Ahora ya sabemos por qué en el centro de BCN no hay nunca nadie y por qué la gente no participó en la Diada. Efectivamente, todo el mundo estaba en la Pica d'Estats (3.143 metros) haciéndose una foto. Ante la avalancha de Hillary y Tenzing del país habidos durante este puente de tres días, el Parque Natural del Alt Pirineu (@pnaltpirineu) ha decidido colgar este vídeo:

Exacto, una cola compacta como aquellas que se organizaban en la puerta de las panaderías en pleno confinamiento. Eso sí, esta sin distancia ni mascarilla porque se ve que en la montaña corre el aire.

De la democratización de la proteína hemos pasado a la democratización de la alta montaña. De ir todos (y todas) a las fuentes del Llobregat, una excursión que es muy bonita y muy catalana, en un pimpam hemos pasado a ir todas (y todos) a la Pica d'Estats. La imagen de la masificación de un espacio natural ha impactado y ha provocado bromas diversas (como la de abrir un bar con wifi) y muchas críticas, incluida la de en Kilian Jornet, pero creo que el vídeo plantea otra masificación: la de nuestra vida. Sí, porque montañas ya subíamos. Lo hemos hecho toda la vida. Y la culpa, como de todo, es de Jordi Pujol, que nos ha incitado a los catalanes a subir montañas. Lo ha hecho con su propio apellido (un Pujol és una montaña pequeña) y también practicando el ejemplo. Con dos momentos destacados: El 24 de agosto de 1999 disolvió el Parlament y convocó elecciones desde la cumbre de l'Aneto (3.404 metros) y el pasado 5 de julio, con 90 años, subió al Tagamanent haciendo bueno el dicho aquel de "Cuando dos catalanes se encuentran, lo primero que hacen es montar tres asociaciones y subir a dos montañas diferentes".

¿Qué hay de diferente en subir ahora a la Pica d'Estats? En la foto. Miles de personas que históricamente han hollado la cumbre, no llevaban cámara y no ha quedado constancia del momento. Y los que la llevaban se la han hecho (la foto), sí, pero o bien era de la cruz (para demostrar que habían llegado) o bien era de todo el grupo que había subido. Y antiguamente esta imagen sólo la veían los allí presentes y algún familiar durante aquellos encuentros sin final donde se enseñaban unos álbumes llenos de fotos movidas, desenfocadas o absurdas.

Ahora no. Ahora la parte importante de la foto ya no es la cruz ni el grupo que ha subido sino tú, que es quien sale inmortalizado (o inmortalizada) sola (o solo) justo delante. Pero todavía hay una cosa más importante que esta: colgar la foto en las redes. Tienes que mostrar a todo el mundo que tú has estado allí, porque si no la excursión no tiene gracia, y nos pensamos que la humanidad estará pendiente de nuestra apasionante aventura. Nos creemos que el mundo desea vernos en la Pica d'Estats o poniendo morritos y postureo en Palau de Plegamans... y mire, no. Millones de personas hacen cosas para poder mostrar el momento y el momento no le interesa a nadie. Si el placer de subir a una montaña es hacerte la foto y resulta que la foto no interesa a nadie, ¿donde está la gracia? ¿En hacer la misma cola que harías en la panadería o en la pescadería?