Hasta ahora el Rey no es que haya tenido un annus horribilis; más bien todo su reinado es totalmente acreedor de este calificativo. Empezando por la forma en que llegó al trono, como por la forma en que ayer domingo se despachó con un comunicado insólito, disparándose varias veces en el pie. El Rey, hoy por hoy, no tiene ningún cortafuegos.

En efecto, ha tomado demasiado partido en temas que no le correspondían al ver amenazada la corona, de la cual es el único poblador. Ha creído que identificarse con el gobierno de turno podía beneficiarlo y no ha sido así.

Un ejemplo paradigmático, Catalunya aparte, ha sido la corrupción. Empezó su reinado en el momento en que lo empezó, a causa del insoportable estado de cosas en que se dejó el papel de la monarquía, el Rey hizo bandera de la lucha contra la corrupción. Un discurso, sin embargo, no es suficiente. Los hechos son más reveladores.

Blindó sin solución de continuidad a su familia: mujer, hijas y padres, que no tienen ―ni pueden tener― ninguna función ni poder constitucional y pasaron a ser aforados, de acuerdo con una ley ad hoc, que la, de hecho, gran coalición PP-PSOE arregló a la velocidad del rayo. Un inefable aforo penal y civil, para ser más precisos. Un disparate jurídico y una insensatez política se mire por donde se mire.

Ahora, en el mencionado conspicuo comunicado, el Rey renuncia a una herencia, dice que conoce unas ilegalidades y sigue manteniendo el silencio sobre otras. Sin entrar en grandes florituras jurídicas, renuncia sólo a una parte de la herencia, a la que podría provenir de las fundaciones blanqueadoras de su padre. No al resto. El Rey, que es licenciado en Derecho, tendría que saber que las herencias se renuncian cuando se pueden recibir (y hoy por hoy su padre está vivo), no antes y que, en todo caso, la herencia no se puede trocear: toda o nada.

El tema de la herencia regia no es un tema particular: el rey, ni en los temas más íntimos, como es la sucesión, tiene temas particulares

No explica, a pesar de ser un largo, excesivamente largo, comunicado ―¡qué asesores jurídicos y políticos, caramba!―, por qué, si hace más de un año que sabe que es el beneficiario de unas fundaciones ilegales en España, donde él es rey, no lo hizo público en su momento. Se dice que lo saca ahora en pleno estado de alarma. No me parece acertada esta opinión. Lo saca ahora porque la examante de su padre, Corinna Larsen, ha empezado a estirar de la manta. Estamos en las puertas de asistir a otro espectáculo multicolor regio. Sin embargo, obvio de toda obviedad, llega tarde.

Finalmente, calla el comunicado sobre uno de los hechos más escandalosos, compartidos con otras cabezas coronadas y plebeyas, pero sustanciosamente bien dotadas en patrimonios opacos, como fueron los Papeles de Panamá. La fundación de su padre ―o de la familia real― estaba presidida por la hace poco fallecida infanta Pilar, tía carnal del monarca. Una confesión tiene que ser plena, si no, no se obtiene la absolución.

Sin embargo, la cuestión, si la miramos en su vertiente institucional, no tiene otra, no es un tema ni de familia ni de carroña rosa. Es un tema político, altamente político. Por eso, hace unos días Esquerra y otros partidos pidieron una comisión de investigación parlamentaria, después de que la Tribune de Genève levantara la liebre de la existencia de una causa penal por fraude contra el rey padre... en Suiza.

Ahora ya es un tema de alcance mundial. Pero aquí nos tuvimos que enterar, como antaño, por fuentes extranjeras. Sucede, sin embargo, que ahora no hace falta ni La Pirenaica, ni Radio France, ni la BBC. Ahora, salta una chispa en Ginebra y, gracias a las redes, antes de que los lectores locales lo hayan leído, circula por el mundo virtual, haciéndose viral.

A partir de ahora, lo más probable es que irán encadenando error tras error, cadena que pondrá en crisis la monarquía, crisis que no hay estado de alarma ni de excepción ni de sitio que la pueda evitar.

Políticamente, asistiremos a una chapuza inconmensurable. En Suiza y en Londres se han abierto procesos judiciales, los cuales iremos siguiendo folio a folio, bit a bit, mientras el Congreso de los Diputados veta un debate sobre el patrimonio ―es decir, la ejemplaridad― del rey padre y el TC veta los debates en el Parlament sobre el mismo tema. El sistema trabajando para el Rey, no al revés, como sería lo normal.

El tema, al fin y al cabo, de la herencia regia no es un tema particular: el rey, ni en los temas más íntimos, como es la sucesión, tiene temas particulares. Poco importa lo que diga, que es mucho, el Código Civil sobre la sucesión patrimonial. El dinero del rey padre es, sin poco margen para el beneficio de la duda, de procedencia ilícita, si no delictiva.

Eso no se hereda: eso se restituye al pueblo.