Hay gente que tiene un maravilloso don de la oportunidad. Y hay gente que le suma lo que llamaremos el fenómeno del niño que se tapaba las orejas para no oír nada.

Si tú te llamas Pablo Casado, como para poner un ejemplo al azar, y decides presentar tu candidatura a liderar el PP, ¿cuál es el mejor día para hacerlo? Efectivamente, hoy, cuando el juzgado de instrucción número 51 de Madrid ha enviado un requerimiento al Congreso de los Diputados solicitando saber si eres diputado (que lo es), y por lo tanto, si eres aforado (que lo es). Un trámite previo a que un juzgado investigue oficialmente una persona a quien se quiere imputar, en este caso Casado. Y si la respuesta es positiva, o sea, estamos ante un aforado como es el caso, entonces derivar la cosa hacia el Tribunal Supremo.

¡SEN-SA-CI-O-NAL! Casado reuniendo a los periodistas para anunciarles que quiere sustituir a Rajoy al frente del partido que gobernaba España hasta hace dos semanas y por encima de su cabeza no paraba de sobrevolar la sombra de la imputación. Y suerte que no era una gaviota que había comido judías con cereales integrales, porque la americana le hubiera quedado distraída. Ojo, y él allí debajo como si no pasara nada.

Pero este, mire por dónde, no es el problema más grave del señor Casado. En un momento donde a los políticos se les escrutan incluso los tuits que hicieron cuando todavía no existía Twitter, el señor Casado no debe disponer de unos ojos que le permitan ver que aquello de su máster ya no es una simple gaviota con sobredosis de fibra intestinal, no, sino una bandada de Pterosaurios (dinosaurios voladores) con gastroenteritis aguda y mira telescópica en lo que sería la parte esfintérica (propiamente dicha).

A ver, el señor Casado está acusado de haber aprobado un máster de Derecho Público sin asistir a clase, sin haber tenido ningún contacto con los profesores, convalidándole 18 de las 22 asignaturas y aprobando las 4 asignaturas restantes haciendo unos trabajos que todos juntos suman 90 folios. Por mucho que el señor Casado haga como los niños, se tape las orejas y empiece a gritar "no oigo nada, no oigo nada", la realidad es esta. Y le perseguirá. Incluso si en el posible juicio acabara saliendo que es inocente. Básicamente porque le será aplicada la doctrina Màxim Huerta consistente en estar, no sólo limpio como una patena, sino parecerlo. En este momento este es el listón. Y si Casado decide intentar saltarlo, lo tira al suelo seguro. El listón y los palos que lo aguantan. Y la colchoneta que amortigua la caída se va al carajo y él cae directamente de bruces al duro suelo.

Ignorarlo y creerse que se puede presentar alegremente para liderar el PP es vivir en otro mundo. Y lo peor de todo es no darse cuenta de ello.