He encontrado una cita de Platón que sirve para resumir lo que está pasando: "La peor forma de injusticia es la justicia simulada". El ensañamiento del Tribunal Supremo español con los presos independentistas catalanes, revocando sistemáticamente, antes y ahora, todas las decisiones de los jueces de vigilancia penitenciaria y excediéndose impunemente de sus competencias, es incompatible con lo que se entiende académicamente por estado de derecho. Varios juristas de larga trayectoria ya han puesto de manifiesto las contradicciones y las vulneraciones que comete la sala del tribunal que preside Manuel Marchena, empezando por el hecho insólito de no distinguir en la práctica un condenado de otro. No sólo no actúa el Tribunal conforme a derecho, sino que lo hace groseramente tergiversando leyes, procedimientos y protocolos como una necesidad de presumir de su ardor guerrero. Y, a continuación, para demostrar su imparcialidad como colectivo, la Asociación de Fiscales, señora fiscal general, lo celebra festejando en la red que Oriol Junqueras se comerá los turrones en la cárcel.

No es muy diferente esta actitud que la demostrada por diversos grupos de militares retirados pero bien conectados que escriben al Rey proponiéndole de facto un golpe de estado militar, sin que se sepa que el monarca les haya mandado ponerse firmes. La Constitución atribuye al monarca la función de arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones, pero en esta ocasión ha preferido callar, quizá por no desairar a los fascistas que, al fin y al cabo, siempre han sido los que han defendido e impuesto la monarquía por la fuerza de las armas. Acaso piense que quizás los acabará necesitando de nuevo, como sus antepasados, teniendo en cuenta el desprestigio de la institución que continúa creciendo a niveles insostenibles en cualquier democracia convencional.

Cada vez es más evidente que la Transición quedó pendiente la ruptura democrática. Mientras continúen ejerciendo el poder estos jueces y estos militares, la democracia será un simulacro sólo válido para los adictos y los que le sacan provecho

Cada vez es más evidente que de la Transición quedó pendiente la ruptura democrática. Mientras continúen ejerciendo el poder estos jueces y estos militares, la democracia será un simulacro sólo válido para los adictos y los que le sacan provecho. Es difícil comparar la situación actual con la dictadura franquista, porque todo ha cambiado mucho y, ciertamente, en la época de Franco no se podían publicar artículos como este, pero sí hay ahora algo que es peor que antes. Con Franco vivo, había la esperanza de que el dictador más tarde o más pronto moriría, los valores democráticos dominaban Europa, que entonces presionaba España con la CEE y la OTAN, y los hijos de los falangistas se hicieron primero comunistas y luego socialistas.

Ahora, sin embargo, es difícil tener esa esperanza. No hay un dictador que tenga que morir, aunque sea en la cama. Los valores democráticos van a la baja. Europa presiona a Hungría y Polonia, pero no a España. Bueno, sí que presiona, pero en sentido contrario. La derecha y la extrema derecha, que en España es difícil de distinguir, controla el poder judicial y bloquea la renovación de la cúpula que le es tan favorable. El Gobierno de Pedro Sánchez hace un intento tímido de desarticular el búnker y, a petición del PP, el Consejo de Europa le amonesta. Y, con respecto a aquellos luchadores antifranquistas, buena parte de ellos defienden a capa y espada la Transición como si fuera un mérito suyo y no una concesión de los militares. Aceptan la situación e incluso la reivindican con un grado de cinismo insuperable. Y justifican que el Tribunal Supremo se ensañe con los presos porque "dijeron que lo volverían a hacer y esto no ayuda". Parece una frase distribuida de tan repetida en las tertulias, tergiversando malvadamente el sentido de lo que dijo Jordi Cuixart.

Estamos en el puente de la Purísima. Recuerdo cuando Macià Alavedra y otros consellers refunfuñaban porque Pujol les fastidiaba el puente obligándoles a asistir a una recepción en el Palau de la Generalitat para celebrar el Día de la Constitución. Cómo han cambiado los tiempos. Ahora quien convoca para celebrar el Día de la Constitución en la plaza de Sant Jaume es, precisamente, el líder de Vox, Santiago Abascal.