"Sin el apoyo de Barcelona, Tarragona, Lleida, Badalona, Granollers, Mataró o Sabadell la independencia es imposible. Ahora y de aquí cien años "

Escocia celebró el primer referéndum de autodeterminación en el año 2014, 80 años después de haberse constituido el Scottish National Party, el instrumento político fruto de la convergencia de varias organizaciones soberanistas. Canadá ha celebrado dos de referéndums, 1980 y 1995, gracias al impulso político de organizaciones soberanistas agrupadas dentro del Partido Quebecois primero, y el Bloque Quebecois, después, que llevaban décadas trabajando con una estrategia conjunta. Comparado con estos procesos, Catalunya todavía está empezando. El independentismo catalán es en comparación a escoceses y quebequenses un movimiento prácticamente incipiente, tan adolescente, que aún no ha conseguido superar las disputas cainitas de los grupos que la integran, lo que significa que si los escoceses necesitaron 80 años, los catalanes, si no espabilan, lo harán aún más largo.

Acaba de surgir una iniciativa, la Crida Nacional per la República, con el objetivo de constituir el instrumento transversal que articule con eficiencia las fuerzas independentistas, como hicieron los escoceses y los quebequenses, pero las reacciones de las organizaciones interpeladas, desde ERC a la Asamblea Nacional y la CUP, ponen de manifiesto que el independentismo sigue atascado en una especie de minifundismo mental que no es que lleve al fracaso el proceso, porque la gente sigue estando ahí, pero lo alargará mucho y quizás innecesariamente.

La política catalana se encuentra en una situación de impasse, pendiente de los juicios de los líderes independentistas, esperando que las sentencias condenatorias provoquen un nuevo cataclismo que genere las condiciones objetivas para la ruptura, pero quizás cuando esto ocurra, las capacidad de respuesta ya no será la misma. No es igual tener una fuerza decisiva de diputados en Madrid que no tenerla y no es lo mismo tener al servicio de la causa soberanista las alcaldías más importantes del país a que las tengan los adversarios del soberanismo.

Antes de las sentencias, habrá como mínimo elecciones municipales y no hay que descartar elecciones generales. En el caso de que Pedro Sánchez utilice el rechazo de los independentistas a los presupuestos para convocar elecciones, el principal instrumento de presión y de resistencia de los soberanistas es tener suficientes diputados y senadores en Madrid para ser decisivos en la formación de mayorías de gobierno. Esto lo entiende todo el mundo. Y la ley D'Hondt prima las mayorías. Es difícil averiguar qué de diferente deben defender ahora mismo en Madrid el actual PDeCat y ERC. Si van juntos, ganarán más diputados y senadores que si van separados, y la cosa puede ir de un escaño. Así que si van separados será por razones inconfesables.

Con todo, visto en perspectiva histórica, mucho más importante serán las elecciones municipales del mes de mayo, porque si en las capitales del país donde el 21 de diciembre Ciudadanos fue la lista más votada, el movimiento soberanista no actúa en consecuencia, la derrota municipal tendrá consecuencias políticas y, sobre todo, psicológicas. El proceso recibirá un torpedo en la línea de flotación justo antes de que se conozcan las sentencias contra los líderes encarcelados, que tendrá un brutal efecto desmoralizador.

Como se sabe, a diferencia de las elecciones al Parlament, en las municipales sin el apoyo de la mayoría absoluta de concejales, queda elegido alcalde el cabeza de la lista más votada. El 21 de diciembre, Ciudadanos fue la lista más votada en Barcelona, Tarrragona y Lleida y, entre otros municipios en Badalona, Granollers, Mataró y Sabadell, donde los soberanistas, en listas separadas, sumaron más votos. Es de suponer que a estas alturas todo el mundo entiende que conseguir la independencia de Catalunya no es un hito muy fácil. Ahora hay que añadir que sin el apoyo de Barcelona, Tarragona, Lleida, Badalona, Granollers, Mataró o Sabadell la independencia es imposible. Ahora y de aquí a cien años.