Ayer comparaba aquí la estrategia negacionista del maltratador masculino con la estrategia negacionista de los responsables policiales de las palizas del Primero de octubre. Todos los negacionismos son iguales. Parten del mismo mecanismo mental, de la misma estrategia, la que intenta convencer a la víctima de que no fue para tanto. Que es un error de interpretación. Pero que el maltrato era necesario, sólo fue un mal menor, y que todo lo que pica, cura. Que fue mejor el maltrato que no la libertad del maltratado porque el maltratador siempre nos maltrata por nuestro bien, porque nos quiere mucho, porque nos lleva por el buen camino y sólo actúa para bien. El maltratador es una persona incomprendida pero llena de buenos sentimientos y de mejores intenciones. El maltratador es la persona que tan pronto afirma que las mujeres maltratadas necesitan un correctivo como defiende que la colonización americana se hizo para ayudar a aquellos pobres salvajes. La colonización fue altruista. No se conquistó América para robarles durante tres siglos, para expoliarlos, para someterlos y borrarlos del mapa, en realidad fue para dialogar, para ensanchar la hermandad humana. El maltratador negacionista siempre tiene un argumento muy cursi, muy lamido, tanto en el otro continente como en Catalunya. Porque ya sabemos que Catalunya no sería nada si no estuviera dentro de España. Si no fuera por la bondad de España que los independentistas desagradecidos no quieren ver Catalunya estaría muriéndose de hambre.

Y he aquí que, de repente, nos damos cuenta. Que no sólo los argumentos de los testigos de la acusación son negacionistas sobre el hechos del Primero de octubre de 2017. También son los argumentos de un maltratador. La policía y la guardia civil actuó como actuó por orden judicial, cumpliendo la ley, que es la base de la democracia. Sin ley no hay democracia, dicen, como si las dictaduras no tuvieran código penal. Y nos damos cuenta también de una curiosidad, que dos de los oficiales de más alto rango de la guardia civil que han pasado por el juicio han tenido problemas con la justicia española, precisamente por maltrato. Aunque la justicia española es famosa fuera de las fronteras por ser muy permisiva con los excesos policiales, tenemos que estos dos héroes de la democracia, que estos dos héroes del Estado de derecho y de la justicia española fueron encausados por malos tratos. Por torturas. El coronel Diego Pérez de los Cobos fue condenado en 1997 por maltrato. Y el teniente coronel Daniel Baena, según pudimos oír ayer en el Tribunal Supremo también. Fue condenado por un delito contra la integridad moral, es decir, por maltrato. Él mismo lo calificó ante la sala como una “cuestión personal”, como si hubiera condenas que no fueran personales. El responsable, junto con el fiscal Javier Zaragoza, de hacer las investigaciones contra los presos políticos independentistas, fue condenado por un hecho del que no quiere hablar porque... es personal. También dijo exactamente esa misma expresión a Carlos Enrique Bayo del diario Público, cuando el periodista le preguntó si él estaba detrás de la cuenta de twitter Tácito. Dijo que sí, que era él pero que era “personal”. Los delitos son personales. El mapa psicológico de este individuo es apasionante. Como si fueran dos o tres. O más. Uno hace de oficial de la guardia civil y otro comete ataques verbales contra los líderes independentistas, con la imagen de una serpiente antes de atacar. Uno es un ciudadano responsable y guardia civil condecorado, el otro es un maltratador condenado. No ha mentido al tribunal ya que quien hacía de Tácito no era él, no, era el otro. O los otros. Es un esquema mental que también adoptan los negacionistas. Hay un personal uniformado de lo más personal. Me tranquiliza que algunas personas como él vayan armadas con una pistola. O con más armas. Es por nuestro bien.