Hola, soy Pep Florolos, famoso autonombrado liberal, uno de los conceptos más prostituidos, intelectualmente hablando, junto con otros como "justicia" o "bilingüismo". ¡Ja, ja, ja! No, es broma. Yo sí que soy un liberal de verdad porque, como mi propio nombre y mi propia autodefinición indica, sufro una importante empanada mental que me hace practicar el liberalismo constitucional según cómo me levanto. Y dependiendo de lo que almuerzo, puedo cambiar de opinión a media tarde. O sea, soy un tipo coherentemente inconexo. Le pondré un par de ejemplos a ver si entiende mi cosa interior de mí mismo, propiamente dicha.

Yo exijo decidir cómo se tienen que educar mis hijos. Y punto. Como los maestros y los profesores son unos manipuladores profesionales que trabajan a las órdenes de George Soros, el sionismo, Venezuela, ETA, los lazis golpistas, los Jordis, la cúrcuma y la quinoa, no puedo confiar en su criterio. Sólo faltaría. A ver si resulta que les envío a mi hijo, confiadamente, me despisto un poquito y un día cualquiera me llega a casa un comunista, invertido, drogadicto, vegano y que quiere estudiar filología. O las cinco cosas a la vez.

Exijo decidir qué tienen que estudiar mis hijos porque soy yo y sólo yo quien puede y tiene que poder decidir sobre su vida. La de mis hijos, me vengo a referir. Porque el conjunto de la sociedad no tiene, ni tiene que tener, ningún criterio ni opinión sobre mi vida ni la de mis hijos. ¡Un poquito de liberalismo de este del mío, por favor! Un buen liberal siempre piensa en el bien individual.

Pero claro, estos que quieren reabrir las heridas de la Guerra Civil, ya totalmente cerradas gracias a los 80 años de paz (40+40), ahora pretenden esto de la eutanasia. La eutanasia, el asesinato de la gente indefensa. La eutanasia, un asesinato masivo para limpiar las listas de espera y cobrar comisiones de las funerarias. ¡Y eso sí que no!

No, nosotros no somos nadie para decidir si tiene sentido seguir viviendo cuando tu día a día se reduce a dolor, sufrimiento e impotencia. Y que lo es como paso previo a una muerte dolorosa llena de sufrimiento y impotencia. Eso no tiene que ser cosa nuestra sino que tenemos que dejarlo en manos de la sociedad, que es quien tiene que decidir y tiene que decidir que no. Porque es ella quien tiene que velar por el bien común, que tiene que estar por encima de las individualidades. Un buen liberal siempre piensa en el bien común.

No, de ninguna de las maneras nosotros tenemos que poder decidir si yo o mi hijo tienen derecho a escoger si, ante el sufrimiento innecesario, es mejor o no dejarlo correr con unos mínimos de dignidad y de compasión humana. Yo tengo que decidir qué educación recibe mi hijo, pero ni mi hijo ni nadie tiene que poder decidir sobre su vida. Sobre su vida humana, no sobre su vida vital, que sobre esta sí. O sea, no puede decidir cómo morir cuando morir es la única opción, pero yo tengo que poder decidir qué le enseñan en la clase de sociales.

Porque, ¿qué es más importante?: 1/ ¿Escoger los contenidos de una asignatura o de una actividad extraescolar o 2/ ¿Escoger si quieres dejar de sufrir? Naturalmente la 1. ¡Y viva la libertad! ¡Libre!