¿Quién enciende la mecha del odio? "Cuando México nos envía gente, no nos traen a los mejores, nos envían gente con un montón de problemas, que traen drogas, crimen, y son violadores". Esta fue la declaración de principios de Donald Trump cuando anunció su candidatura a la presidencia de Estados Unidos con la promesa de construir un muro en la frontera sur. Patrick Crusius, un chico blanco de 21 años, viajó el sábado pasado diez horas en coche desde su casa en Allen (Texas) hasta el supermercado Walmart de El Paso y con su rifle AK-47 mató a 22 personas, 19 de ellas de origen latino. Minutos antes del tiroteo, alguien, tal vez él mismo, colgó en internet un manifiesto en el que anunciaba un inminente ataque contra la "invasión hispana de Texas". Estudiosos de los extremismos han dado un toque de atención desde el New York Times: "El terrorismo de supremacistas blancos está siguiendo un trayecto escalofriantemente parecido al del yihadismo del Estado Islámico, tanto así que ayuda a explicar por qué los atentados han crecido repentinamente en frecuencia y en mortandad". El expresidente Barack Obama escribió tras el tiroteo: "Deberíamos rechazar rotundamente que salga de la boca de cualquiera de nuestros líderes lenguaje que alimente el clima de miedo y odio". No todos los políticos son iguales. Los hay que sin adversario no son nada. ¿Qué habría sido de Ciudadanos sin el procés?

 


 

El Estado de la Justicia y la Justicia de Estado. A finales de junio, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea, Koen Lenaerts, viajó a Madrid donde fue tratado a cuerpo de rey por el presidente del CGPJ, Carlos Lesmes, y por el presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Manuel Marchena. En un discurso muy aplaudido, Lenaerts dijo que los estados europeos deberían tener confianza recíproca en los respectivos tribunales y ejercer las euroórdenes ipso-facto y no como el Tribunal de Schleswig-Holstein. Pocos días después, Marchena accedió a plantear al Tribunal de Luxemburgo una cuestión prejudicial sobre la inmunidad de Oriol Junqueras, eurodiputado electo, que no pudo tomar posesión del escaño en Estrasburgo porque Marchena, en una nueva demostración de su parcialidad, se lo impidió no fuera a ser que al líder de ERC le declararan inmune antes de condenarle. Y, de repente, los calendarios cuadran. El TSJUE ha convocado la vista oral sobre la inmunidad de Junqueras para el 14 de octubre y el Supremo español ya ha comunicado que dictará sentencia antes de esa fecha. ¿Por qué tanta prisa? Pues porque Junqueras con condena firme de prisión e inhabilitado para el ejercicio de cargo público ya no podrá ejercer de eurodiputado y el Tribunal de Luxemburgo se encontrará con el trabajo hecho. Está previsto que inmediatamente después de la sentencia, el magistrado Llarena volverá a dictar una euroorden contra el president Puigdemont añadiendo todos los argumentos del Supremo contra los líderes del procés y algo más. El abogado Andreu Van den Eynde dice que si todo va como parece que irá, será un fraude de ley. Seguramente tiene razón. Pero tener razón no es suficiente cuando el adversario es el Estado, porque el Estado es el propietario de la razón, de la interpretación de las leyes y de la fuerza.

 


 

Comisarios para salvar la monarquía: “La red de Montoro en Hacienda era todo menos casual. Al frente de la Agencia Tributaria colocó a Santiago Menéndez, que había contado para dirigir la Oficina para la Investigación contra el Fraude con Pilar Valiente, una de las responsables del escándalo Gescartera. Menéndez llevó a cabo una criba en la AEAT de la que se salvaron solo perfiles afines como Raquel Catalá, inspectora de Hacienda y hermana de quien sería pronto el ministro de Justicia, Rafael Catalá Polo. Menéndez contaba con un hermano, Rogelio, como asesor del ministro Montoro y con otro de ellos, Anselmo, como miembro del propio organismo fiscalizador. Se trata de una saga de origen asturiano en la que también participa Adolfo, expresidente de la patronal de armamento TDAE, exalto cargo de Defensa y exmiembro del despacho Uría Menéndez, fundado precisamente por su tío Aurelio, preceptor del rey Juan Carlos I. Todos ellos monárquicos hasta la médula...”. Esta y muchas otras observaciones sobre la realidad política aparecen en el libro Las redes de poder en España (Rocaeditorial), del sociólogo Andrés Villena Oliver. El catedrático Juan Torres López, que escribe el prólogo, llega a la siguiente conclusión: “A medida que Villena va tirando del hilo se comprueba que en España no gobierna realmente quien la gente cree que gobierna, sino una élite muy reducida de personas. Los miembros de esa élite no son en realidad personajes aislados. No brotan al azar ni como resultado de su inteligencia o cualidades sino porque son las sucesivas prolongaciones de largos árboles genealógicos, la continuación de auténticas sagas”.

 


 

De buses y tranvías. Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) ha iniciado el proceso de licitación para adquirir 29 autobuses eléctricos, que no contaminarán como los que aún funcionan con combustibles fósiles. Según leo en un publirreportaje en La Vanguardia, la inversión será de 24 millones de euros. La iniciativa no ha hecho más que empezar. El Plan de Renovación de la Flota prevé la compra de 254 vehículos eléctricos que requerirá una inversión de 135 millones de euros. 115 millones son para pagar los buses eléctricos y 20 millones para obras de infraestructura para que los vehículos sean operativos. Francamente, son caros estos trastos que no contaminan, sin embargo, hay otros mucho más caros y molestos. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y el líder municipal de ERC, Ernest Maragall, acordaron antes de las elecciones que llevarían a cabo la idea de que un tranvía atraviese la ciudad de punta a punta por la Diagonal, conectando el Trambaix y el Trambesòs. Poner las vías costará 200 millones de euros. Al ser eléctrico, el tranvía tampoco contamina, pero exige vías y catenarias y el tránsito por la Diagonal al hacerse más estrecha la calzada para el resto de vehículos, será más lento y por lo tanto los coches privados que no son eléctricos contaminarán más. Esto del tranvía siempre me ha parecido un postureo pseudo-progre. Por si acaso, le he pedido opinión a un ecólogo experto en cambio climático. "Bueno, el tranvía es más bonito", me responde con una sonrisa socarrona.