Viendo este título usted ahora puede pensar que leerá una pieza sobre la inmensa hermandad existente entre Junts per Catalunya y el PDeCAT. Y no. Puede pensar que va del extremo compañerismo que adorna la relación entre Ciudadanos y el PP. Pues tampoco. Y mire que aumenta cada día que pasa. Podría pensar que va de la unión sin fisuras que rige el contacto entre Esquerra y los Comuns. Nooo. Podría pensar que va de la fraternidad ilimitada que ilumina el día a día del PSC y los Comuns. Bien, pues ahora me sabe mal decirle eso que le diré, pero usted hoy no acierta ni una. No, no, la pieza va de Junts per Catalunya y Esquerra.

Qué armonía. Qué concordia. Qué equilibrio. Qué estabilidad. Qué amistad indestructible. Qué paz interna. Qué acuerdo infinito. Qué unanimidad permanente. Qué relación más indisoluble. Qué complicidad. Qué ausencia de reproches. Qué ejemplo de convivencia. Junts per Catalunya y Esquerra no son dos, es uno solo e indisoluble. Son una piña tan compacta que es imposible extraer un solo piñón de su interior. Ni con dinamita.

Que si tú has hecho una cosa sin decirme que la harías y, por lo tanto, la hiciste sin que yo supiera que la harías, pero resulta que tú dices a todo el mundo que sí que me dijiste que la harías sin que a mí me conste que me dijeras que la harías y, como tú tampoco puedes probar que me dijeras que la harías, esta circunstancia hace que yo afirme que tú no me dijiste que harías la cosa que hiciste y que finalmente hiciste basándote en que, según tú, me habías dicho que lo harías a pesar de quedar demostrado que no me dijiste que lo harías.

Que si tú y yo decimos que negociamos y resulta que sin haber acabado de negociar nada, sales tú diciendo que hemos llegado a un acuerdo y entonces salgo yo diciendo que no hemos llegado a ningún acuerdo a pesar de la voluntad de conseguir un gran acuerdo, pero enseguida sales tú diciendo que sí, que hemos acordado un punto concreto del acuerdo total, cosa que no significa el acuerdo total, evidentemente, pero sí que es un paso en la buena dirección y yo digo que todas las partes nos hemos puesto a trabajar a fondo en un acuerdo global y tú dices que ayer estaba acordado un acuerdo que esta mañana has negado que existiera y yo contesto que hace falta un acuerdo que demuestre una gran inteligencia colectiva extendiendo las manos a todo el mundo y tú añades que estamos en la línea del acuerdo global que contemple todas las sensibilidades que encajen en un pacto unitario fundamentado en el respeto a los posicionamientos parciales que se ponen sobre la mesa en las negociaciones y yo lo remato con el llamamiento a un trabajo incansable para un acuerdo fruto del estudio de todas las propuestas hasta encontrar la que encaje en el objetivo deseado por ambas partes. O sea, nada. De nada.

Y una vez dicho todo eso, tú y yo apartamos las cabezas porque vuelan sillas. Y alguna piedra con cemento dentro para hacerla más contundente.

Y mientras, el resto nos lo miramos atónitos y sólo tenemos ánimo de exclamar: esto de la política es muy cansado, sobre todo para quien no la hace.