Se han enfadado. Todavía más. Y mire que era difícil porque ellos (y ellas) ya son unos enfadados por naturaleza. La diferencia, total, ha sido contra quien disparan. Ahora el objetivo no es ningún catalán, ni ningún podemita, ni ningún "artista de los de la ceja", ni ninguna otra de sus bestias negras. No, ahora el destinatario de sus iras es uno de los "suyos", pero que realmente no lo es. Por qué, ¿es que sabe qué pasa? ¡Cómo puede ser del suyos un tipo tan blando como él!

La caverna está indignada con el ministro Cristobal Montoro que, en sólo 24 horas, ya ha probado la medicina que los señores (y señoras) caverna normalmente recetan y administran al grupo de enemigos citados anteriormente. Y así ha sido como alguien del PP es un traidor, un mal español y un cómplice de los terroristas procesistas. Ah, y sobre todo, ya ha estado convenientemente insultado. Porque si no insultan, no son felices. Seguramente es por culpa de la alimentación. De la suya. De la de los cavernarios.

Su pecado (el de Montoro) ha sido defender la falsedad del contenido del famoso informe de la Guardia Civil en el cual se basa el juez Llarena para acusar de malversación al gobierno de la Generalitat. Y claro, si según Montoro el informe miente, eso quiere decir que la acusación del juez está basada en una mentira. Y, por lo tanto, la acusación es una mentira. O sea, que se les desmonta el teatrillo que tenían montado. Y eso para los señores (y las señoras) caverna es inadmisible. Porque la verdad única y verdadera es siempre la suya.

Pues bien, estos simpáticos (y simpáticas) miembros cavernarios que ya tuvieron un disgustito considerable proveniente de Alemania por culpa de la decisión de lo que ellos (y ellas) llaman "aquel juzgado de pueblo", pues ahora les viene eso de Montoro... ¡Hoooome! ¡Es que es inadmisible! ¿Dónde se ha visto que la verdad sea más importante que la unidad de España y la destrucción política, personal y moral de los indepes?

Pero la actitud de Montoro no sólo no ha sorprendido la caverna sino que les confirma lo que ya sospechaban: este PP de Rajoy son un peligroso grupúsculo de moderados españolísticamente hablando impuros y a los que les falta testosterona y les sobran actitudes melifluas. En vez de entrar en Catalunya como se ha entrado toda la vida, es decir en tanque o bombardeando desde Montjuïc, este grupo de maricomplejines han permitido que los indepes vayan tirando. Y hasta hoy, cuando hay algunos que todavía no están en la prisión ni nada. Una vergüenza. ¡Y así vamos!

La cuestión es que esta actitud de los cavernarios pone nombres y apellidos en los que están convirtiendo a España es un Estado intransigente, intolerante, cabreado con el mundo y maleducado que Europa empieza a descubrir como una cosa extraña donde pasan cosas muy extrañas. Esta gentuza, que son una minoría muy bien situada, se ha apropiado de los mecanismos de control necesarios para secuestrar una cierta idea de España e imponerla a cualquier precio. Y quien se va, aunque sea un poquito, de este sectarismo, pasa a ser un traidor. Se llame indepe, se llame PSOE, se llame Montoro. Y todos los que no comulgan con las ruedas molino del golpismo cavernario, quedan señalados. Para siempre. Como los nazis señalaban a los judíos.

¡Señor Montoro, bienvenido en el club!