Y, ¿de dónde dice que viene? ¡Ah, de Catalunya! ¡Perfecto! Pase, pase... Me gusta mucho que haya venido porque hoy todavía no he españolizado a ningún niño. Aunque usted ya no es tan niño...

Y, ¿cuál es el motivo de su visita? ¡Ah, mi fantástico jardín! Sí, últimamente se ha hecho muy famoso. ¿Lo quiere ver? Pues mire, mire. Aquí tiene una foto aérea...

 

 

... y aquí tiene otra hecha desde la fachada de la embajada. El jardín son los árboles que se ven detrás de la caseta gris y llega hasta la fachada azul que ve al fondo.

 

 

Y entonces, ¿qué? ¿Usted también es de los que dice que el mantenimiento de este jardín vale 775.655 euros o es de los que dicen que estamos hablando del mantenimiento de dos edificios y también del jardín y por valor de 465.393 € anuales? Ah, amigo mío, el secreto es mirarse la página del BOE donde se publica la licitación...

 

 

Bien, como puede imaginar a mí esta pequeña diferencia de 300 mil euros me lame un pie y parte del otro. Yo tengo cosas más importantes que hacer a lo largo del día. Por ejemplo, asegurarme la supervivencia. Aquí estoy en unas condiciones, como usted mismo puede comprobar, muy precarias. Un embajador español ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) no puede trabajar sabiendo que está al lado de un patio interior tan triste como este. A ver, París como ciudad no está mal, pero en este patio hace falta alegría. No sé... tendrían que ponerme un parque de atracciones, un zoo, un campo de fútbol... ¡alguna cosa!

Y, total, para acabar cobrando unos miserables 10 mil euros al mes. Un mileurismo que, al formar parte del cuerpo diplomático, hay que multiplicarlo por el módulo de equiparación al poder adquisitivo y por el de calidad de vida, con unas cantidades que, por supuesto, no son públicas. Y a este total hay que sumar los gastos de representación, una cifra que todo el mundo ignora porque no es pública. Ah, y teniendo que sufrir un chófer, servicio y soportar la tortura de sobrevivir en un ridículo apartamento de 500 metros cuadrados en París por el cual España paga un alquiler de ¡¡¡11 mil euros al mes!!! ¡¡¡Dios mío, parezco un puto pobre en un piso de protección oficial!!! ¿Pero, a ver una cosa, no habíamos quedado en que la esclavitud había sido abolida?

Y, ¿qué me dice del equipo de gente que tengo a mi disposición? Dos miserables diplomáticos y 10 funcionarios para hacer un trabajo tan intenso que no sabemos cuál es porque no elaboramos ninguna agenda de actividades.

Y, espere, que ahora viene lo peor. Tengo que estar aquí confinado... ¡¡¡CON MI MUJER!!! ¡¡¡HORROOOR!!!

Sí, sí, mi Montserrat Gomendio está aquí. ¿Ya sabe la historia, verdad? Cuando yo era ministro de Educación ella era la secretaria de Estado. Y una cosa trae la otra, y acabamos siendo pareja. Entonces a ella la nombraron directora adjunta de Educación de la OCDE, con sede aquí en París, y Rajoy decidió colaborar con la campaña que había en mi contra y, no sólo me echó de aquel ministerio que dejé como un solar en llamas y como el ministro peor valorado de la legislatura, sino que me castigó obligándome a venir aquí en las lamentables condiciones ya descritas... Y todo eso, ¡¡¡POCO DESPUÉS DE CASARNOS!!! Terrible.

Incluso, cuando empezaron a especular con mi nombramiento, un miembro de aquel gobierno dijo más o menos en público que "no sería una decisión muy bonita". Claro, se refería a que era poco menos que un destierro. Al final lo aprobaron ahora hace un año en el último Consejo de Ministros antes de las vacaciones y sin hacerlo público en la lista de acuerdos que posteriormente a la reunión se detallan a la prensa. Imagino que para no disgustar a millones de personas de buena fe que hubieran comprobado cómo me enviaban a un exilio lleno de penalidades, incomodidades, dolor y decrepitud extrema.

Mire, se lo diré sinceramente: no sé si podré superarlo... Si al menos me pusieran una granja de niños catalanes en el jardín para poder domesticarlos...