Albert Rivera ha pasado de ser la gran esperanza de muchos para regenerar España a ser el hazmerreír de todo el mundo. Vago es lo más suave que le dicen y la mofa y la befa son de magnitud 11 a la escala de la humillación que es de 10. Los mismos medios de comunicación y los mismos periodistas que no hace mucho le reían todas las gracias (y más), no es que ahora hagan leña del árbol caído, no, sino que hay cola para mearse. En la leña y en él. Deberíamos preguntarnos por qué aquellas fiestas y por qué eso de ahora. ¿Qué ha sucedido? Pero como usted y yo sabemos la respuesta, más vale no perder mucho tiempo. Eso sí, imagino que Abascal ya ha tomado nota. Por si acaso. Pero lo más apasionante de la caída de Rivera es que desnuda la realidad de quien ocupaba una silla desde la cual defendía los intereses de los "suyos" y la pone ante el espejo de lo que es ahora y como cambian las cosas.

Y, efectivamente, hablo de los derechos laborales que defiende ahora cuando está en juego su cartera y su cuenta corriente y los que defendía para los otros cuando era un político con quien todo el mundo quería comer. Entonces decía que la indemnización por despido tendría que ser de 20 días por año trabajado. Ahora, cuando se trata de la suya, exige 500 días por año trabajado. ¿Cómo cambia la cosa cuando estás en la otra parte de la valla, verdad? Concretamente 480 días de diferencia. No me extrañaría verlo pronto encabezando manifestaciones a favor de la huelga general permanente en defensa de los derechos de la clase obrera oprimida.

Le pasa lo mismo al actor a Javier Bardem. Qué diferente es todo cuando el mundo te lo miras desde la Castellana y cuando lo ves desde Hollywood. Sí, sí, tiene toda la razón en lo que decía cuándo lo nominaron a los Óscar: en el mundo, los españoles son una minoría insignificante.

Parece mentira que alguien tan leído como él no haya entendido por qué sucede esto que dice. Chico, es que estamos hablando de 47 millones de españoles frente unos 667 millones de personas que habitan en la América Latina y el Caribe más los 32 millones de hispanos que viven en los EE.UU., donde suponen el 12% de la población. Creo que no es muy difícil entender que existen aproximadamente unos 700 millones de probabilidades más que en una película aparezca un personaje hispano que español. Y no asimilarlo indica en qué mundo viven algunos españoles, incluidos los que se supone que por ideología deberían entender una cosa tan sencilla que, de paso, les serviría para ponerse en el lugar de las minorías existentes en esta España que tanto dicen amar y, quizás así, conseguirían entender.

"Yo sé de lo que hablo cuando hablo de minorías", sostiene Bardem. Pues mire, ¿quiere que le hable del tema servidor de usted que también sabe de qué va? ¿Podríamos empezar comentando cómo el listillo del de los 500 días por año trabajado ha sido pieza fundamental en una sucia campaña de Estado para intentar dividir la sociedad donde vivo usando la lengua y creando un conflicto donde no existía? Si quiere podemos seguir por aquellas imágenes de policías y guardias civiles acompañados de familiares, conocidos y saludados cantando "a por ellos" en el momento de venir para acá en hostiarnos impunemente y como después lloriquearon en un juicio que les habíamos mirado mal, pobrecitos. Y después de explicar centenares de casos como estos podríamos acabar preguntándonos cuántos personajes "catalanes" hay en el cine español. Y si quiere, lo ampliamos a cuántos personajes "catalanes" hay en las pocas películas catalanas que se pueden hacer por culpa de la uniformización nacional de la industria del entretenimiento a favor de las "mayorías".

Qué diferente es todo cuando pasas a ser un "trabajador" o cuando te das cuenta que, al contrario de lo que te pensabas, realmente eres insignificante. Sobre todo para quién sólo se mira su propio ombligo y está encantado de haberse conocido.