Venga, va, callaros un poco, papanatas, que sois unas papanatas, que es que nunca os enteráis de nada; que luego abrís la bocaza ésa que tenéis y enseguida se nota lo ignorantes y analfabetas que habéis salido todas, que sois todas chusma, carne de televisión basura, manipulables como una pelota, ahora por aquí, ahora por allá, masa informe, turbamulta. A ver si os calláis un rato, pollada, modorras, que también podamos hablar los demás, va, venga, cómo habéis salido tan malcaradas, revoltosas, sediciosas con quien no os da siempre la razón, petardas, intratables todas. Antes, hace mucho tiempo, cuando casi todo el mundo era de pueblo e iba siempre a misa, también tenían un universo muy pequeño como el vuestro, una manera de razonar que no sé si se puede decir exactamente que sea una manera de razonar, que no tenían muchas letras y pensaban que todo era o tenía que ser como en la Biblia, dividiéndolo todo entre el bien y el mal, entre los ángeles y los demonios, en todas partes veían siempre Jerusalén y Belén, todo era Cafarnaún, el buey y la mula, la multiplicación de los panes y los peces y mucho lázaro que se levantaba y andaba. Ahora las cosas no han cambiado demasiado porque las iglesias estén bastante vacías y os paséis el día delante del televisor. Ya no habláis de historia sagrada porque nunca no distinguiríais al Espíritu Santo de una cotorra, ni  sabéis de eso ni os importa un bledo, lo único que conocéis perfectamente son los programas del corazón, las clasificaciones de la liga de fútbol y algunas películas que habéis visto para haceros la ilusión que tenéis algo de cultura, que sabéis algo. No habláis de ángeles ni de demonios porque los Pastorets tampoco no los habéis frecuentado demasiado. No habláis de religión sino de energías cósmicas, de astrología y de signos del zodiaco, pensáis que el diablo es un personaje de cine de terror y con esto y algún dinerillo ganado con mucho esfuerzo a lo vuestro, día tras día. También sabéis que la última gran guerra europea tenía dos bandos, dos equipos, el de los buenos, liderado por los americanos, y el de los malos, liderado por los nazis, los alemanes de ultraderecha. Y que tenían como líder a Adolf Hitler, Adolfo, en español.

Así las cosas hoy, en nuestra sociedad, cuando quieres insultar a alguien, cuando quieres dejar claro que tú eres bueno buenísimo y estupendo, admirable, y los demás son miserables y malos como un dolor de vientre, cuando quieres establecer esta distinción peregrina que queda siempre sin demostrar, porque no la puedes demostrar y quieres hacerte pasar por sabio en materia política, tu única estrategia es llamarle “nazi” a tu adversario. “Hola, Manolo: eres un nazi”. Y ya está. Por las reacciones que has podido observar es bastante efectista e hiriente, tu interlocutor suele enfadarse un montón y la pelea adquiere mucho ritmo y aumento de la temperatura. Y dan comienzo los juegos de comparación. Que si los nazis votaban o si no votaban. Que si hacían referendos o no los hacían. Que si los nazis llevaban camisas negras o marrones. Que si llevas bigote como Hitler o no lo llevas, como si Charles Chaplin no hubiera llevado jamás el famoso bigotillo repelado por los lados. Total, que como el olor a azufre ya no constituye prueba de nada, cuando te quieren difamar buscan alguna similitud, la que sea, por pequeña que sea, con los nazis. ¿No fumas y no bebes? ¿Sabías que Hitler ni bebía ni fumaba? Eres un nazi. ¿Fumas y bebes? ¿Sabías que Hermann Göring, el mariscal del Reich bebía y fumaba? Eres un nazi. Este insulto, improperio y difamación se ha hecho tan célebre y habitual que ya ha alcanzado niveles sociológicos. Es lo que el filósofo judío alemán y profesor de la Universidad de Chicago Leo Strauss denominó como “reductio ad Hitlerum” o “reducción a Hitler”, también “reductio ad Nazium” o “reducción a los nazis”. De modo que el abogado Mike Godwin pudo establecer en 1990 una ley sociológica universal referida a las redes sociales: “A medida que una discusión en la red crece, la probabilidad de que se produzca una comparación con los nazis o Hitler tiende a uno.”

Este fenómeno de ignorancia y de banalización del nazismo explica que ayer pintaran esvásticas en los carteles del consejero Joaquim Forn del Departamento de Interior. También ensuciaron la cara del honorable consejero encarcelado con un bigotito hitleriano. Si quisiéramos hacer memoria, históricamente, los que difamaban, apaleaban y exterminaban a los discrepantes eran los nazis, no los demás, no sus adversarios. Y si fueran nazis como decís, ya os habrían roto la cara, farsantes. No hay nazismo sin violencia, memos.