Habitualmente, la toma de posesión de los consellers del Govern es como una especie de boda. Una hora antes de empezar la ceremonia, por los alrededores del Palau, equivalente de la iglesia o el juzgado, transitaban grupos de personas vestidas de domingo que cantaban un poquito entre guiris diversos. Pero esta vez los invitados todavía se hacían más evidentes porque, aparte de peripuestos, la mayoría lucían lazos amarillos.

Pero hoy ha sido una boda sin novios. Y la ceremonia se ha encargado de recordarlo. No ha sido la toma de posesión de los nuevos consellers y conselleres sino que los nuevos consellers y conselleres han aprovechado su toma de posesión para recordar que hay un gobierno en la cárcel y el exilio.

Ha sido brillante la idea de que cada conseller, después de prometer el cargo, se dirigiera a un familiar de su antecesor, o antecesora y lo abrazara. Porque siempre hay que mirar hacia adelante, pero los gestos son necesarios. Y la memoria también.

Pero antes de todo eso, en la Plaça de Sant Jaume han pasado unas cuantas cosas de aquellas que no se ven por la TV ni se oyen por la radio.

El Palau de la Generalitat ya no está rodeado de vallas. Se ve que ya no tiene que estar protegido de nadie. Hoy las vallas estaban a ambos lados de la entrada haciendo un pasillo por donde los invitados han ido entrando. Y saliendo. El más aplaudido por la gente ha sido... Pasqual Maragall. En un día muy emotivo y lleno de ausencias, la presencia del expresidente ha sido una de las imágenes. Sobre todo cuándo desde lo más profundo de su memoria ha salido la letra del Cant de la Senyera y se ha puesto a cantarla a pulmón, cogiendo por el hombro a un sorprendido José Montilla.

Una vez acabado el acto, algunos de los miembros de la coral Cantiga, que son quienes han interpretado esta pieza y Els Segadors al final de la ceremonia, han comentado que no es la primera vez que esto sucede. Siempre que la cantan y Pasqual Maragall está presente, ven cómo se le ilumina la cara al oírla y enseguida los acompaña desde la distancia. El poder mágico de la música...

Total, que nos habíamos quedado en la Plaça Sant Jaume, donde el president del Parlament Torrent (triple rima) hay llegado a las 10.41. Diez minutos más tarde el abogado Jaume Alonso-Cuevillas confesaba que su famoso tuit del jueves sobre lo que sucedería al día siguiente iba del cambio Sánchez-Rajoy y no de Alemania. Sobre todo porque el viernes era medio fiesta en Alemania y no esperaba que allí pasara nada.

Por cierto, el caos que se produjo el viernes al mediodía sobre si había sido el tribunal o fiscalía quien había solicitado la extradición del president Puigdemont, lo pilló con el móvil apagado.

Mientras explicaba esto, pordetrás suyo pasaba la hasta ayer diputada en el Congreso y hoy consellera de agricultura Teresa Jordà, que llevaba puesta una sonrisa de oreja a oreja donde mezclaba lo que pasó ayer en Madrid y lo que pasaría hoy en BCN.

Y entonces han empezado a llegar familiares de  los presos y de los exiliados, que son como una familia de familias. Mientras quedaban para comer juntos tras la ceremonia, la mujer de uno de los encarcelados explicaba lo que le dijeron hace poco en una de las tiendas donde compra: "hace seis meses que tenemos dos botellas de cava en la nevera. La una es para vosotros para que os la bebáis celebrando la libertad. Y la otra es para celebrarlo nosotros".

Todavía ha habido tiempo para que un futuro conseller, interpelado por lo que ha pasado en Madrid estas últimas 48 horas, haya soltado el siguiente análisis: "Ahora ellos tienen la inestabilidad y nosotros la estabilidad".

Y después ha empezado la ceremonia. A las 11.47 han entrado a un Salón Sant Jordi lleno hasta la bandera el President Torra y el President Torrent. El lazo amarillo del President era de tela y mayor. Los aplausos han durado más de un minuto. Pero la intensidad ha aumentado cuando la voz en off ha anunciado la entrada "de los familiares de los presos políticos y exiliados". Además de la larga ovación, gritos de "libertad, libertad" seguidos con palmas rítmicas.

Los familiares de los consellers que no han podido tomar posesión han leído las cartas escritas desde la prisión o desde Bélgica y así se ha dado paso a la toma de posesión, propiamente dicha, y al discurso de mano tendida del President que, según opinión de una compañera de un medio de Madrid, ha sido mucho más desacomplejado que otros que le ha oído.

El acto ha acabado en las 12.53 y a fuera, en la plaza, la vida continuaba, con una pareja que salía de casarse del ayuntamiento y era recibida por los invitados con pompas de jabón. Y la vida se recuperaba con una manifestación a favor escuela publica donde se gritaba "Josep Bargalló, queremos soluciones".

Ya tenemos Gobierno y ya tenemos a a quién protestar. Y cómo ha dicho un ciudadano que hacía fotos del momento en que unos cuantos trabajadores de Palau colgaban en el balcón esta pancarta:

... el Palau ya vuelve a ser nuestro.