Cerca de llegar al primer cuarto del siglo XXI todos tenemos más o menos claro que para montar un partido político nuevo tienes que tener dos cosas: 1/ un nombre que sea muy potente para ponerlo al frente y 2/ un talonario muy potente para poder pagarle al nombre potente unas misas que cada vez son más caras.

Cuando Ciutadans salió de la nada, Albert Rivera era tan desconocido que para llamar la atención tuvo que aparecer en el cartel electoral en pelota picada. Por lo tanto no es muy difícil concluir que a falta de una cara famosa, la cantidad de capital invertido en el proyecto fue clave. Como no hay facturas, oficialmente el origen de la pasta es desconocido, pero usted y yo, que nos fijamos mucho en las cosas, tenemos alguna ligera idea de donde salió.

Y usted y yo también tenemos una ligera idea de los motivos por los cuales a Albert Rivera le llenaron el bolsillo para poder ir a conquistar el oeste, como conquistaron el oeste los legendarios aventureros de los Estados Unidos, cuando los Estados Unidos no eran ni estados ni estaban unidos.

Con el PP carcomido por la corrupción, el Poder decidió que había que crear una alternativa. Por si acaso. Y, ¿sabe usted aquella fiesta consistente en una manguera de boca generosa que escupe espuma y que, a causa de este hecho, lo llaman fiesta de la espuma? Pues con Ciudadanos se produjo el mismo fenómeno, pero en vez de espuma salían billetes. Sin cesar. Hasta que "se acabo la diversión. Lego la llamada de los que mandan. Y mandaron a parar".

Y al partido uniforme donde nunca había habido ningún sector crítico, de la noche a loa mañana, le ha aparecido una grieta propia de un partido de izquierdas. Esto ha sorprendido a la propia empresa porque no se esperaban ninguna de las dos cosas. Ni la grieta ni hacer cosas de partido de izquierdas. Aunque la reacción ante la disidencia ha sido de partido estalinista.

La pregunta que ahora mismo circula por los despachos de poder y del Poder es: ¿esto que le está pasando a Ciudadanos es una ola de calor como la que nos llega, que tal como vendrá se marchará después de depilarnos las cejas a base de un asado de impacto, o bien es un cambio climático como el que evaporó aquello de UPyD?

¿Se acuerda, verdad, de UPyD? Cuando dejaron de ser la apuesta de cierto Poder, aquello se deshizo como un azucarillo. Y nunca más hemos sabido nada. Es cierto que nunca tuvo la fuerza que ha llegado a tener Ciudadanos, pero en dos días acabó como el rosario de Rosa. Concretamente de Rosa Díez.

Total, que ahora le toca a Ciudadanos pasar por aquello. Bien, y a Podemos. Porque los movimientos de Pedro Sánchez indican temporal también en el otro partido de la nueva política. El del otro lado. Temporal provocado o no, pero ahora mismo el minuto y resultado es: Pedro no se acaba de decidir por Pablo y los malpensados dicen que eso tiene relación con la mina que han hecho explotar en donde lo de Albert para que sea él quien permita a Pedro ser investido.

De esto en el billar de carambolas lo llaman billar artístico o de fantasía. Y es un espectáculo muy bonito de ver. Sobre todo porque mientras te lo miras no paras de preguntarte: "¿cómo es posible que sean capaces de hacer todo eso?".