Periodismo es ir a un sitio donde sucede un hecho y explicarlo al resto de ciudadanos.

Periodismo es hablar con gente y escuchar lo que dicen. Periodismo es observar e intentar entender lo que ves. Y transmitir tu mirada para que el resto de la gente tenga elementos de juicio.

Y, claro, cuando la realidad pasa a través del filtro del periodista, la realidad se transforma. Por eso el ciudadano consumidor de información escoge unos u otros periodistas para acercarse a lo que pasa en función de sí le muestran o no la realidad más próxima a cómo él la quiere ver. A eso lo llaman pluralidad. Y, sí, sería recomendable que si tú piensas blanco, de vez en cuando miraras que dicen los que piensan negro. Pero a veces cuesta mucho aceptar que quizás no tenemos toda la verdad y los que piensan diferente a nosotros tienen parte de razón.

Pero por encima de todo, como dijo Ryszard Kapuściński y ha tuiteado esta mañana Andreu Barnils: "Para ser un buen periodista se tiene que ser buena persona".

Lamentablemente, ayer unos cuantos periodistas nos demostraron que no son buenas personas. Mientras los Mossos demostraban una profesionalidad y una eficacia que muchos han puesto a menudo en duda (con reconocimento especial para la comunicación que ofrecieron a través de Twitter en tres idiomas, informando, tranquilizando y asesorando a la ciudadanía en medio de un caos extremo). Mientras el resto de cuerpos de seguridad hacían su trabajo policial y también de apoyo ciudadano. Mientras los servicios de asistencia (médicos, enfermeras y personal sanitario de todo tipo) se presentaban en sus puestos de trabajo a pesar de estar de vacaciones. Mientras los ciudadanos hacían cola para donar sangre o iban a las Rondes y a la Meridiana a llevar agua y comida a la gente que estaba atrapada en los coches. Mientras pasaba todo eso, ayer unos cuantos periodistas ensuciaron la profesión. Y espero que la sociedad les pida explicaciones. La sociedad y las empresas donde trabajan. Y si las empresas no lo hacen, quiere decir que se hacen corresponsables y, por lo tanto, entran en el mismo saco.

Ayer no tocaba, compañeros, no tocaba. Ni por el momento ni por el contenido. Os ha podido el sectarismo que no ve más allá de vuestras orejas. Había 13 cadáveres en La Rambla de BCN y vosotros no los habéis respetado. No merecéis ningún respeto.

Hablo de individuos que, y soy muy consciente de lo que escribo, para mí hoy han muerto profesionalmente y, sobre todo, desde el punto de vista personal. No os lo perdono. Y no como periodista, sino como persona. Y si algún día me toca coincidir con vosotros en un acto, en un medio, o en un bar, yo me levantaré y me marcharé. No tengo ningún interés en respirar el mismo aire que vosotros.

Tengo muchas ganas, muchas, de contestaros, pero hacerlo sería bajar al estercolero. Vosotros mismos os habéis retratado. No hay que añadir nada más a lo que habéis perpetrado. Ni tampoco argumentar. ¿Por qué? ¿Argumentar con un trozo de carne con ojos? No, ¿verdad? Que vuestra obra quede para siempre a la vista de todo el mundo y hasta nunca:

 

Artículo de Lluís Bassets en El País

Editorial de El País de este viernes:

Editorial de El Mundo de este viernes.