Cayetana Álvarez de Toledo no sólo es marquesa de Casa Fuerte. No sólo es periodista e historiadora. No sólo fue diputada del PP en el Congreso, donde fué la portavoz adjunta del grupo parlamentario. No sólo fue jefa de gabinete de Ángel Acebes. No sólo fue la gran apuesta política de José María Aznar y la musa de Pedro J Ramírez. Y no sólo es actualmente la jefa del área internacional de la Fundación FAES. No, "Cayetana", como es conocida en Madrit (concepto), también ha sido la protagonista en la sombra de la declaración de Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau. Por su sorprendente presencia, por como ha aparecido en todas las imágenes y porque dentro del TSJC ha hecho lo que le ha dado la gana, incumpliendo una ley que, por cierto, algunos mossos presentes en el edificio han hecho cumplir al resto con malas maneras, una mala educación evidente y, en algunos casos, con gritos.

Si usted ha seguido la transmisión televisiva o los resúmenes, Cayetana era la señora rubia de pelo liso que estaba situada a la izquierda de la pantalla, detrás de los acusados y que, la mayoría del rato, ha estado con los brazos cruzados. Después le daré más detalles, pero como aperitivo le diré que esta señora, acompañada del periodista Arcadi Espada, se ha saltado todos los controles de seguridad. Y que, cuando el responsable de los Mossos que controlaba la puerta ha sido advertido, tanto por algunos periodistas como por la responsable de prensa del TSJC, hemos sido ignorados. ¡Un gran aplauso para esta gran profesionalidad!

La prueba de lo que digo es que por este pasillo de vallas que ve en la foto de aquí debajo, y por donde circula la pareja, sólo se podía acceder si eras acusado, familiar o abogado de unos de los acusados. Y, hasta donde yo sé, ni Cayetana ni Arcadi Espada son ninguna de las tres cosas. Pero vaya, que si el mosso que también le ha permitido hacer fotos y grabar vídeos con el movil, cosa totalmente prohibida en los edificios judiciales, tiene alguna información que desconozco, entonces, sin problemas.

Pero bien, vamos al principio. La cosa ha empezado a las 7:37 en la puerta del domicilio del expresidente:

Unos instantes antes de esta breve conversación, un matrimonio que esperaba desde hacía más de un cuarto de hora y soportando un cierto fresquito ha saludado a Artur Mas y a su mujer, que junto con su madre y su yerno, han formado la comitiva familiar. Antes de subir al coche, la pareja expresidencial se ha hecho lo que se llama un "pikito" y se han marchado hacia el Palau de la Generalitat. Un servidor se ha dirigido hacia el TSJC, donde a las 8:10 ya había conseguido acreditarme:

Los periodistas que tenían que cubrir la declaración desde alguna de las tres salas de prensa habilitadas, han subido al segundo piso. Los que teníamos que entrar en la sala hemos sido agrupados en el salón de los pasos perdidos, en el primer piso. Allí nos han explicado las reglas del juego. Nada de dispositivos móviles, nada de tuits, nada de fotos, nada de wifi. De eso último no hay en ningún edificio judicial por seguridad. Tampoco se pueden hacer fotos desde dentro hacia fuera. A un compañero que lo han pillado inmortalizando la manifestación exterior desde una ventana, un mosso le ha hecho borrar la foto delante de él. Si hubiera sido Cayetana habría podido hacer el álbum de la primera comunión.

A las 8:49 han llegado al lugar donde estábamos los abogados de los tres acusados. Llevan togas buenas. Y aseguraría que, en algún caso, hecha a medida. Recuerdo que una vez que acompañé a una amiga abogada a un juicio por turno de oficio, la toga que le tocó (que te la dan en una especie de guardarropa) apestaba a sudado. Y, como es alta, le llegaba a las rodillas. Este ha sido el momento en que he aprovechado para ir a buscar agua en la máquina de la planta baja. 60 céntimos por una botella pequeña. De vuelta me he encontrado con un señor con toga a quien le he preguntado si era un abogado de la acusación particular. Y no, era un abogado llegado de Girona que venía a dar apoyo y ver si podía entrar a la sala. No lo ha conseguido. Claro, no era Cayetana.

Y llegamos a las 8:58, momento en que ha aparecido por allí Arcadi Espada, acreditado como periodista de El Mundo. Se acercaban las 9, hora prevista para el inicio de la vista, y los periodistas nos hemos acercado a la cristalera que da a la escalinata de entrada con el propósito de ver alguna cosa. Problema: la cristalera tiene un dibujo y sólo deja unos 3 centímetros de espacio entre el final del dibujo y el marco de madera. Imaginese a unas 25 personas estampadas al cristal como si fuéramos un muñeco con ventosa de estos que (algunos) todavía llevan en el coche.

9:10. Un mosso, muy amable todo él, nos aparta del vidrio con un grito de una potencia digna de elogio y acompañado de la frase: "Prensa, iros para allá con un poquito de rapidez" (sic). Por las formas y el contenido, imagino que antes de ser mosso, este ciudadano trabajaba con ganado. Cuando estamos muy apartados "para allá" y lo hemos hecho "cono un poquito de rapidez" me encuentro a tres alcaldes. Los reconozco porque van con la vara. Uno de ellos es de Els Pallaresos. Intentarán entrar en la sala de vistas. Lógicamente sin éxito. Ellos tampoco son Cayetana.

A las 9:14 me aparece la eficiente Mariona Planas, miembro del equipo de prensa del TSJC, con una libreta y un bolígrafo para que pueda tomar notas en la sala de vistas. Todo un detalle, teniendo en cuenta que no podremos usar ni móvil, ni ordenadores ni tabletas. Por cierto, aprovecho para agradecer su trato, su profesionalidad y las facilidades que nos ha dado para poder trabajar en unas condiciones nada fáciles.

Hago pasar el tiempo mirando a una pantalla situada en uno de los laterales de los Pasos Perdidos donde, como si fuera una estación de trenes, un aeropuerto o las urgencias de un hospital, aparecen todos los juicios del día. Hay 16 programados y allí dice que todos van en hora. Bien, menos el que nos ocupa, que tenía que empezar a las 9. Y no.

A las 9 y media, y por uno de los laterales de la gran sala, hemos visto pasar a los tres acusados en dirección a la sala de vistas. Instantes después nos han dejado salir del confinamiento y nos han trasladado a la puerta de acceso al pasillo que desemboca en la citada sala. Allí hemos escuchado la crónica en directo que Arcadi Espada hacía para algún medio que desconozco. Destaco la frase "en la calle está el honrado pueblo jubilado que ha sido traído en autocar".

A las 9:43 nos han dejado entrar, por fin, a la sala. Con nosotros ha entrado la ya famosa Cayetana. En calidad de invitada por la acusación popular. Como público no, porque el público ha entrado después. Cuando accedemos, los tres acusados ya están sentados en el banquillo, de espaldas a nosotros y de cara al tribunal. A la izquierda Irene Rigau, a la derecha Joana Ortega y en medio Artur Mas. Una vez todos los asistentes nos hemos sentado en unas cómodas sillas de terciopelo color mostaza ha entrado, entonces sí, el público. Y si usted se pregunta cómo se conseguía el acceso, pues muy fácil: al ser una audiencia pública, ibas a la puerta, hacías cola y, para dentro. Hay que decir que han sobrado sitios. También en el espacio habilitado para los periodistas, donde de 20 sitios previstos sólo hemos ocupado 11.

A las 9:47 han cerrado puertas y ha empezado la cosa. Primero con la advertencia del presidente del tribunal y del TSJC, Jesús María Barrientos, de que pusiéramos los móviles en modo avión. Entonces han entrado 3 compañeros gráficos y una cámara de TV. Cuando han salido, han entrado tres cámaras más. Y entonces ya han empezado las consideraciones previas, una cosa técnica en la que no nos entretendremos. Aquí ha aparecido una figura que me ha gustado mucho. Cada vez que una de las partes aportaba un documento nuevo, aparecía un señor con un polo negro y unos pantalones marrones que cogía los papeles en origen y los repartía a los diferentes destinatarios.

A las 10:18 el presidente del tribunal ha anunciado 10 minutos de receso para estudiar las diferentes demandas de Fiscalía y abogados. Rigau y Ortega han salido de la sala y Mas ha venido hacia la prensa. Con la compañera Carme Clèries de Catalunya Radio le hemos preguntado por el pin que llevaba. Nos ha explicado que es el de presidente y que lo llevaba para "demostrar que iba para afrontar una situación que había ocurrido cuándo era presidente". A mi lado estaba sentada una redactora de France-Presse llegada expresamente de Madrid, que le ha preguntado cómo estaba. Mas le ha contestado, en francés, que estaba tranquilo, que aquel era un juicio sin precedentes, que era un día histórico porque por primera vez se juzgaba a un presidente de la Generalitat y que volvería hacer el 9-N. Instantes después han vuelto Rigau y Ortega. la exconsellera de Ensenyament llevaba en la mano un Toblerone. Nos ha explicado que cuando se reúne con unas amigas, siempre se come uno. Ah, y que ha invitado a la exvicepresidenta a compartir un trocito.

Aclaradas las cuestiones previas, ha empezado el juicio oral. Ninguno de los 3 acusados ha querido responder preguntas ni del fiscal ni de la acusación particular. A las 10:37, Artur Mas ha abierto plaza contestando a las preguntas de su abogado. La declaración, en catalán y con intervenciones del presidente del Tribunal en catalán y castellano, ha durado hasta las 11:19. Mientras Mas se ha explicado, el fiscal tomaba notas en un ordenador y la abogada que representa a las diferentes partes personadas como acusación particular recibía la traducción de otro letrado. A continuación han declarado Joana Ortega, durante 33 minutos, e Irene Rigau, por espacio de 22 minutos. Cuando la exvicepresidenta ha vuelto al banco ha recibido por parte de Mas un golpecito de apoyo en la espalda.

A las 12:14, una vez acabadas las declaraciones, el presidente Barrientos ha suspendido la sesión hasta mañana por la mañana a las 9. Los tres acusados han saludado a los familiares presentes y los periodistas hemos podido compartir impresiones con ellos. Uno de los temas ha sido la corbata de Mas. Según Ortega, "de un color desafiante". Rigau ha comentado que los juzgan "porque todo fue demasiado bien" y Mas ha destacado las veces que el presidente del tribunal le ha llamado la atención.

Y ahora volvemos al inicio. Cuando los acusados han abandonado finalmente la sala acompañados de los familiares y se han dirigido a la escalinata de salida, Arcadi Espada y Cayetana Álvarez de Toledo se han añadido al grupo. Espada ha conseguido llegar al expresident y hablar con él mientras bajaban la escalinata interior. Mientras, Cayetana hacía fotos y grababa vídeos, cosa que ya he explicado que está totalmente prohibida y que nadie ha impedido. Algunos periodistas y una miembro del equipo de prensa del TSJC hemos avisado de este hecho a los mossos que custodiaban la puerta y hemos sido ignorados. ¡Bravo! Al final, los dos han conseguido saltarse todos los controles y protocolos y aparecer en la escalinata de salida, donde se han quedado unos 10 minutos largos. Supongo que esperando que alguien les dijera alguna cosa. Y, como nadie les ha hecho caso, finalmente se han marchado. Por el espacio de seguridad por donde no podía acceder nadie. Bien, nadie, menos ellos.