Los independentistas catalanes somos tan nazis y tan supremacistas, tan partidarios del totalitarismo que a nuestro president, Lluís Companys, lo arrestaron los nazis, lo asesinaron precisamente los amigos de los nazis, y hoy todavía aplauden aquella ejecución los hijos y nietos de los amigos de los nazis, los actuales partidarios de la preservación de la tumba de Franco. Fíjense ustedes si llegamos a ser nazis de tomo y lomo. Los independentistas catalanes somos tan nazis y tan supremacistas, tan partidarios del totalitarismo, que todo el mundo puede escribir y decir lo que quiera, insultar, difamar, engañar, pero Julian Assange no, ese no, ese que se calle inmediatamente. El activista internacional partidario de las libertades ciudadanas y de hacer públicos los secretos de Estado, no puede abrir la boca a favor de Catalunya o lo entregarán a las autoridades británicas. El presidente de Ecuador, Lenín Moreno —esto sí es un nombre presidencial y no el de Carles Puigdemont— le ha dicho que basta ya o tomará medidas como un sastre. Que a España no le gusta y que ya está bien de tanto hablar. Los independentistas catalanes somos tan nazis y tan supremacistas que en nuestra contra, si nos descuidamos, podemos encontrar cualquier día, por la calle, a unos individuos con esvásticas tatuadas en el pecho, en la barriga, los brazos, en el escroto —es una suposición— que nos pueden romper la cara si llevamos colgado el lazo amarillo, o exhibimos alguna estelada o llevamos alguna prenda de vestir amarilla o, simplemente, si hacemos cara de indígenas locales. Somos tan nazis y tan supremacistas, los partidarios de la independencia catalana, que cualquier policía puede rompernos, discrecionalmente, la nariz sin que ocurra nada, como es el caso del fotoperiodista Jordi Borràs. Nos lo merecemos porque somos nacionalistas excluyentes, que decía aquel.

Somos tan malos y tan malas personas, los independentistas, tan nazis y supremacistas, que ahora se ve que el dibujito que utiliza la Crida Nacional per la República, que representa a un muñeco convocando a otro muñeco, resulta que es una proclama racista. Sí, no nos hemos dado cuenta del hecho porque somos mentalmente inferiores y estamos adoctrinados por tevetrés, pero según parece sí, tú, ya que los españolistas, que no están adoctrinados por nadie y son, naturalmente, más inteligentes que nosotros, superiores en todo, lo han visto a la legua. El muñeco que convoca está dibujado con tinta blanca y el muñeco convocado está dibujado con tinta negra y esto quiere decir, sin duda alguna, que los independentistas blancos gritamos a los negros españolistas. Porque en Catalunya los españolistas, claramente, son los negros, los esclavos. Tanto da que el tercer vicepresidente de la Diputación de Alicante, Alejandro Morant, del PP, hiciera ayer declaraciones xenófobas contra los emigrantes musulmanes. Como no es independentista no puede ser de ninguna manera, ni nazi ni supremacista, simplemente tiene ideas que deben ser respetadas, porque dice el tópico que todas las ideas son respetables mientras procedan de los "españoles de bien”. Nazi y supremacista lo es, por ejemplo, Quim Torra. Y es calvo. Y lleva gafas. Y viejo. Y es antipático. Y nazi. ¿Ya he dicho antes que es nazi? Hoy día te llaman nazi como en la Alemania nazi te llamaban judío, que es una manera como otra de llamarte indeseable, lo que significa enemigo a destruir, lo que quiere decir inferior. Aquí y en la China Popular.

Pero hete aquí que si el independentismo fuera capaz de unirse de cara a la próxima Diada, de cara a las movilizaciones en favor de los presos y de los exiliados, de cara a la conmemoración del próximo Primero de Octubre quizás algo cambiaría. Quizás dejarían de difamarnos y se vería, una vez más, quién es en realidad el nazi y quién es la víctima. Aún estamos a tiempo. La fe mueve montañas. El otro día me lo dijo y repitió el viento mientras estaba paseando por la orilla del Fluvià huyendo del bochorno. Primero no lo comprendí, pero luego me lo volvió a decir y a repetir en inglés, para que lo entendieran también los turistas que por allí paseaban: push the mount, push de mount...