Hoy es jornada de reflexión y, naturalmente, hay que respetarla. Por lo tanto, hoy no le hablaré de lo que usted ya sabe, sino de un sentimiento universal: el miedo.

Miedo: 1 Sensación de angustia provocada por la presencia de algún peligro real o imaginario. 2 Sentimiento de desconfianza que hace creer que pasará algo contrario a lo que se desea.

Por lo tanto, el miedo tiene una base cierta, pero también tiene una gran parte de autosugestión. ¿Entrar en un cementerio de noche es peligroso? Bueno, si los nichos están en mal estado y hay riesgo de hundimiento justo por donde tenemos que pasar nosotros, pues sí, mucho. O si una corona de flores situada en el sexto piso de nichos está mal sujetaday te puede caer a la cabeza, pues también. Y si hay lápidas situadas en el suelo que están mal cerradas y, caminando por allí, puedes acabar cayendo dentro del agujero desde una cierta altura, pues no hay que tener miedo, no, hace falta tener un gran terror y huir.

Pero cuando entramos de noche en un cementerio no pensamos en estos riesgos. Nuestro miedo no viene por aquí. Tenemos miedo, sí, pero por todo lo que hemos visto en las películas, hemos leído en las novelas y hemos oído en los famosos cuentos al lado del fuego. O sea, tenemos miedo por cosas no reales, imaginarias.

El miedo que nos tiene patitiesos sospechando del más mínimo ruido nos lo hemos creado nosotros y somos nosotros mismos quienes nos impedimos disfrutar de un relajado paseo por un lugar tranquilo, silencioso y sin gente conduciendo todo tipo de artilugios rodados (a tracción animal o a motor) que te pasan rozando. Y somos nosotros y solo nosotros los que generamos la situación que nos provoca sudor frío y que el corazón nos vaya a 400.

Pues bien, la mayoría de cementerios por donde paseamos con miedo a lo largo de nuestra vida nos los creamos nosotros mismos. El miedo no tiene ningún fundamento, pero nosotros producimos un miedo artificial basado en suposiciones, especulaciones, rumores y el mítico "esquemehandichoque". Un miedo que alguien crea para atemorizarnos y que, justamente, solo tiene este objetivo. Por lo tanto, solo con no tener miedo, queda desactivado y sin efecto.

Este domingo es el día de ir al cementerio, dejar el miedo en la puerta, bien aparcado, porque somos un pueblo cívico y para adentro. Y si alguien sufre por los espíritus y le tiene que servir para algo, que se lleve amuletos, ajos, o una espada láser. Tanto da. Y una vez dentro, normalidad, observar el paisaje, oír el canto de los pájaros, apreciar como el aire crea música con las ramas y las hojas de los árboles, pasear recordando a familiares y amigos que ya no están y que seguro que en este momento estarían paseando con nosotros... Y pim-pam.

Como ha dicho estos días Josep Maria Terricabras: cuando uno va solo de noche por la oscuridad del bosque, puede tener miedo. Si van 10, ya no hay tanto miedo. Si van cien, seguramente están haciendo una fiesta. Pero si van miles, quien debe tener miedo es el bosque. Y eso también vale para los cementerios. Y para toda clase de lugares. También escuelas, centros de asistencia primaria y otros edificios por el estilo.

Y mañana ya volveremos a hablar de lo que usted ya sabe.