Al final de las manifestaciones, aparte de las máquinas de la limpieza, cada vez más pasan las máquinas de la propaganda. Porque una vez acaban, lo que importa de las manis del siglo XXI es saber cuánta gente había. Y claro, los convocantes hinchan e hinchan y los rivales de los convocantes desinflan y desinflan. Y después están las cifras oficiales, sean de Ayuntamiento, delegación del gobierno o policía. Y tienes que leerlas dependiendo de quién manda en el Ayuntamiento, quién manda en la delegación del gobierno o de qué policía se trata.

La mani de hoy en Madrid a favor de una vía violenta y autoritaria para resolver el conflicto político en Catalunya podrían haberla hecho en el Camp Nou. Y habrían conseguido un aforo comparable al de un partido de vuelta de dieciseisavos de final de Copa jugado un día entre semana del mes de enero contra la Unión Deportiva Fachaleco. Había más chalecos de plumas y banderas que personas.

La propaganda ya está vendiendo y seguirá vendiendo que la mani ha sido un gran éxito, pero la realidad es la que es. Y me temo que en las sedes de dos de los tres partidos convocantes ha sido una tarde del domingo con sobredosis de infusiones de Viagra a ver si a alguien le sube el ánimo. Y, de paso, reflexión. El PP y Ciudadanos aún se preguntan por qué su gente hoy no ha salido a la calle.

Cuando tres partidos van a por todas, con todos sus altavoces activados, con todos sus autocares y bocadillos desplegados, con todos sus medios de comunicación amigos empujando y reúnes a 50 mil personas, 200 mil según cuantificas tú mismo, eso es pinchar. Aquí y en la China popular. Y no porque a mí me guste o me desagrade la mani o quiera despreciarla. No, no, es que es así.

Ah, y hablando de los tres partidos, la mani ha servido para tener, finalmente, la imagen de los tres jinetes de la reconquista. Por fin existe la foto de Casado Desatado, Rivera y Abascal juntos. Ellos y, de propina, las cúpulas de sus partidos. Valls, no. Valls ha ido pero ha decidido no subir a hacerse la foto en la cosa aquella que ha servido de escenario. Y Arrimadas tampoco. Ella ni siquiera estaba. Oficialmente porque su avión ha sufrido un retraso.

El acto no ha durado ni 25 minutos, pero juego efectivo ni la mitad. La mayoría del tiempo ha sido usado por los tres partidos organizadores para ir desde el lugar donde han seguido los parlamentos hasta el escenario donde se ha producido la ya famosa imagen de familia. Una imagen que, visto lo visto, me temo que era lo que más interesaba a los convocantes y que será lo que quizás más tendrán que lamentar algunos de los presentes. Y, sí, hablo de Albert Rivera.

Y hablando de los parlamentos y de los parlamentadores que han leído el manifiesto. El resultado final ha sido OKDiario 2, AtresMedia 1. María Claver y Carlos Cuesta de los unos y Albert Castillón de los otros. Un posicionamiento que dice mucho sobre por dónde va el movimiento de neonacionalización radical de España. Ni actores, ni cantantes, ni intelectuales, ni presentadores, ni deportistas. Las caras visibles han sido tres representantes de los medios de comunicación. Lo que explica, no sé si queriendo o no, si consciente o inconscientemente, que estamos ante una guerra donde el arma es la propaganda.

Una guerra que no tiene el campo de batalla en la información en directo, porque el directo muestra la realidad tal como es y cuando sucede, y eso es muy peligroso, no vaya a ser que la gente ve cosas que no tiene que ver, como la verdad. Por eso en España la mani solo la han ofrecido el canal público 24 horas (RTVE) y La Sexta (en Catalunya, TV3). Mientras tanto, 13TV retransmitía una misa desde Toledo y el resto de cadenas generalistas hacían sus cositas.

La guerra se libra en los programas donde se procesan y se empaquetan los hechos a gusto del fabricante y son consumidos por la masa de espectadores como quien se come unas palomitas. Si usted los ve, los oye o los lee, exclamará: "¿Cinco mil millones de personas en la mani? Qué miedo, ¿no? Estamos perdidos, ¡rindámonos!". Y esta habrá sido la cifra "real" de asistentes.