Frase recurrente: "¿Qué diría Pepe Rubianes de todo eso que está pasando?". Por ejemplo hoy, un lunes cualquiera con el clásico cielo color arena sahariana que sufrimos últimamente y en el que a la hora de comer ya habían detenido (o retenido) a un expresidente del Barça y a parte de su cúpula y la fiscafina ya había presentado una querella contra el President del Parlament y los miembros indepes de la Mesa. Me lo imagino poniéndose las manos a la altura de la cintura, con los dedos en dirección a la espalda, los pulgares apoyados en la zona de la barriga y diciendo "Nene, si seguimos la progresión, igual el jueves follamos".

Pero es que, casualmente, hoy hace 12 años de la muerte de Pepe Rubianes. Es un buen día para explicar una cosita que -quizás- lo desencadenó todo. Vamos a enero del 2006 y a aquella entrevista de Albert Om (El Club-TV3) donde Pepe hizo de Pepe para hablar de la España que asesinó a Lorca. Las querellas que vinieron después de aquello fueron el mal menor. Las amenazas de muerte, también. De hecho, un mes después de aquel caso, un día me llamó para decirme: "¡Nene, que hoy no han llamado al teatro con una amanaza de bomba! ¡Coño, que poca seriedad tienen los fachas con las tradiciones". Lo peor fue la soledad que sintió por parte de la mayoría de la profesión y la amargura, el vacío y la tristeza que eso le provocó. Lo mejor, el apoyo de la gente. De su gente. Del público. Nunca se había imaginado ser tan querido.

Pepe había estado unos cuantos meses en Adís Abeba (él siempre lo pronunciaba "Ababa" marcando mucho las dos consonantes) pensando en un nuevo espectáculo suyo, pero sobre todo escribiendo "Lorca eran todos", una obra llena de fuerza, sentimiento y denuncia. Cuando volvió, y hablando del poeta granadino, fue cuando en aquel programa y utilizando su lenguaje habitual e inconfundible, retrató la España intolerante a la cual no quería pertenecer. Y no pasó nada. Hasta que una semana después alguien se tropezó con el vídeo, cortó la parte que situaba la conversación en un cierto contexto y lo hizo viral, cuando las cosas todavía no se hacían virales. Porque estamos hablando de enero del 2006. ¿Situamos el caso?

La COPE, la cadena de radio de los obispos españoles, temía que el CAC (Consejo del Audiovisual de Catalunya) le retirara las tres frecuencias de radio que tenía en Catalunya. Ya había sido avisada varias veces de que su lenguaje, los reiterados insultos a personas e instituciones y el tono y las amenazas vulneraban los preceptos que regían las concesiones de radios privadas. Y justo en aquellas fechas se tenían que renovar los permisos. Para salvar el negocio, Federico Jiménez Losantos y sus Tonton Macoutes locales (metáfora) necesitaban demostrar que en los medios catalanes hacían lo mismo de lo que se los acusaba a ellos. Y primero lo intentaron manipulando un artículo de prensa, pero el CAC -como su propio nombre indica- trata del audiovisual. Y, a pesar de que por el medio se acabó metiendo el ministro de Defensa de la época, José Bono, no se salieron con la suya. Entonces fue cuando fueron a por Pepe. Con querella de un entonces desconocido Santiago Abascal incluida.

Pocos meses después Mario Gas contrató "Lorca somos todos" para ser representada en el Teatro Español de Madrid, de titularidad municipal y gestionado en aquel momento por el director catalán. Pepe estaba como un niño con zapatos nuevos. Usted no se puede ni imaginar la ilusión que le hizo aquello. Pero la ultraderecha recuperó el vídeo de "El Club" y empezó una campaña mediática, de presión y de amenazas que obligó a suspender las representaciones.

Eso sí, nunca le llegaron a hacer lo mismo que a Leo Bassi, a quien justamente tal día como hoy de hace 15 años, le pusieron una bomba en el teatro de Madrid donde actuaba, tal como ha recordado él mismo en twitter:

Pero, ¿sabe que es lo que más le dolió a Pepe de todo aquello? Lo resume una frase suya: "Nene, me han dejado solo. Solo me ha apoyado Mario. Nadie más. Toda la profesión de Madrid han estado callados como muertos". La otra cara de la moneda fue la gente. A raíz de todo aquello Rubianes dejó su piso del Eixample y volvió a vivir en la Barceloneta. Según él fue "volver a casa". Y recuperó ir a su bar de siempre para leer el periódico mientras tomaba notas para añadir cosas al espectáculo de la noche. Y con él, Carles Flavià, Pep Molina, Lucila y Maria, la siempre discreta pero siempre presente Maria, tanto en la vida como en el teatro. Y el resto de amigos que al morir se convirtieron en las "viudas de Pepe".

Ah, por cierto, dos cositas más: 1/ Jiménez Losantos y Pepe Rubianes hicieron juntos la carrera de Filosofía y Letras y Fer (el caricaturista) -que también corría por allí- siempre explicaba que los dos llegaron a hacer juntos alguna obra de teatro universitario y 2/ El Tribunal Supremo condenó el 9 de junio del 2010 a Rubianes por vulnerar el derecho al honor del alcalde de Salamanca, Julián Lanzarote (PP), al que calificó de "idiota" y de "desgraciado". Hacía un año y tres meses que el actor galaico-catalán estaba muerto. ¡SEN-SA-CI-O-NAL!