¿Ahora usted me pregunta por los temas que realmente interesan a la gente? Pues ir a un mitin. Por supuesto. Junto con comprar papel de WC cuando hay un confinamiento. Apasionantes. Las dos cosas. Como el concepto que hoy ha encendido a los catalanes, y relacionado con eso de los mítines: "derecho a la participación política". Hombre (y mujer) claro que estamos muy a favor. De hecho somos firmes partidarios. Y partidarias. Y nos lo defiende la ley. Más a favor todavía. Ahora bien, qué sucede cuando a la ley que nos garantiza al derecho a la participación política la sobrepasa la realidad? Para hacerlo gráfico: imaginemos que usted tiene una casa delante del mar. ¿Tiene derecho a vivir allí siempre? Por supuesto. Pero, ¿verdad que si hay una amenaza de tsunami, usted huirá rápidamente? Claro, porque en aquel momento el derecho a largarse para no morir ahogado está por encima al derecho a vivir siempre en su casa.

Con los mítines de esta campaña, de unas elecciones que todavía no sabemos oficialmente qué día las haremos, sucede lo mismo. Tengo que tener todo el derecho a poder ir a un mitin, sólo faltaría. Ahora bien, cuando tengo limitada la movilidad para hacer mi vida habitual, no puedo visitar a los familiares que viven en el pueblo del lado, no puedo salir a la montaña si vivo en la costa y viceversa, no puedo salir a cenar, no puedo salir a tomar un gin-tonic, los fines de semana no puedo comprar ni un libro ni una camisa, a las 10 de la noche tengo que estar en casa y si voy por la calle entre las nueve y media de la mañana y las trece horas y entre las tres y media y el toque de queda y tengo un grave y repentino apretón, tengo dos opciones: o me lo hago encima o alivio entre dos coches... cuando me pasa todo eso, si para respetarme el derecho de poder ir a un mitin hacen una única excepción y es esta, a servidor se le provoca una reacción que no diré porque ahora mismo no gustaría utilizar palabras feas.
Y ahora hablemos de los mítines. Tengo derecho a ir a un mitin, perfecto. Pero, ¿qué es un mitin? Un espectáculo pensado para tener un minuto de directo en los informativos de las televisiones o 30 segundos en una crónica de campaña y generar cortes de voz para las radios. Una reunión donde van únicamente los militantes, que muchas veces son transportados de otros lugares por poder llenar. ¿Y, qué más es un mitin? Un acto que al contrario de lo que sucedia en el siglo XIX ya no se va con carro o con una mula, sino que puedes seguirlo en streaming y en riguroso directo desde la cima del Everest. Si fuera el caso.

Mire, le explicaré una cuestión personal. Servidor no quería cubrir ningún acto de campaña porque ya estoy muy mayor y si me voy mucho rato de casa me añoro, pero desde que sé eso de que para ir a un mitin sí que puedo transitar de pueblo en pueblo, ¿sabe qué he hecho? Me he apuntado a todos los mítines y he quedado con familiares y amigos. En unos casos llevaremos unos tapers con canelones y unas neveritas con vino y cava y en las gradas celebraremos la comida de Navidad que aplazamos por la cosa aquella de las burbujas. En otros, con la excusa del mitin, aprovecharemos para sacar el vientre de penas después de tanto confinamiento. ¿Mitin de Esquerra en Poblenou del Delta? Con la excusa, todos para allá a cascarse un arrocito de alcachofas y anguila. ¿Mitin de Junts en Calella de Palafrugell? ¡Garoinada! ¿Del PSC en Valls? ¡Calçotada! ¿De los Comunes en la Seu d'Urgell? ¡A comprar quesos a casa Eugene! ¿Del PP en Vic? ¡Directos a comprar butifarra y "pilotilles" y después a comer una buena sopa torrada! ¿De Ciudadanos en Tàrrega? ¡Por favor, unos caracoles! ¿Del PDeCAT en Falset? Al Calaix de Sastre a por unos vinitos y una buena ensalada de tomate. ¿De la CUP en Móra la Nova? De cabeza a La Piazza a devorar la pasta con foie.

Y ahora usted me hará una segunda pregunta: ¿Muy bien, aprovecha para pasearse con familia y amigos y ponierse las botas pero ¿y el mitin qué? ¿Perdone, lo qué?