Hace poco más de seis meses no podíamos ni salir a cenar y a las 10 de la noche teníamos que estar en casa. Después se marchó Messi y se ha quedado Koeman, hemos tenido un volcán y sigue existiendo el reguetón y el sampler. Parecía que nada podía ir peor y resulta que no. Ante nuestras narices se está cociendo la que ya se conoce como... ¡La Tormenta Perfecta! ¿Qué, la cosa da mucho miedo, verdad?

La industria china trabaja básicamente con carbón pero entre que tiene un conflicto con Australia, que le critica la falta de derechos humanos -y que es a quien le compran la mayoría de esta materia prima-, y que se le exige contaminar menos, le está bajando la producción de lo que después exporta a occidente y eso amenaza con desproveer los mercados mundiales de productos de consumo. Paralelamente, desde el inicio de la pandemia el precio de traer un contenedor desde China ha aumentado un 684%. Mientras, si China deja de usar carbón tendrá que funcionar con gas. Eso quiere decir que aumentará exponencialmente su consumo, cosa que hará subir los precios. Y Europa consume mucho gas. Sobre todo para calentarse. Y justamente ahora llega el invierno.

Pero es que el gas argelino que consumimos pasa por Marruecos y estos dos países han iniciando un nuevo conflicto diplomático derivado del apoyo argelino al Polisario, el gran enemigo marroquí. Eso puede provocar que al aumento de precios se le sume un conflicto por el paso a través del gasoducto. Y le recuerdo que aquí la electricidad la estamos produciendo básicamente con gas, con lo cual toda esta crisis afectará también a un precio que ya está por las nubes. Pero es que la gasolina también se ha encarecido exponencialmente a causa del aumento de precio del barril, que amenaza con llegar a máximos históricos.

Precios muchos más altos de la gasolina quiere decir aumento del precio del transporte, y eso implica subidas de precios al sector alimentario. Se calcula que el incremento del precio del pescado, por ejemplo, será de entre un 30 y un 50%. Pero también se encarecerán el resto de bienes de consumo. Por lo tanto, precios más caros de productos básicos y de la energía, crisis de abastecimiento y... la crisis de los semiconductores! Tan grave como la de los conductores, concretamente los de los camiones, y de la cual hablaremos una líneas más abajo.

Occidente desistió de fabricar la herramienta que hace funcionar el mundo de finales del primer cuarto del siglo XXI: los semiconductores, o chips, o circuitos integrados o como quieran llamarlos. Y Oriente controla totalmente el sector. La crisis pandémica ha hecho aumentar su consumo exponencialmente y en el mundo sólo hay cuatro compañías capaces de fabricar los más sofisticados. ¿Resultado? La escasez afecta desde la fabricación de coches a la de electrodomésticos pasando por la de las consolas. Y estas pocas empresas se dedican a fabricar los que les dan más beneficio, cosa que implica mercados desabastecidos y, por lo tanto, producciones paradas y crisis de ventas de un montón de productos de consumo habitual. Ahora vamos a los otros conductores.

El Brexit ha provocado que miles de camioneros extranjeros ahora no puedan trabajar en la Gran Bretaña. Eso hace que las gasolineras no tengan carburante y las tiendas estén vacías. La gente empieza a agredirse para llenar el depósito del coche o el carrito de la compra. Mientras, aquí la situación puede empeorar próximamente ya que se está jubilando una generación de camioneros y no hay recambio generacional. Los sueldos cada vez son más bajos en un trabajo que te obliga a estar muchos días fuera de casa. Y no compensa.

Todo eso provoca que en la sociedad de la precarización, donde la gente se queda en casa consumiendo comida que se la trae una persona que cobra una miseria por transportar un producto que cocina alguien que cobra una miseria y que viste ropa que vale una miseria despachada por alguien que cobra una miseria, a la crisis económica y social donde la diversión es emborracharse en medio de la calle, ahora llegue la crisis de las enfermedades mentales.

- Toc, toc, toc!!! ¿Sí, quién es?

- Hola, soy la tormenta perfecta que provocará una crisis que nos puede llevar al colapso económico y social.

- Ah, pues pase, pase, que ahora mismo ya no nos viene de aquí.