Los que hace tiempo no entendemos nada de lo que sucede y estamos atónitos, cada día entendemos menos nada y estamos más atónitos. La sensación es que todo lo que nos dijeron durante el último año y que era A porque sólo podía ser A, ahora es Z. Sin ningún problema y con una facilidad y alegría que pone los pelos de las rodillas de punta.

Y es así como vuelve a nuestras vidas un viejo conocido: el toque de queda. Que ahora le llaman "confinamiento nocturno". Bueno, o quizás no vuelve. Si, porque como esto también tiene que pasar por la justicia, puede suceder como en el País Valencià, donde han dicho que sí y adelante, o como en Canarias, donde han dicho que no. ¿Por qué? Buena pregunta, pero nuevamente no tengo la respuesta. Y tampoco tengo claro si la tienen ellos (o ellas). En todo caso la decisión del TSJC, que es quien se ocupa, desempatará el partido. Ah, por cierto, seguramente estoy mal fijado pero creía recordar que no hace mucho nos decían que para que hubiera toque de queda tenía que haber estado de alarma. ¿ESTADO DE ALARMA? ¿He dicho estado de alarma?

Fíjese, justamente hoy el Tribunal Constitucional ha declarado inconstitucional que durante el primer estado de alarma se confinara a la población. O sea, cuando a usted y a mí, a la tía Rosa y al tío Miquel, nos impidieron salir a la calle si no era para comprar o para pasear el perro. Lo más apasionante es que hoy es 14 de julio del 2021 y estamos hablando de una decisión aplicada el 14 de marzo... ¡¡¡DEL 2020!!! Vaya por Dios, la prisa que tienen con según qué y la pachorra que demuestran con otros qué. Y no precisamente menores. Si se descuidan lo resuelven dentro de tres pandemias y ya de cara a la noche, que no hace tanto calor. ¿Y ahora qué? ¿Pondrán en marcha una máquina del tiempo, volveremos dieciséis meses atrás y podremos salir todos (y todas) de casa sin descanso? ¿Es possible que todo sea todavía más absurdo?

De la misma manera que no entiendo eso de haber cerrado a toda verlocidad el llamado "ocio nocturno". No lo entiendo siguiendo sus argumentos, claro. Nos dijeron que lo abrían para evitar los botellones al aire libre porque era mejor el control en espacios cerrados, que, a la vez, eran los lugares donde era más fácil contagiarse. A los cinco minutos se dieron cuenta de que el virus salía en persona a la pista a bailar, adiós discotecas y, por lo tanto, nuevamente festival de botellones, que era donde se contagiaba todo el mundo descontroladamente y por eso abrieron el ocio nocturno. El pez está ya harto de morderse la cola.

Hace cuatro días nos dijeron que fuera mascarilla en espacios abiertos porque realmente no servía para nada. Y que nos habían obligado a llevarla durante muchos meses por un efecto psicológico. Tras más de un año martirizándonos con que mascarilla siempre, nos quedó la misma cara que cuando aquello de hacernos comprar la fruta con guantes y desinfectar los rollos de papel de WC. ¿Respuesta de la gente? La mayoría optó por dejársela puesta mientras veían las gradas de los partidos de la Eurocopa de fútbol como si estuviéramos en verano del 2019 y recordábamos que no hace mucho nos decían cuántas vacunas llegarían cada semana y que este dato ha desaparecido de nuestra vida.

Todo ello munición para los negacionistas que para extender sus mierdas sólo tienen que esperar sentados la desinformación existente. El último delirio que tienen es que cada vez hay más muertos y más enfermedades derivadas de la vacuna, cuando precisamente en el momento de la variante más contagiosa es cuando hay menos muertos gracias a la vacuna y la COVID persistente la causa el virus y no las vacunas que lo combaten. ¡Drogas no!

Y aquel argumento de la clase de los poco espabilados de P3 según el cual se niegan a vacunarse invocando sus derechos. Incluido personal médico y de residencias. Bien, pues aparte de esta nula solidaridad hacia los demás, que entiendo que también debemos tener derechos, incluido el de no ser contagiado por un irresponsable, los hospitales están llenos de negacionistas que son atendidos con dinero público. En nombre de los derechos de todos nosotros, que sí nos hemos vacunado y quizás también tenemos derechos, ahora deberíamos dejarlos en la calle sin atención médica, ¿no? Porque usted y yo podríamos invocar nuestro derecho a no pagar su sectarismo, ¿verdad? Ojo, que están en su derecho de no vacunarse o lanzarse por el Everest abajo, pero que asuman los deberes derivados de sus decisiones. Pero eso quien no lo entiende son ellos. Ni ellas.