Todos los países que han sufrido una dictadura han acabado ajustando las cuentas con su pasado de una manera u otra. Ha habido juicios, condenas y prisión y se ha resarcido moralmente a las familias de los asesinados, desaparecidos y torturados. ¿Todos los países? ¡No! Menos en un estado de la península ibérica donde unos irreductibles neofranquistas resisten la invasión de la memoria histórica y tiene que ser la justicia argentina quien intente ocuparse de la cosa.

Y es así como este jueves Rodolfo Martín Villa, ministro del Interior, y de Gobernación y de Relaciones Sindicales durante la modélica Transición, tiene que declarar vía telemática desde la embajada argentina en Madrid para responder de 13 delitos de homicidio agravado en un contexto de crímenes de lesa humanidad. La jueza María Romilda Servini tiene interés en que el señor Martín Villa le comente detalles relacionados con sucesos que nunca han sido ni juzgados ni aclarados. Por ejemplo, el asesinato por disparos de la policía de cinco trabajadores en Gasteiz en marzo de 1976, en una masacre indiscriminada donde también hubo 150 heridos de bala. Unos hechos que inspiraron a Lluís Llach para componer las Campanades a Morts ("asesinos de razones y de vidas, que nunca tengáis reposo en ninguno de vuestros días"). Y ya que estamos, Servini también querría explicaciones de los Sanfermines de 1978, cuando los grises entraron en la plaza de toros de Pamplona y cargaron contra los 20 mil asistentes, provocando unos incidentes posteriores donde la entonces "Policía Armada" mató una persona de un tiro en la cabeza y causó 150 heridos, diez de los cuales de bala. Y si tiene queda tiempo, tambien le gustaría que le comentará diversos asesinatos cometidos por una ultraderecha que en aquellos años se movía impunemente como unos Blanquernas cualquiera, pero al por mayor.

Eso, como decía, será el jueves, pero hoy lo relevante es que, cual tormenta de verano, nos ha aparecido del nada la noticia que explica y pone en contexto por qué Martín Villa y el resto de Martínes Villas no sólo no han tenido que responder nunca de nada de lo que sucedió durante la Modélica, sino que durante más de 40 años han sido respetables ciudadanos que el único problema que han tenido en su placentera vida ha sido el mareo causado por tanta puerta giratoria de cargo en cargo. Y la noticia-tormenta se llama "Todos para uno y uno para todos en el rescate de los que son de los nuestros" en forma de cartas de apoyo al exministro firmadas por los sospechosos habituales del Grupo de Resistencia No Me Toques el Regimen .

Eldiario.es avanza la lista: los cuatro expresidentes españoles vivos (Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy), cuatro exsecretarios generales de la UGT y CCOO (Nicolás Redondo, Cándido Méndez, Antonio Gutiérrez y José María Fidalgo), Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y Miquel Roca (en calidad de "padres de la Constitución") o Josep Borrell, actual vicepresidente de la Comisión Europea y Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. ¿Resumen de los argumentos de las cartas? Rodolfo es muy buen chico, lo hizo muy bien y no es responsable de nada. Y en el caso de Felipe González, además, añade aquel verbo cálido que siempre brota de sus afirmaciones: "Se deberían depurar responsabilidades de los que, a mí juicio, de mala fe instaron este proceso sin sentido". O sea, que los denunciantes, a prisión. Con un juicio justo, naturalmente, que podrían conducir el fiscal Zaragoza y la jueza Lamela, para citar dos nombres.

Total, que como sucedió con Emérito I, el Régimen se defiende y defiende al Régimen. Las suculentas pensiones son sagradas y hay que defenderlas, por si las moscas. Bien, las pensiones y el buen nombre. A ver si ahora, para no querer firmar una inocente carta, resulta que acaba saliendo algún papel que Villarejo tenía distraído por alguna parte. Y, qué narices, además la familia es sagrada.