Hartos ya de la COVID, que hemos decidido borrar de nuestras vidas por la vía de no hablar -a pesar de estar- y hartos también de la invasión de Ucrania porque, en el fondo, queremos escondernos de la crisis que llama a nuestra puerta, hace dos días que hablamos de la bofetada más mediática del siglo XXI. Si la del siglo XX fue la de la película Gilda, en el actual es la de Will Smith al presentador de los Óscar. Y digo "presentador de los Óscar" no porque no tenga nombre sino porque hasta el domingo el 99% de la humanidad no sabíamos quien era este señor. Total, una gala que habría pasado a la historia de la nada se ha convertido en la gala de la historia y ha recuperado el debate más apasionante de los que se hacen y se deshacen. ¡Con todos ustedes, "Los límites del humor!".

¿Se le tiene que dar una hostia a quien se ríe de ti en un escenario? Bien, de ti, de tu familia, de tu profesión, de tu religión, de tus ideas, de tu colectivo... ¡Mmm, el colectivo! El día que alguien inventó este concepto, la humanidad pudo ofenderse con todas las garantías. Porque si tú eres de un "colectivo", tú ya te puedes ofender. A partir de ese momento son tus derechos a no ser ofendido frente a los de la sociedad a poder criticarlo todo a través del humor. ¡Todo sí, menos a mi colectivo! Es el mismo razonamiento de los antivacunas: toda la sociedad se vacuna para luchar conjuntamente contra un virus, pero yo no porque invoco mis derechos individuales a no ser ofendido con un invento del demonio pensado para controlarnos a través del 14G.

¿Pero y si se ríen de ti, o de tu mujer, tus hijos o de la tía de la Zona Franca, pero resulta que al final resulta que todo hubiera sido un gag? Ah, entonces sí, entonces hubiéramos exclamado "qué genialidad". De hecho mientras creíamos que todo el conjunto era un gag nos reímos mucho, pero cuando descubrimos que el chiste era simplemente eso, un chiste, y que la hostia con la mano abierta era real, ya no lo consideramos ninguna genialidad. Ah, por cierto, si al final todo hubiera sido un gag, nadie se hubiera ofendido por la broma.

¿Es intolerable bromear sobre una enfermedad? ¿Sí? I, ¿dónde está la línea? ¿Caspa sí y psoriasis no? Se tiene que prohibir bromear del culo de alguien, o la pregunta sería: ¿tiene interés bromear sobre culo de alguien? ¿Y la línea de la violencia a aplicar para el ofendido, donde está? "Yo no soy violento, pero no todo vale", claman algunos. ¿Pero a partir de dónde no vale? ¿Y eso, quién lo decide? ¿Instalaremos notodosevalimetros y ofendidrómetros en cada esquina? Sí, contratamos al bufón para que nos entretenga, pero cuando consideramos que ha cruzado la raya de nuestra tolerancia individual, que lo maten. ¡No, espere! Mejor lo mato yo. Cada ofendido tiene derecho a subir al escenario a matarlo. Por turnos. Dando números como en las tiendas. ¿Por favor, el último para asesinar al gracioso que a mí no me ha hecho gracia?

Porque la violencia justificable es la mía. Del "Je suis Charlie" al "yo no soy violento, pero... hostiemos a Chris Rock". Si me ofende un chiste sobre mi mujer, bofetada. Si me ofende un chiste sobre mi Dios, 50 tiros y 13 muertos. "¡No hombre, no, donde va a parar! ¡No es lo mismo!", dicen algunos. Las consecuencias no, el hecho sí. Y hablamos del hecho. Hablamos de si se puede manifestar violencia contra alguien que hace un chiste en un espectáculo donde el código que han establecido los presentes es que será un acto con chistes y dirigido a adultos. Un acto público donde precisamente contratas al bufón para que haga de bufón y uno de los bufones presentes decide que al bufón no se le replica con sus armas sino con armas.