A principios del mes de noviembre del año pasado, la jueza Carmen Lamela (sí, sí, ella) encarceló al comisario jubilado José Villarejo, acusado de organización criminal, cohecho y blanqueo de capitales. Poco tiempo después de estar en Estremera, Villarejo dijo a su entorno, y para que este entorno lo fuera esparciendo por el mundo a manera de amenaza: "En tres meses estaré fuera y sin que se levante el secreto de sumario. No lo necesito". Pero ya han pasado 10 meses. Y el presidente ejecutivo de "Cloacas del Estado, SL" continúa allí.

Y mire que lo ha intentado. Ha sacado dos veces todo aquello de Corina la comisionista, la lamada "amiga especial" del Rey emérito. Pensaba que el Estado cedería pero, como decía aquel, el Estado se quedó "impretérito". España entera sabe que Juan Carlos se ha pasado la vida persiguiendo todo lo que tuviera faldas, incluidas las mesas camilla. Y no ha pasado nada. España entera sabe que Juan Carlos hacía negocios extraños con gente extraña. Y no ha pasado nada. Y si algún día saliera que mató a Chanquete, tampoco pasaría nada.

Y ahora Villarejo lo intenta con la ministra de Justicia, Dolores Delgado. De momento la cosa ha servido para que alguna gente sepa que la ministra de Justicia se llama Dolores Delgado. Y para poca cosa más. Bien, sí, hemos sabido que a algunos venerables jueces les gustan las menores. Pero ni sabemos los nombres ni tenemos ninguna prueba. Nada, ahora mismo eso es morralla para cotillear un poquito, que se agradece mucho, pero que no va más allá.

La ministra ha mentido. Al menos cuatro veces. Y de una manera evidente y demostrable. Pero conserva la silla. Pero, y si al final la perdiera, ¿qué? Es caza menor. Para el todopoderoso Villarejo, conseguir apartarla a ella y, sobre todo a Baltasar Garzón, persona del entorno Delgado y a quien Villarejo señala como el culpable de su actual desdicha, sería una venganza personal, sí, pero esto al Estado le lamería un pie. Y parte del otro.

Dicen que este jueves saldrán más cosas de la ministra y circula el rumor de que también podría haber grabaciones de Pablo Casado en una comida celebrada hace tiempo. ¡Huy, sí, qué miedo! Podría salir que Casado tiene el carné del Barça y que bebe ratafía y no pasaría nada. Oiga, es que Casado ha aguantado el caso del master que nunca fue sin despeinarse y su antiguo jefe estuvo gobernando durante años con su nombre escrito en los papeles de la Gürtel y no pasó nada. Y lo fue hasta que el sistema propició y permitió la moción de censura, pero para autoregenerarse y no perder el control de la situación, no por las presiones de Villarejo.

Villarejo le ha grabado conversaciones a todo el mundo durante años y tiene un archivo de audios de no-sé-cuántos millones de terabytes. ¿Pero, y qué? Puede tener gente confesando que es corrupta, que ha robado, que habla por el móvil mientras conduce y que roba las dentaduras postizas a los abuelos, pero la capacidad de la sociedad española de tragarselo todo hace que todo quede en una fiesta de final de curso de P5. Bueno, a no ser que el condenado sea catalán y indepe.

¿Usted cree que un Estado que se ha inventado la ley para poder encarcelar a un gobierno, que ha usado la guerra sucia para intentar destruir la vida de sus enemigos políticos, que ha permitido que sus cuerpos de seguridad presenten ante la justicia informes que harían las delicias de los hermanos Grimm, que ha usado la violencia de forma gratuita para escarmentar a millones de personas y que ha suspendido una autonomía haciéndole decir a la sagrada Constitución una cosa que no dice, pues eso, usted cree que este Estado ahora se detendrá por unas cintas con unos comentarios hechos durante una comida?

Pobre Villarejo, todavía no ha entendido que el mundo (y los Estados) han cambiado. Totalmente.