No diré ni la emisora ni cuando pasó, pero ahora le explicaré un pequeño secreto. Me jugué con una persona de aquel medio a que si en un informativo poníamos reacciones de premiados de la Lotería de Navidad de otros años, nadie notaría nada. Y, efectivamente, nadie notó nada.
Dicho esto, el día de la Lotería de Navidad es un horror total y absoluto. Es un atentado al buen gusto y al criterio.
La transmisión televisiva es insoportablemente monótona. La imagen es la de unos pobres niños (y niñas) vestidos de señores (y señoras) mayores, ataviados como para ir a un entierro de tercera en un pueblo deshabitado y rodeados de unos señores tristes, antiguos, con sueño permanente y que llegaron tarde a la última evolución de la especie.
Y durante cerca de 4 horas, una cancioncilla que te perfora tanto el cerebro que es eximente en vistas donde al acusado lo juzgan por entrar en una tienda de Lladró y romperlo todo con mucha violencia. Y en ese espacio de tiempo sólo hay 5 momentos que calificaríamos de "interesantes": primero, segundo y tercer premio y los dos cuartos. Y ya está. El resto es morralla innecesaria. Las otras cuatro horas menos 10 minutos son una derrota total...
Pero espere, que lo peor no ha llegado. Para hacer más digerible el polvorón mezclado con caramelos de café con leche de aquellos que se enganchan en las muelas, los señores lotería decidieron un buen día promover que en la sala de sorteos hubiera una fauna humana que a mí me provocan una ternura infinita. Una pobre gente, algunos de los cuales no están del todo enteros, que va allí a hacer lo que sea para salir en la televisión. Y no se dan cuenta de que su función es perder la dignidad para ser la carcajada de los espectadores y de los diversos reporteros que van en busca de la parada de los monstruos más delirante posible. Terrible.
Y después lo rematamos con lo que ofrecemos los medios. Durante minutos y minutos vemos, escuchamos o leemos la misma noticia, repetida exactamente igual durante infinitas veces. Ahora en Sabinánigo, ahora en Palau de Plegamans, ahora en Astorga, ahora en Deltebre. Una vez y otra vemos el mismo tipo de personaje haciendo y diciendo exactamente lo mismo en la misma situación. A saber:
- Gente a quien no le ha tocado la lotería gritando y saltando mientras se tira por encima cava barato, caliente y semiseco.
- Primer plano de una fotocopia del número premiado sostenida por una mano premiada.
- Gente que le ha tocado una participación premiada con 30 mil euros diciendo los tópicos de siempre que ahora no repetiré para evitar que me salga un sarpullido i que es quien sostiene la fotocopia.
- Los amos de la administración diciendo que no tenían ningún décimo del número premiado, pero que son muy felices de haberlo repartido entre gente que lo necesitaba.
- Un montón de periodistas preguntando a la gente la lista con las preguntas más obvias e inútiles posibles, pero porque lo más desolador es que no hay otras preguntas posibles.
Y esto, insisto, una y otra vez. Te dicen que es Almendralejo como podría ser Cubelles. Podría ser Camprodon o La Almunia de Doña Godina.
Y detrás de la cortina llena de caspa, las cifras. La emisión es de 3.300 millones de euros, de los que se destinan a premios 2.310. O sea, mil millones van a "gestión, administración y Tesoro Público". Fantástico. Tienen premio 15.304 números de los 100 mil en juego, cosa que significa una probabilidad del 15,3% de que te toque alguna cosa y un 0,001% de que el premio sea el gordo. Para decirlo rápido, la llamada "esperanza matemática" o relación entre el premio obtenido y la probabilidad de acertar es del 0,7%, cosa que traducida a números quiere decir que lo más normal es que de cada 20 euros invertidos ganes 14 y pierdas 6. El negocio de Roberto y las cabras.
Y ahora dos noticias. La mala es que no está previsto cambiar este formato. Josep Maria Mainat explica que hace años hubo una propuesta de hacer una cosa moderna. Fue imposible porque las polillas que habitan dentro del organismo de loterías se comieron la idea.
Y la buena noticia es que hasta dentro de 364 días no volveremos a sufrir la Lotería de Navidad.