Empieza la sesión. Tiene la palabra para interrogar al acusado.

―Con la tenia, señoría. ¿Su nombre?

Pep Florolos.

―Jordi Pujol... perfecto. ¿Usted es catalán?

―Sí.

―¿Ha sido detenido alguna vez por ser catalán?

―Lo fui una vez por llevar una bandera catalana.

―¡No joda! Oiga, eso se avisa... Señoría, protesto porque el culpable me ha destrozado una pregunta que era buenísima.

―Y me dejaron en libertad sin cargos...

―¿Cómo? ¿Lo dejaron en libertad? No lo entiendo. ¡Señoría, vuelvo a protestar! ¡El culpable aquí presente fue puesto en libertad a pesar de ser catalán! ¡Que lo detengan ahora mismo!

―Bueno, ahora mismo hace más de un año que estoy en prisión...

―¿Qué me está container? ¿Pero, qué hizo hijo mío?

―Usted sabrá. Es usted quien me acusa...

―No intente cambiar de tema.

―No estoy cambiando de tema...

―Yo no he dicho que usted quiera cambiar de tema. ¿Me está diciendo que yo he dicho que usted quiere cambiar de tema cuando he dicho que usted quería cambiar de tema?

―Pero si lo acaba de decir.

―Mire, sabe qué, pues no hablamos del pasillo...

―¿De qué pasillo? Yo no he hablado de ningún pasillo.

―Hablado de pasillos. Aquí tengo una factura de unas obras hechas en su casa.

―En mi casa no he hecho obras.

―Construyó una muralla.

―Vivo en un piso de 56 metros cuadrados. No me cabe ninguna muralla.

―Aquí lo dice bien claro. ¡Muralla!

―No, aquí dice morralla. Es una lista de la compra donde apunté que necesitaba morralla. La morralla es el pescado de playa pequeño. Sirve para hacer caldo.

―¡A veces veo coches!

―¿Perdón, qué dice?

Devastados. ¡La sota de vastados! ¡Camarero otro poleo-menta! Pero me saque lo otro que creo que me está sentando mal.

―Bueno, es normal que le siente mal, sí...

―¡Siente! Efectivamente, siente coches. He visto siente coches. Y ahora ya no los veo. Ahora sí. Ahora no. ¡Y ahora veo dos!

―Oiga, por cierto, ¿cómo es que tiene en su poder una lista de la compra que es mía?

―¿Por lo tanto, usted reconoce que es de la ANC?

―¿Cómo dice?

―Estglugluglu no esunjuciglugluglu pobluitico.

―¿Perdone, puede ser que usted mismo se esté ahogando en la miseria solito?

―Gracias, no tengo más preguntas. Que pase el Delegado del Estado, el que tengo aquí colgado. Y devastado.