—Hola, soy una vacuna de la empresa Pfzisert. Usted no me conoce, pero créame, mi eficacia es comparable a la de Griezmann y Dembélé juntos. O más. Usted se me pone a mí misma en vena y ya verá cómo cambia su vida. Bueno, en vena y en la bolsa, si fuera tan amable. Que aparte de curar coronavirus también curo cuentas corrientes de mis dueños, una cosa que es muy bonita de hacer por la solidaridad y tal. Y cual. La propia. ¿Que por algún sitio se tiene que empezar, no?

—No le haga caso, la vacuna buena soy yo, la de la empresa La Modernista Puntual, Antigua Casa Paquita. ¡Oh, qué vacuna! Plancha, cose, baja la basura, pasea al perro de madrugada, cuelga cuadros rectos y soluciona pequeños problemas informáticos y se disfraza de Mariona Rebull, la modernista más puntual. Lo tengo todo. Y si se me inyecta, ya no hará falta que vaya a Turquía a implantarse una pelambrera en la bola de billar craneal porque le saldrá una mata de pelo que ni Pepe Bono. Bueno, eso en caso de que sufra alopecia. Si no tiene, quito arrugas, rejuvenezco y provoco la creación de masa muscular abdominal y glútea. De hecho, mucha gente me llama la vacuna de la tableta de chocolate.

—No, no, no, ni pensarlo. La vacuna que tiene una efectividad del 154% es una servidora, la Vakunin, que, como mi propio nombre indica, soy rusa. Piense que si se me inyecta a mí, sucede como con esto de la famosa "erre", pero al revés. O sea, cada persona que se me administra cura a media más. Sí, es cierto que para conseguirlo tendremos que cortar parte de la población en dos y sanar una de las dos mitades, pero para nuestro querido líder Vladímir Putin no hay nada imposible.

—No haga caso de nada de lo que ha oído hasta ahora. La solución la traigo yo, la vacuna Quielebolsa, nacida donde empezó todo, en Wujuan. ¿Quiere más garantía de kilómetro cero? Y le diré más, estoy elaborada con sangre de pangolín, diente de murciélago transmisor y contenedor lleno de gatos dorados que mueven la manita. Mi efectividad es del 309%. El pequeño problema, que más que pequeño diría que es insignificante, es que tengo que ser administrada en 10 dosis que tienen que guardarse a 450 grados positivos. O sea, vendré en una caja con las botellitas correspondientes y un horno de fusión por inducción basculante. A ver, que sí, que pesa 114 kilos y mide 130x110x93,5, pero no sufra, que hemos diseñado una caja muy fácil de transportar.

—Hola, vuelvo a ser la vacuna de Pfzisert. Que me había olvidado de que nuestra compañía es muy amable y ha ayudado a varios abuelos a cruzar la calle. Sí, es cierto que eran abuelos inversores y que la calle era la de delante de la bolsa de Wall Street, pero eso no disminuye nuestra humanidad y nuestro compromiso social.

—Desde La Modernista Puntual, Antigua Casa Paquita, nos vemos en la obligación de intervenir nuevamente para puntualizar que nuestra vacuna se tiene que guardar a 40 grados bajo cero, con lo cual en cada CAP instalaremos un tupper de tamaño grande y un rider de "Globitto" irá poniendo cubitos de hielo. Sin cesar. Y la conservará perfecta para ser consumida.

—Nada de todo esto es cierto. El resto de vacunas que todavía no hemos aparecido para hacernos propaganda queremos comunicar públicamente a la ciudadanía que las más efectivas de todas somos nosotras. El problema es que todos los lunes, que es el día en que las vacunas salimos a decir que somos las mejores, ya están ocupados hasta febrero. Pero tenga un poquito de paciencia, que hay virus para días. ¡Muchas gracias!