensar y proyectar mejor su modelo de ciudad, y eso sin contar con otras opciones que hoy todavía no se captan en la demoscopia, pero que seguro que se están preparando para ofrecer un proyecto diferente de los barceloneses. Los datos de hoy son un punto de partida de una larga carrera de resistencia, con unas opciones mejor situadas que otras, pero donde nada es todavía definitivo.

Jordi Sauret; Doctor en Sociología; director-gerente de Feedback