La realidad no ayuda porque, por culpa de los que no se vacunan -algunos porque no quieren y en muchos países porque no pueden ya que no tienen dosis- el virus de la COVID continúa vivo, muta, aprende a mejorar su efectividad y acaba provocando una bajada en la inmunidad de las vacunas. Y eso permite a los antivacunas manipular la realidad y continuar con su proselitismo cuñado de papel de plata en la cabeza. Es la vacuna que se muerde la aguja.

Ahora iremos a los antivacunas radicales y a su permanente manipulación, pero nos quedamos un momento en "los que no se vacunan". Vimos como mucha gente que, por motivos diversos nivel "el perro se me ha comido los deberes", había decidir que nada de pincharse y que cuando hizo falta el pasaporte COVID para ir a restaurantes y gimnasios o para viajar, corrieron a chutarse las dosis como Casado se inyecta los cafés con "cosas". Ahora, según ha explicado hoy Jaume Padrós presidente del Colegio Oficial de Médicos, la moda es saturar los CAP y las urgencias para hacerse una prueba de antígenos que te permita ir a cenar o de fiesta. ¡SEN-SA-CI-O-NAL! Todo irá bien y saldremos mejores, sí. O más.

Pero volvamos a los antivacunas que siguen intentando intoxicar y desinformar a la opinión pública, cosa en la cual reciben la inestimable ayuda de algunas decisiones políticas que cuestan de entender. Una de las manipulaciones que ha tenido más éxito últimamente ha sido un vídeo de un tal Robert Malone y que ha circulado muchísimo. Allí este personaje se autocalifica como creador de la tecnología de las vacunas de RNA y afirma que los niños, una vez vacunados, empiezan a producir una proteína tóxica. Bien, ¿Pero estas dos cosas son ciertas? Los periodistas de Catalunya Radio Núria Peraire y Carlos Baraibar han investigado , por ejemplo: 1/ El tal Malone hizo aportaciones relevantes durante los años 80 para desarrollar la tecnología RNA, sí, pero como las han hecho miles de investigadores de todo el mundo antes y después de él, 2/ El tal Malone considera que no se le ha reconocido su trabajo y por eso hace años que se dedica a desprestigiar a la comunidad científica, 3/ El año pasado se contagió de COVID y se vacunó, 4/ Las dudas que él plantea sobre las vacunas RNA no están sustentadas sobre ninguna base científica y 5/ Sobre si las vacunas provocan pericarditis y miocarditis a los niños, tal como asegura el tal Malone, se sabe que se han registrado ocho casos de miocarditis entre niños de 5 a 12 años, sí, pero entre los siete millones cien mil de dosis pinchadas. Y cinco de estos ocho pacientes están totalmente recuperados.

Conclusión, cuanto más acceso tenemos a toda la información y de manera más rápida sencilla y cómoda, más pereza nos da buscar si es cierto lo que recibimos por whatsapp. Y es muy interesante comprobar cómo nos creemos mucho más una cosa que no sabemos ni de dónde sale y por boca de quién no conocemos de nada que noticias contrastadas publicadas en medios "serios" y que son afirmaciones de científicos solventes. Sí, sí, parte de la culpa es de este periodismo que ha ido perdiendo credibilidad por sus grandes errores, pero también que hemos aprendido a desconfiar de las fuentes oficiales y, sobre todo, de las ganas de mucha gente de confirmar lo que ya cree previamente. Desgraciadamente vivimos en una época donde es más sexi creerse una noticia falsa que aceptar la verdad. Y las "fuentes alternativas" ayudan mucho.