Por fin, la esperada entrevista de Jordi Évole a Mariano Rajoy. La segunda pregunta es, precisamente, esta: muy mal tiene que estar para aceptarla. Y la respuesta es “yo estoy muy bien”. Sin embargo, ¿realmente está bien Rajoy? Con todo lo que le ha pasado en su partido, y él ganó las elecciones y las encuestas dicen que las volvería a ganar, por lo tanto la realidad dice que, según sus votantes, está fantástico. Ahora bien, cuando tiene que hablar de corrupción, como ha quedado demostrado hoy, el pobre hombre está fatal. Si le parece, lo comprobamos repasando algunos de los momentos destacados de la entrevista.

Una parte la grabaron de pie en los jardines de La Moncloa, con Évole abrigado con una cazadora gruesa y Rajoy con americana. ¿Lleva Rajoy una camiseta Damart o es un campeón? La otra en el despacho. Vamos por partes.

Allí de pie, Évole le plantea al presidente por qué le ha concedido la entrevista. Respuesta: “Porque usted es un periodista acreditado”. Y rápidamente, entramos en materia con los refugiados. Rajoy dice que él "ha dado la batalla por este tema en Bruselas”. Cuando se le pregunta por la cifra de refugiados que han llegado a España, Rajoy toca el violín y habla de cifras del año pasado.

21.43 Rajoy dice que no dará ningún paso al lado porque él no es Mas. Ah, y ni Rivera es de la CUP. Y aprovecha para decir que si los bancos lo llamaran para que se apartara, él lo explicaría a todo el mundo al cabo de 5 minutos. 

21.45 Évole saca el tema de la corrupción y en aquel momento vemos un plano corto de Rajoy haciendo unas muecas que repetirá varias veces. Consisten en mover los músculos de la parte superior del labio y los de la frente y contraer la nariz. 

A destacar que a las 21.46, y hablando de València, Évole dice "País Valencià". Y de momento, y que yo sepa, no ha habido ningún infarto ni descalabro.

21.48 Évole le enseña a Rajoy en un iPad declaraciones suyas a favor de Matas, Carlos Fabra y Alfonso Rus. El presidente reconoce que se equivocó haciéndolas, pero defiende que también ha dicho cosas buenas de miles de personas que no son corruptas. Entonces argumenta que hablara bien de ellos a pesar de los rumores que podían correr en aquellas épocas porque él defiende la presunción de inocencia. Y Évole va y saca nuevamente el iPad y le muestra declaraciones de dirigentes del PP llamando a Bárcenas corrupto como poco. ¿Dónde queda ahora la presunción de inocencia? Rajoy recupera el violín, pero ahora sin dos cuerdas. Sus argumentos son delgados como el jamón de Jabugo que te ponen en un bocadillo de dos euros. 

21.53 Évole le recuerda: “Esperanza Aguirre dijo que no pondría la mano al fuego por usted. ¿Usted pone la mano al fuego por Esperanza Aguirre?". Respuesta: “¿Qué quiere decir poner la mano al fuego?”. Aclaración: “fiarse”. Remate de Rajoy: “Pues me fío”.

A las 21.55 se van del despacho y, mientras oímos declaraciones suyas, vemos una pequeña visita turística a las instalaciones. Ah, por cierto, al inicio de la entrevista también hemos visto que, en su despacho, Rajoy tiene unas hojas grapadas encabezadas por la frase “Clases de inglés. Presidente del Gobierno”. Nada más sentarse, Évole ve encima de la misma mesa una carpeta con su nombre. "El nombre lo puse yo para repasar algunas cosas. Siempre conviene preparar las cosas porque significa respeto por las personas”, se excusa Rajoy.

Y a las 22.03 Jordi Évole le enseña la famosa portada de El Mundo con los SMS enviados a Bárcenas (ya sabe: “Luís, sé fuerte”). Rajoy dice que se arrepiente de haberlos enviado y que no siempre se acierta. Dice que no sabía nada de las actividades delictivas de Bárcenas y pone carita de oveja degollada. 

–“¿Ha mentido sobre el caso Bárcenas?”, pregunta Évole.

–“Conscientemente no”, responde Rajoy. Y nuevamente hace las muecas.

Évole pasa el audio de una grabación del programa de Luis del Olmo del 25 de enero del 2013 donde el periodista le pregunta a Rajoy cuál ha sido la última vez que ha hablado con Bárcenas y él responde que no lo recuerda. Se hace un silencio. Y a partir de aquí empieza un combate en el que Rajoy acaba en las cuerdas recibiendo una bofetada tras otra y de la cual se defiende haciendose pequeño. Es un momento históricamente tan potente (Rajoy nunca había sufrido a una batería de argumentos como esta) que, si me permite, se la transcribo.

Estábamos en el 25 de enero del 2013, momento en que Rajoy le dice a Del Olmo que no recuerda cuánto tiempo hace que ha hablado con Bárcenas. Se hace un silencio y Rajoy le dice a Évole:

–¿Qué quiere decir con eso?

–Hacía una semana que le había enviado los mensajes

–Si uno no recuerda una cosa, lo lógico es que diga que no lo recuerda.

–¿Protegieron a Bárcenas?

–¿Qué quiere decir proteger? 

(Y aquí saca nuevamente el violín, pero ya sin cuerdas y sin tapa)

–Ya he contestado bastantes veces sobre este tema en el Congreso y no estaré hablando de manera continuada si una vez lo llamé o no, y las cosas ya están lo bastante explicadas, si le parece.

–Usted dice que en el PP quien la hace la paga. ¿Quién ha dimitido para pagar con dinero negro las obras de la sede del PP?

–El señor Bárcenas.

–¿Y aquí se acaba todo? 

(PAUSA)

–¿Quién pagó? No lo sé. 

–¿Con qué legitimidad puede pedir que los españoles paguen el IVA?

–La ley dice que hay que pagarlo. Y nada es perfecto.

–¿Usted no es responsable de la catarata de casos de corrupción que ha habido en el PP?

–Es muy difícil delimitar... El responsable de los casos de corrupción es quien los comete, fundamentalmente. Yo he nombrado unos ministros y una secretaria general del PP y siempre han estado a la altura.

–¿No es responsable de lo que pasa en el territorio? 

–Soy responsable, pero las consecuencias de las responsabilidades no son las mismas que quien comete los casos de corrupción.

–¿Qué tendría que pasar con un caso de corrupción para que usted asumiera la responsabilidad? 

–Que lo hubiera cometido yo o alguien del gobierno nombrado por mí. 

–¿O sea, usted es responsable de lo que hace usted? 

–Es como si le pregunta al secretario general del PSOE si es responsable de los ERO o al secretario general de Podemos por sus asuntos en Venezuela o Irán...  

Después de 12 minutos, Rajoy ve el resquicio y se sale con el ventilador del “y tú más” y eso le permite coger aire. Es cuando Évole saca Catalunya y sabemos que no, que no ha llamado a Carles Puigdemont.

–¿A qué espera?

–También podría haber llamado él. 

–¿Usted ha sido uno chollo para los independentistas que han multiplicado por 5 la representación en el Parlament?

–Eso pregúntelo a los diputados de CDC que antes no eran independentistas y ahora lo son. 

Son las 22.15 y el tono de Rajoy está en la planta -23 de La Moncloa. Entonces Évole le hace una batería de preguntas sobre el Estado del bienestar como el salario mínimo, la separación en las escuelas por sexo, los desahucios y las viviendas vacías. Rajoy se pega a los temas económicos y recupera el tono. Coge aire, se repone y encuentra la vía para salir del callejón sin salida diciendo que si siempre buscamos las cosas malas, corremos el riesgo de desvirtuar la realidad y que hay que mirar la cara positiva.

–Yo reconozco lo que es malo, pero tengo la sensación de que usted no conoce lo que es bueno. Hagamos un juicio justo de España. 

–Pues hágalo.

Y en medio de la lista de cosas buenas, y hablando de la sanidad pública, Rajoy demuestra que se ha recuperado de la paliza con un contraataque fulminante:

–Usted tiene el mismo discurso que Pablo Iglesias.

Y entonces aprovecha para criticar el tono de la entrevista, pero el ritmo del momento se corta porque a las 22.28 cortan a saco para pasarnos un anuncio de Actimel y una promoción de la cadena.

Cuando volvemos, sabemos que Rajoy quiere seguir porque le quedan muchas cosas por hacer y porque cree tener el apoyo del partido y de los votantes. Ah, y que nadie le ha dicho que se marche. Dice que querría que lo recordaran por haber trabajado por el interés general y por la independencia del gobierno, un concepto que ha sacado varias veces sin que aclaremos los motivos.

A las 22.35 hay un corte publicitario de 6 minutos, y cuando volvemos aquello todavía dura un rato más con el tema de sus pifias dialécticas y de ir o no al palco del campo del Barça, pero ya no hay más chicha.

Suerte para Rajoy que el grueso de sus votantes no miran La Sexta. Me muero, sin embargo, por ver las interpretaciones de la prensa amiga. A ver cómo aplauden al hombre que creía ir a una entrevista positiva y que acabó pidiendo la hora, magullado por todas partes y sin ningún argumento convincente para explicar la corrupción en su partido. Un hombre, sin embargo, que sigue ganando elecciones, señal que sus explicaciones convencen a mucha gente. Un hombre, que si ahora le preguntaran: "¿volvería a conceder la entrevista?". Creo que la respuesta sería hacer un Usain Bolt y huir a la velocidad del rayo.