Ya no nos informamos sino que consumimos información. Las noticias son palomitas de colores que nos entretienen aunque no tengamos hambre. No nos interesa saber qué pasa sino que lo qué pasa nos sirve para satisfacer la necesidad que tenemos de llenar cada segundo del día. No queremos estar informados sino que usamos las noticias para pasar el rato. No nos mueve el interés sino el estímulo.

Y es así como un sábado te levantas con la muerte de Montserrat Caballé, das un vistazo por el planeta virtual y lo que te llega es banalización.

Sí, sí, Caballé era una defraudadora fiscal que fue condenada a seis meses de prisión y a pagar 240 mil euros por defraudar 508 mil.

Sí, sí, Caballé firmó un documento político sobre la lengua al lado de personajes tan poco nacionalistas y tan ciudadanos del mundo cosmopolita como Vargas Llosa, Félix de Azúa, Boadella o Arcadi Espada.

Sí, sí, Caballé cantó "Barcelona" con Freddie Mercury, y también estuvo en el anuncio de lotería más delirantemente lisérgico parido nunca por el ser humano:

Todo eso es cierto, pero hombre (y mujer), ¿qué tal si esperamos unas horitas para dedicarnos a romper la figura de la Caballé? No digo días, pero al menos un ratito. Hoy hablamos de su figura y mañana ya hacemos entretenimiento, cotilleamos, nos reímos del personaje, frivolizamos, hacemos política y todo eso que se lleva tanto en el primer cuarto del siglo XXI con los muertos. Pero hoy quizás estaría bien recordar que la Caballé fue una de las grandes figuras de la historia mundial de la lírica.

No comparo personajes, pero es como si el día que murió Beethoven, se hubieran dedicado a entrevistar a su otorrino o a quién le vendía las botellas de alcohol a su padre. Y a hacer bromitas con su apellido, que en alemán quiere decir remolacha. ¿Quizás esto no hace falta, verdad? Al menos el día de la muerte.

La Caballé no fue perfecta, más o menos como todo el mundo. Pero estamos hablando de quién, junto con la Callas, ha escrito las notas musicales más brillantes de la historia del canto. Aunque sólo fuera por eso, sería un detallito muy bonito aplazar 24 horas la futilidad y la prisa por cargarse el mito. Hoy, en todo caso, podemos acabar de entretenernos con el futuro de Mourinho, el viaje de Albert Rivera a Colombia o la última parida de Andy y Lucas. Y mañana, ya vamos a todas.

Y este ir a todas incluye considerar el gran éxito de su carrera aquel playback con Mercury, que muchos sitúan en una ceremonia de los JJOO que se celebró el año después de la muerte del cantante de Queen. Una ceremonia en la que, por cierto, todos estaban.