La Federación Inglesa de Fútbol le ha prohibido a Pep Guardiola lucir el lazo amarillo. ¿Por qué? Pues porque es un mensaje político. Y la decisión, en sólo tres días, ya ha provocado tres consecuencias no menores:

1/ Muchos seguidores del Manchester City han decidido ponerse el lazo, con lo cual el efecto se ha multiplicado exponencialmente.

2/ Cuando incluso la federación de fútbol de un estado europeo reconoce que estamos ante un tema político, varios organismos e instituciones españolas que se niegan a aceptar esta realidad quedan en evidencia de una manera total y absoluta. Aunque sean tan maleducados que se vayan de los actos institucionales donde alguien expresa lo mismo que la federación inglesa de fútbol, poco sospechosa de golpista-adoctrinada.

3/ La cuestión abre en la Gran Bretaña un debate que hasta hoy ni se habían planteado. Allí es tradición que el once de noviembre y días anteriores y posteriores, jugadores y entrenadores luzcan una flor en la solapa. Es una amapola, una poppy para los británicos. La llevan en recuerdo de las 11 de la mañana del día 11 del mes 11 (noviembre) de 1918, momento en que se firmó el tratado con el cual acabó la Primera Guerra Mundial. Es el Poppy's Day en recuerdo de las flores que crecían en los campos donde morían los soldados. La FIFA (Federación Internacional de Fútbol) le prohibió a la selección inglesa lucirlo porque lo consideró un mensaje político, pero en las competiciones británicas es absolutamente normal. Ahora quizás tienen que retirarlo. O aceptar el lazo amarillo. Porque, de mensajes políticos, o todos o ninguno.

Este mediodía, mientras pensaba en ello, he pasado por delante de una parada de bus. Había una señora de unos 80 años largos. Iba muy abrigada, con su bufanda amarilla, su lazo amarillo y su paraguas amarillo. Y mientras me la miraba pensaba como, gracias a la decisión de una federación de fútbol que la señora de la parada del bus ni conoce, resultará que una señora de 80 años largos de Manchester, que quizás no sabe ni dónde está Catalunya, lucirá un lazo y una bufanda del mismo color. Y cuando llueva quizás abrirá un paraguas también amarillo. ¡SEN-SA-CI-O-NAL!

Por cierto, hablando de señoras de 80 años largos... Hay miles de hombres y mujeres de una cierta edad que van por la calle cargados (y cargadas) de amarillo reivindicativo. En todas las modalidades posibles de vestimenta y complementos. Cuando me los miro, no puedo evitar pensar que ellos y ellas son la prueba de la pobreza de argumentos del unionismo radical. En su intento de dividir a la sociedad, han ejecutado un plan dialéctico que explica la existencia de una mayoría indepe por un supuesto adoctrinamiento existente en las escuelas y en TV3. ¿Sí? ¿De verdad?

¿Los miles de abuelos (veteranos, padrinos, jubilados, miembros de la edad de oro, de la tercera edad o como narices tengamos que llamarles) que pasean el amarillo por calles y plazas del país han sido adoctrinados por TV3? Pero si crecieron oyendo el Diario hablado de Radio Nacional de España. Ay no, que fueron adoctrinados en la escuela. En aquella escuela franquista de las niñas con las niñas y los niños con los niños, donde estaba prohibido hablar en catalán y era obligatorio cantar el "Cara al sol". Y así han salido la mayoría. Amarillos perdidos. Como Pep y miles de seguidores del Manchester City.