Mujerzuela: prostituta, ramera. Según el diccionario de la Real Academia la definición de "mujerzuela" es "Mujer perdida, de mala vida".

Y ahora usted se estará preguntando "¿A qué viene esto de la mujerzuela?". Bien, sería mejor preguntarselo al señor Rafael Hernando, que trabaja de senador del PP por Almería y ejerce de Secretario Tercero de la Mesa de la Cámara Alta española y es el autor de este tuit:

Hernando

La puta, que además es infame, es la señora Corinna Larsen, conocida a los medios del régimen como "la examiga" del Rey Emérito I. La frase es de aquellas que cuando la ves, lo primero que te viene a la cabeza es "este personaje pone a mi disposición tanto material en tan poco espacio de tiempo que yo ahora mismo tengo graves problemas para decidir por donde empiezo a destrozar-le". Pero al cabo de unas décimas de segundo concluyes que la vida es lo bastante corta como para no perder ni un solo segundo con trozos de carne con ojos. Ahora bien, el acto y el contenido es otra cuestión. Sobre todo por lo que explica sobre los Hernandos que circulan por el mundo y sin bozal.

De entrada que un senador y miembro de la Mesa de la institución vaya por el mundo llamándole puta a una señora en público y no suceda nada explica perfectamente en que se ha convertido el Senado español en particular y las instituciones del Estado en general. Empiezas prostituyendo el poder judicial y acabas diciéndole prostitutas a las ex amantes de tu rey. Memorable.

Pero lo que ya es de un patetismo constitucional que provoca arcaditas de vergüenza ajena es que para hacer de alfombra sumisa que pretende quedar bien, le digas al rey que es un putero. Claro, porque si ella es una puta, ¿qué es quien usa sus servicios? ¡Ciertamente glorioso! Y después viene el argumento general: la "infame" intentó hacer chantaje al Rey, pero ni él ni la Casa Real aceptaron tapar nada. Bien, si no quisieron tapar nada, quiere decir que había alguna cosa que tapar, ¿no? Hablemos de ello. ¿Qué tenían que tapar? Ah calla, quizás se refiere a los 64 millones de euros que la señora Larsen cobró del Rey. El señor Hernando debe considerar normal que el Rey vaya por el mundo regalando esta cantidad de dinero alegremente. Y seguramente no le preocupa nada saber de dónde ha salido ni por qué el Rey obtuvo unos millones que a los que trabajamos nos cuesta un poquito reunir. Ni tampoco le inquieta que en vez de venir a España, los 64 millones fueran a parar a un paraíso fiscal.

Otra cuestión importante es el concepto "que calle" que se desprende de todo. Lo que el señor Hernando dice, implícitamente, es que lo que tiene que hacer ella es enmudecer y desaparecer. El rey puede ir con putas (según calificativo del señor Hernando, insisto) porque es hombre y es rey. Y no es censurable moralmente. Y las putas cobran y callan. Y cuando les exigen que devuelvan el dinero que han recibido por su trabajo (según afirma el señor Hernando) resulta que hacen un chantaje inaceptable. Interesante.

Y, finalmente, el simpático detalle consistente en que para defender a un hombre, como el otro 50% de la historia es una mujer, ella directamente pasa a ser una ramera. La podría haber insultado llamándole "aprovechada", "ladrona" o "delincuente". Pero no, le llama puta. Estamos acabando el primer cuarto del siglo XXI y todavía estamos instalados en la cubata de Barón Dandy servido en vaso de tubo y bebido por un individuo que muerde un palillo, lleva larga la uña del dedo pequeño de la mano y cuando se agacha se le ve la ranura del culo. Vaya, lo que vendría a ser un Rafael Hernando cualquiera.