Nueva palabra para el vocabulario nuestro de cada día. Se ha hecho viral esta semana y es, apunte: "ecoansiedad" y sirve para definir la manera como muchas personas, parece que principalmente jóvenes, afrontan el cambio climático, un concepto que aparte de ser un cambio también puede ser una crisis o una emergencia. Porque al final lo que importa es encontrar la palabra que etiquete la cosa.

El ejemplo es de otras veces pero es que la sociedad del me gusta donde "por un "like yo ma-to" hizo un cambio radical cuando alguien creó la palabra "selfie". No sólo pudimos definir una práctica sino que cambiamos la manera de relacionarnos con el mundo. Se acabó para siempre eso de hacer fotos de monumentos, porque nosotros pasamos a ser los monumentos. Ahora cuando vas a Sant Miquel del Fai el protagonista no es la cascada sino tú depositado allí en medio. El lugar es la excusa para mostrar en el mundo que tú has ido allí. Porque pensamos que los importantes somos nosotros y no los sitios donde vamos. La noticia es el individuo, el mundo es el escenario donde lucirse y creemos que el resto de la humanidad opina lo mismo, olvidando que están tan pendientes de sus propios selfies que no tienen tiempo para nosotros. Y si hace falta, matándose. Desde el 2008, oficialmente han muerto 378 personas haciéndose una selfie. La media de edad es de veinticuatro años y un poquito más de un tercio eran turistas. Y estoy convencido de que una parte de todos estos estarían encantados de que se publicara en las redes la foto de su cadáver y tener muchas visitas. Pero, vamos a lo que íbamos.

Tenemos la palabra y ya tenemos definida una nueva enfermedad. O estado de ánimo. O malestar. O consecuencia. O sensación. O presión. O concienciación. O el invento del momento para ser protagonista. O lo que cada uno piense de la cosa. Porque ni todo el mundo está a favor ni todo el mundo lo ve tan positivamente como lo ven los que se definen así. Paralelamente ya han aparecido los antiecoansiedad, que todavía no tienen nombre pero defienden que estamos ante otro fenómeno provocado por una sociedad adolescente que crea gente aburrida con necesidad ser diferente al resto a base de llamar la atención. Si me pregunta la opinión de dónde se encuentra un servidor le diré que 1/ Todo el mundo tiene que poder ser libre para sentir y expresar lo que crea conveniente y si alguien se siente ecoansioso, adelante y 2/ Cuando alguien toma una causa considerada "justa" y se la hace suya gana el gran poder de ser inmune a las críticas contra su persona, aunque se manifieste como un friqui, porque lo protege el paraguas del bien superior de la causa.

La clave es, insisto, la palabra. Pero, por encima de todo, lo importante es el contexto. Y aquí llego a "Semen Cardona". Todos los guionistas con bigote, siempre tan divertidos, están desolados porque su infinito ingenio se ha visto desbordado por la historia del obispo que se vas tras aparejarse con una señora que estaría esperando gemelos y que ahora va y ficha por una compañía con un nombre como este. Es imposible superarlo. Si quería que el nombre hiciera la cosa, mire que la empresa tenía nombres para ponerse. No lo sé... Cardosem, Semdona, SemCar y un montón de combinaciones más. Y decidió precisamente este. ¿Pensando que algún día tendría un obispo presunto padre de gemelos en nómina? No, le pusieron Semen Cardona porque pensaron que era el nombre perfecto en su sector. ¿Tratan con semen? Sí, de cerdo. ¿Son de Cardona? Sí. Pues no me diga más, adelante con el "naming", que es otra palabra de nuestro nuevo vocabulario, como también lo es "evento".

Total, que personis con ecoangustia irán a hacerse selfies en el próximo evento de Semen Cardona donde se decidirá el naming con el que a partir de ahora calificaremos al obispo en excedencia. Porque "obispo en excedencia" es un concepto que provoca conferenciaepiscopaltarraconensensiedad.