Todos (y todas) tenemos una ideología. Por lo tanto, cualquier testigo que declare en cualquier juicio también la tiene. Y eso no impide que diga la verdad. Y, como todos tenemos derecho a manifestar públicamente nuestra ideología, cuando declaramos en un juicio, si alguien busca en la red es muy sencillo que descubra nuestra opinión sobre muchas cuestiones. Y eso no invalida nuestro testimonio. El problema es si decidimos mentir motivados por nuestra ideología o para perjudicar a un tercero. En este caso estaremos cometiendo un delito de perjurio, pero lo estaremos haciendo como ciudadano (o ciudadana) que se representa a sí mismo y será nuestra responsabilidad personal.

Es muy diferente cuando quien declara es un servidor público y lo hace en relación a su responsabilidad profesional y no en calidad de ciudadano. Por lo tanto, tiene una ideología (como todo el mundo), pero no la puede manifestar como particular porque en aquel momento representa lo común. Y si miente en razón de ideología o para perjudicar terceras personas contrarias a su ideología, comete perjurio pero, sobre todo, traiciona la confianza que la sociedad ha depositado en él. Y eso es delito y, además, deslealtad.

Este preámbulo viene a cuento de la declaración de hoy en el Supremo de la secretaria del juzgado número 13 de BCN, que es el lugar donde "contigo empezó todo". Ella fue la representante judicial en el registro de la Guardia Civil en la conselleria de Economía y ella es uno de los principales testigos de la fiscalía para demostrar la violencia de aquel día. Y esta mañana ha explicado con todo detalle lo que vivió aquel día.

Y ha dicho que sintió miedo. Y si ella lo dice, la tenemos que creer. Sin ningún tipo de duda. Fue su sentimiento y nadie puede criticarlo ni asegurar cuál sería su reacción en aquella situación. Aquel día ella tuvo unas percepciones que nosotros nunca podremos tener porque no estábamos, por lo tanto son intransferibles, absolutamente respetables y, por lo tanto, ciertas. Pero afirmar que desde dentro de la conselleria le vino de la calle "El murmullo típico del tumulto" es un detalle que chirría mucho porque el tumulto es, precisamente, uno de los grandes temas de este juicio para una de las partes, la que acusa.

Tumulto es lo que justifica la prisión provisional de los nueve acusados encerrados desde hace más de un año y es lo que sostiene la dureza de la instrucción de Llarena. Tumulto o no tumulto lo cambia todo. Tumulto es la línea argumental básica de la acusación. Que ella hable de tumulto y relacionado con un murmullo de gente suena a intento de intentar reforzar ante el tribunal la tesis de la fiscalía.

Y que precisamente ella, que como particular ha manifestado públicamente una ideología absolutamente opuesta a la de los acusados, cuando actúa en calidad de funcionario público ejerciendo sus funciones hable de tumulto y lo adjudique a un murmullo que le venía de la calle... qué quiere que le diga... sorprende. Porque considerar que un cierto murmullo es típico o no de un tumulto implica que el testigo ha estado en varios tumultos y puede distinguir por el tipo de murmullo cuándo lo es y cuando no. Y me temo que este es el caso porque no consta que esta señora haya estado en muchos tumultos.

Como también sorprende el interés por citar repetidamente dos nombres que también son claves en la construcción de la acusación: Carme Forcadell y la intendente Teresa Laplana, a pesar de que ella está en otra causa. Hasta ahora ningún testigo las había mencionado por iniciativa propia y sorprende el interés de este testigo en ir repitiendo una vez y otra sus nombres, sin venir a cuento. Sobre todo en el caso de Carme Forcadell, de quien decía que había oído su voz en medio del tumulto y ha quedado totalmente acreditado que la voz era de la diputada de Esquerra Raquel Sans (que no, no es la presentadora del TN).

Pero seguramente estas observaciones que quería compartir con usted son fruto de mi malévola imaginación. Como lo es que el relato de la testigo, lleno de valoraciones personales, no ha sido parado en ningún momento por el juez Marchena, como ayer tampoco fueron paradas las disquisiciones del señor Pérez de los Cobos. Lo que sucede es que eso último no lo digo yo sino que me lo dijo un exjuez con quién seguí la sesión. Y él si que sabe.