A ver, españoles todos, que vosotros no sois nacionalistas, olé olé, que los nacionalistas son los vascos y los catalanes adoctrinados por tevetrés y por la inmersión lingüística, que nacionalistas son los otros, los provincianos, los indeseables. Que si un buen día os habéis despertado enarbolando banderas españolas junto a la ultraderecha es por culpa de los independentistas, de los culpables de todo, que vosotros no queríais eso. Olé olé. Vosotros, españoles todos, no sois nacionalistas, en modo alguno, tan sólo patriotas, que ya es otra cosa y muy mejor cosa, que según Enric Millo “la democracia española está más sana que nunca y es un referente de moderación, diálogo y recuperación económica en toda Europa”. Millo también es un referente en Europa. Vosotros estáis entusiasmados con la nueva letra del himno de España que se ha inventado Marta Sánchez, olé olé, sólo porque sois “gente de bien”, ¿quién podría ponerlo en duda? Vosotros no exaltáis a vuestra nación, no, recontra no, exaltáis algo mucho más importante que un mero país, vosotros exaltáis ni más ni menos que la democracia, la Constitución y la ley. Sois más elevados que los independentistas. Sois mejores, está claro. Como afirma el ex diputada Rosa Díez os estáis despertando, olé olé, que se ve que hasta ahora dormíais: “la España constitucional se despereza. Grande Marta Sánchez y su himno a España.” Sólo hay que echar un simple vistazo a la letra de su himno para ver que en sólo catorce versos atesora un cúmulo de valores intrínsecamente constitucionales, un ramillete de valores europeos y democráticos, como cuando se dice que “rojo, amarillo, colores que brillan en mi corazón / y no pido perdón. / Grande España, a Dios le doy las gracias por nacer aquí, / honrarte hasta el fin. / Como tu hija llevaré ese honor, / llenar cada rincón con tus rayos de sol.” Olé, olé. Comparad este himno tan bueno con el de Europa, por ejemplo, con el Canto a la alegría, con música de Beethoven y letra de Friedrich Schiller, una cancioncilla mucho menor y con una vaga referencia confesional: “Freude, schöner Götterfunken / Tochter aus Elysium, / Wir betreten feuertrunken, / Himmlische, dein Heiligtum!” —Alegría, bello destello divino, / hija del Elíseo, / penetramos ebrios de entusiasmo, / diosa celestial, a tu santuario”—. Que aprendan de vosotros, que hoy los españoles sois el referente de toda Europa e incluso del mundo entero. Sin exagerar.

Sois tan grandes, tan eminentes, tan determinantes que, a diferencia de otras naciones, no sólo los diversos himnos de España hablan de vosotros, españoles todos. El pérfido himno separatista de Catalunya, Els segadors, el que canta con tanta convicción la fille du régiment, la hija del policía, os menciona, cuando hace referencia a “aquesta gent tan ufana i tan superba”. O cuando el himno nacional argentino se refiere a vosotros, olé olé, personificados en un animal feroz: “Se levanta en la faz de la tierra / una nueva gloriosa nación. / Coronada su sien de laureles, / y a sus plantas rendido un león.” El himno de Holanda, por su parte, el famoso Wilhelmus, sostiene que el príncipe Guillermo de Orange “...vrij, onverveerd, / den Koning van Hispanje / heb ik altijd geëerd”, es decir que el caudillo independentista holandés, libre y valiente, al rey de España siempre ha honrado pero que pide la ayuda de Dios para que “de tirannie verdrijven / die mij mijn hart doorwondt”, o lo que es lo mismo, que derrote a la tiranía —española— que le está destrozando el corazón. Un corazón que podemos imaginar muy diferente del corazón de Marta Sánchez, por decir algo. Del mismo modo que el corazón de Marta Sánchez también me parece bastante diferente del corazón de aquel enorme escritor español que recomendó, en cierta ocasión, que dejaran estar la manía de ponerle letra al himno de España, a la Marcha real; de hecho una marcha militar de los granaderos que hacían la guerra, obra del maestro don Manuel Espinosa de los Monteros, ilustre antepasado de Carlos Espinosa de los Monteros y Bernaldo de Quirós, el de la marca España. Lo dejó escrito así: “Yo no movería más el tema, que tiene detrás muchos poemas malos y un millón de muertos.”