Primero fue aquel a quien ya le ha quedado para siempre el apodo de "caranchoa". Tenía medio millón de seguidores en Youtube, conseguidos a base de hacer bromitas. ¿Sabe aquello de la cámara oculta de toda la vida? Pues lo mismo, pero en youtuber. Hasta que un día le dijo "cara anchoa" a un repartidor que, al recibir el adjetivo, decidió repartir, sí, pero en la cara del gracioso. El vídeo se hizo viral y el individuo tuvo que borrar todos sus perfiles en la red y desaparecer. Pero no sufra por él, una empresa de gafas china le compró el dominio para obtener sus seguidores. Dicen que le pagaron entre medio millón y un millón de euros.

Después fue "el oreo". Otro gracioso de Youtube, en este caso con un millón de seguidores. Fue a un sin techo y, mientras lo grababa, le dio 20 euros y unas galletas Oreo. El dinero era para que quedara constancia de que estaba humillando en una persona y las galletas, en las que había cambiado el relleno por pasta de dientes, también. Para rematarlo, miraba a cámara y decía que su gran ocurrencia serviría para que el sin techo se lavara los dientes. Patético.

Y ahora tenemos el youtuber indepe, Santi Vidal. Por un clic, por una notoriedad, para tener audiencia, para hacer creer que él tenía un papel diferente al real, el ex juez aprovechó varias charlas públicas para decir unas cuantas barbaridades. Tan bárbaras e inverosímiles que los que quieren que la cosa acabe en los tribunales tendrán un disgusto. Básicamente porque cuando le lleven al juez las obras completas de los hermanos Grimm, lo más probable es que se tronche de risa. O se eche a llorar apiadándose de Vidal como persona.

En todo caso, el "Caso Vidal" estimula varios comentarios:

1- Hacía meses que el juez iba por varios pueblos y ciudades diciendo lo que ahora hemos sabido que decía. Y en los pueblos y ciudades había gente oyéndolo. Y, como usted y yo ya hace tiempo que nos afeitamos (o nos depilamos), sabemos que en los diferentes actos estaban los que iban a escuchar y los que iban a tomar nota de lo que se decía. Por lo tanto, el mundo Vidaliano era conocido. Y entonces la pregunta es: ¿cómo es que nadie ha dicho nada hasta ahora, cuando Cristian Segura lo ha publicado?

2- Los indepes también tenemos derecho a cagarla, ¿no? ¿O qué pasa, sólo los unionistas tienen derecho a hacerlo? De la misma manera que el "gonzalezponsalismo" convierte "una conferencia en un bar" en un asunto de estado, ¿nosotros no podemos tener alguien que convierta unas charlas de casino de pueblo en un tiro en el pie y en munición para los que intentan construir el Everest con un grano de arena?

3- ¿Qué pasa, los indepes no tenemos derecho a ayudar a la causa unionista como ellos ayudan a  la nuestra a base de hacer crecer generosamente cualquier pequeña cosa? Si ellos tienen la habilidad de salir con un bombo a decir: "no hagan caso de esta tontería que es una botifarrada", consiguiendo que la botifarrada acabe siendo una mariscada, ¿por qué nosotros no podemos compensar eso en negativo?

Y 4- Y, sobre todo, ¿por qué no podemos colaborar con los señores CNI en su pesado trabajo de seguir todo lo que tiene relación con el Procés? Es muy duro (i agotador) pasarse el día poniendo micros, interviniendo conversaciones, grabando encuentros e investigando vidas. Y no hay nada más bonito que poder colaborar humildemente en esta complicada tarea colgando directamente en youtube nuestras estrategias y nuestras presuntas ilegalidades. Aunque sean las que habitan sólo en el cerebro de alguien que quiere competir con los mejores autores de cuentos catalanes contemporáneos.