No, Twitter no es la realidad. Como la propia realidad real tampoco es toda la realidad sino sólo una parte. Porque nadie conoce toda la realidad. Porque es imposible. Porque hay tantas realidades como personas y es imposible conocerlas en todas. A todas las personas y a todas sus realidades.

A partir de aquí hay dos tipos de personas: 1/ las que intentan entender el máximo número de realidades existentes. O al menos las más significativas. O las más extendidas y 2/ las que pretenden hacernos creer que la realidad que han creado ellos (o ellas) es la realidad total. Y eso último, en política, pasa cada vez más a menudo.

Es habitual leer aquello de: "si yo hiciera caso de mi TL de Twitter ahora mismo tendría mayoría absoluta el portero de mi casa" (y digo "portero de mi casa" como ejemplo para no decir ningún nombre de ningún partido que se pueda ofender, pordiosylavirgen). Bien, pues si usted tiene la sensación de sufrir este síndrome, permítame que le diga que usted tiene un problema. Y este problema es culpa suya.

Usted puede escoger en Twitter entre millones de posibilidades. Y la única diferencia entre unas y las otras es que en la vida analógica tiene menos posibilidad de escogerlas. En número, pero no en variedad. En Twitter, en cinco minutos y sin moverse desde el sofá de su casa, usted puede ponerse a seguir a 50 mil australianos (como por decir una cifra) y saber qué piensan y qué les preocupa. En cambio, sin moverse del sofá de su casa es complicado conocer personalmente y en cinco minutos a 50 mil australianos. Y todavía es más complicado descubrir qué piensan y qué les preocupa a todos ellos (y a todas ellas). Incluso aunque su sofá estuviera situado en un comedor del centro de Melbourne.

Pero eso no quiere decir que si usted escoge a 50 mil australianos, usted conozca toda la realidad australiana. Conocerá únicamente la realidad de estos 50 mil. Y si resulta que estos 50 mil son los únicos 50 mil australianos que defienden canonizar todos los canguros, usted pensará que en Australia hay un clamor para canonizar a todos los canguros. Pero si usted sigue en Twitter a los otros veinticuatro millones novecientos cincuenta y cuatro mil australianos que ignoran la existencia de un movimiento a favor de la canonización de los canguros (sí, Australia sólo tiene 25 millones de habitantes), su realidad será la opuesta. ¿Y, cuál será la verdadera? Bien, lo serán las dos, pero una será más real que la otra porque es la mayoritaria.

Pues bien, si usted sigue una pequeña comunidad de Twitter y cree que lo que ellos le dicen sobre la realidad es lo que acabará sucediendo y después eso no sucede, no se queje. Si usted se ha autoengañado libremente encerrándose en una habitación pequeña en vez de pasearse por un edificio de 100 pisos lleno de habitaciones y observar qué pasa en ellas, aunque lo que pase no le guste, no se queje.

Sí, como se dice a menudo, Twitter es una taberna de borrachos. Y es tanta taberna de borrachos virtual como una taberna de borrachos real en la cual usted decide entrar y quedarse a vivir. Por lo tanto, si usted está a gusto viviendo en una taberna de borrachos, después no se queje del comportamiento de los borrachos de la taberna donde ha decidido instalarse.