La película "Un día de furia" nos muestra como a un señor en principio "normal" de repente se le gira la pinza y situaciones que en otro momento serían, también en principio, "normales", lo dejan de ser. Y a partir de aquí empieza un auténtico rosario de la aurora. Pero la carrera hacia la violencia del personaje que interpreta Michael Douglas no empieza aquel día. No, existe un pequeño escape de gas que cada día va perdiendo un poquito hasta que la chispa más pequeña e inesperada provoca que aquello estalle. Y justamente sucede aquel día.

No tengo ninguna prueba, ni ningún estudio, ni nada. Y ni tan sólo tengo idea del tema, pero estos días estoy viendo cosas que me recuerdan el inicio del filme citado. Tengo la sensación de que se está cociendo alguna cosa que si nadie hace nada, acabará saliendo por alguna parte. Sí, son las manis por el caso Hasél, pero también son más cosas y en otros lugares.

Es cierto que a las concentraciones en apoyo a Pablo Hasel va una parte muy minoritaria del total del censo. Y también es cierto que los incidentes posteriores son una mezcla de muchas cosas, incluidas presiones relacionadas con posibles pactos postelectorales. Pero mucha gente que se queda en su casa y se lo mira por la TV o por las redes quizás no quemaría un contenedor, pero cuando ve que queman piensa que "ya lo apagarán y mañana ya pondrán otro, que con la que está cayendo un contenedor es poco y tampoco hay para tanto".

Pero pendientes de los contenedores de BCN, Girona y Tarragona convertidos en las hogueras de Sant Joan que nos quedaron pendientes del año pasado, hemos perdido de vista -por ejemplo- los hechos de Vic, donde se intentó asaltar una comisaría de los Mossos. Ojo, que eso no es un hecho menor. Y, sobre todo, con lo que sucedió en Linares, cuando dos policías borrachos y fuera de servicio apalearon un padre y su hija y centenares de ciudadanos salieron a la calle a quemarlo todo. Las imágenes corrieron y en poco rato centenares de personas indignadas por unos hechos intolerables y que demuestran en manos de quien estamos, salieron a la calle con ganas de juerga. ¿Por los hechos? Seguro. Pero en una ciudad con un 24,94% de paro a la gente le cuesta muy poco calentarse.

A ver que el caso Hásel no sea el primer escape en una cañería por donde acabará saliendo una brutal crisis económica que se está cociendo a fuego lento y que veremos cómo acaba. Un, de momento, pequeño agujero donde hacen cola para reventarlo todo miles de negocios que ya no abrirán y que dejarán miles de autónomos arruinados y sin cobrar ningún paro ni ayuda, miles de puestos de trabajo del turismo que veremos si vuelven, una parte importante de la sociedad que ha visto como una pandemia que nos afectaba en todos desde el punto de vista sanitario sólo a ellos los afectaba hasta el punto de borrarles de la posibilidad de ganarse la vida, un paro juvenil desbocado que sitúa una generación ante un no futuro, unas ayudas europeas que todavía no sabemos donde irán pero de las cuales ni usted ni yo veremos un céntimo, una administración colapsada y desbordada que siempre pide pero que nunca da... y así podría continuar unas cuantas líneas más. Y durante la reciente campaña de todo eso no ha hablado nadie. Parece que no suceda, pero está. Y ya se sabe qué pasa cuando la gente no tiene nada que perder. 

Tengo la sensación de que mucha gente a quien no le gusta la violencia se mira los contenedores quemados sin ninguna pena. Y tengo la sensación que si seguimos así y nadie hace nada para evitarlo, veremos "Un día de furia" en 3D-sensorround directo y en vez de palomitas, habrá hostias. Y me gustaría mucho equivocarme.