Hay una parte de catalanes (y catalanas) que no son indepes, pero tampoco son españolistas y que, para los españolistas son indepes y para los indepes son españolistas. ¿Complicado? Para ellos (y ellas), pobres sí. Por dos motivos:

1/ Nadie los quiere en su bando y los quiere en el bando contrario.

2/ Porque en un mundo donde las cosas existen a partir de que tienen nombre, esta parte de nuestra sociedad está huérfana de etiqueta. Y sin etiqueta, no son.

Empecemos por el segundo punto, que es el más terrible a la hora de negarles la visibilidad. Y usaré como ejemplo una cosa que nos habíamos hecho siempre: fotos. Y desde que hay móviles, todavía más, porque era mucho más sencillo que aquello de las cámaras de carrete de poner el automático e ir corriendo a situarte en tu sitio. Pero la cosa no fue el fenómeno que es ahora hasta que la actriz Ellen DeGeneres se hizo aquella famosa selfie con un montón de "celebrities" (otra palabra que etiqueta un mundo).

Y eso, que pasó durante la ceremonia de los Óscars de marzo del 2014 (hace 4 días), dio nombre al concepto y, por lo tanto, hizo real, un hecho que ya existía y que llegó a la máxima expresión en otra imagen histórica que explica el mundo donde vivimos:

Pues bien, sucede lo mismo con este grupo de personas que, de momento no tienen nombre y a quien por lo tanto, nadie puede crearles una identidad, pero que son. Personas de las que ni sabemos la cifra porque, como no podemos parcelarlas en un concepto, no aparecen en las encuestas, oficialmente no existen y no podemos contarlas. Y así llegamos al punto 1, a los motivos por los que resulta que nadie las quiere.

Pero si le parece, antes de continuar, intentamos definirlas. Serían, y generalizo mucho, personas que reconocen que España no actúa lealmente con Catalunya, que creen que hay motivos para establecer un nuevo marco de relación, pero que detrás del movimiento indepe ven una ideología conservadora y "burguesa" que les es ajena. Para decirlo claro: lo que les echa para atrás es que el independentismo les apesta a pujolismo actualizado y no se pueden sentir parte del movimiento porque el movimiento no habla como ellos.

Pero cuando miran al unionismo existente en Catalunya, se les ponen los pelos de punta. Y es que las manifestaciones del día de la Hispanidad, por ejemplo, con aquel espectáculo dantesco, aquella antigüedad, aquella caspa y aquel friquismo extremo han hecho mucho daño a la Catalunya que se siente española. Y cuando miran a Madrit (concepto) ven un Estado que se ha apropiado de la Constitución y la utiliza para echar de la salvación eterna del nacionalismo hispano tronado a todo el mundo que no comulga al 100% con sus postulados. Y ve que se usan fondos reservados para destruir a personas, pero también sanidades públicas. Sanidades que son de los indepes, de los unionistas y de estos catalanes del medio y sin nombre (todavía).

El gran error de los indepes es no acercarse a esta gente hasta ahora inconcreta y que no sólo habita en torno a los comunes. Enviarlos al otro bando porque no aceptan al 100% el decálogo del buen indepe es cometer la misma equivocación que los autollamados "constitucionalistas", algunos de los cuales, los más sectarios, pretenden que olvidemos cuándo votaron en contra de la Constitución que ahora usan como trinchera para mantener su estatus.

En este enlace puede ver la transcripción de la sesión plenaria de aprobación de la Constitución. Y aquí está quien votó qué. Y este "qué" quiere decir que la Constitución tuvo 6 votos negativos, cinco de los cuales fueron de diputados de Alianza Popular (partido madre del actual PP): Gonzalo Fernández de la Mora Mon, Albero Jarabo Payá, José Martínez Emperador, Pedro de Mendizábal Uriarte y Federico Silva Muñoz (el otro fue del entonces diputado de Euskadiko Ezquerra Francisco Letamendía y por motivos opuestos). Y que de las 14 abstenciones habidas (del PNV y de Heribert Barrera y Joaquim Arana), 3 fueron de AP: Licinio de la Fuente y de la Fuente, Alvaro de Lapuerta Quintero (tesorero del PP desde 1993 en el 2008 y maestro de Bárcenas) y Modesto Piñeiro Ceballos y dos de la UCD: Jesús Aizpún Tuero y Pedro Morales.

Un año después, José María Aznar escribiría en el diario La Nueva Rioja: "El consenso ha provocado un efecto fulminante cual es el de la desconfianza de una enorme masa de españoles en el buen funcionamiento del sistema democrático, que quedó palpablemente demostrada en el elevadísimo índice de abstención que se produjo en el pasado referéndum" (se refiere al de la Constitución). Más adelante afirma: "Tal como está redactada la Constitución, los españoles no sabemos si nuestra economía va a ser de libre mercado o, por lo contrarío, va a deslizarse por peligrosas pendientes estatificadoras y socializantes, si vamos a poder escoger libremente la enseñanza que queremos dar a nuestros hijos o nos encaminamos hacia la escuela única, si el derecho a la vida va a ser eficazmente protegido, sí el desarrollo de las autonomías va a realizarse con criterios de unidad y solidaridad o prevalecerán las tendencias disolventes agazapadas en el término nacionalidades". Y para rematarlo, en otro artículo, dejaba para la posteridad esta frase: "Vientos de revancha son los que parecen traer algunos ayuntamientos. Las calles dedicadas a Franco y a José Antonio lo estarán a partir de ahora a la Constitución".

Pues eso, que muchos catalanes no indepes, no firman esta situación ni están con esta gente. Y nuestro trabajo es convencerles de que vengan a este lado y hacerlo aceptando sus reticencias. Porque no todo tiene que ser exactamente del color que nosotros queramos.