Empecemos por el final. A la ex presidenta del Parlament, Núria de Gispert, le han retirado la Cruz de Sant Jordi que le había sido concedida la semana pasada como reconocimiento a su trabajo al frente de la institución.

Sigamos por el medio. Núria de Gispert tiene una cuenta en twitter desde el cual en los últimos tiempos manifiesta unas opiniones que a más de uno (y de una) le han hecho exclamar: "esta señora ha hecho el camino inverso y ha pasado de Unió Democràtica a la CUP".

Vayamos al inicio. El reconocimiento concebido pero finalmente nonato, como ya ha quedado dicho, es por su trayectoria como presidenta del Parlament. O sea, la Creu de Sant Jordi no se la dan para ser tuitera. No se le dan por eso, pero si que se la le quitan por eso.

Vamos al presente. El tuit que desata el torquemadismo constitucional es este:

De Gispert

El tuit posteriormente fue borrado y su autora pidió perdón por su contenido.

Y acabamos yendo a la cuestión: ¿se le debe retirar la Creu de sant Jordi a Núria de Gispert? Pues mi respuesta en versión corta es NO. Un poquito más desarrollada es: NO, por comparación. Y ya desarrollada del todo es: NO, por comparación con otras personas que dicen cosas mucho más ofensivas que la que dijo de Gispert. Ojo, que sí, que es ofensiva, impresentable, intolerable, un error y bla, bla bla, pero vamos al concepto "por comparación".

Aquí ya es normal levantarse por la mañana y oír como cualquier espabilao (o espabilada) ya ha dicho o ha escrito que Catalunya es como la Alemania de los años 30. Y se añade que aquí a la gente se la marca como se marcaba a los judíos. Y se quedan tan anchos. O tan anchas. Claro, si empiezas diciéndole a la gente que son como los nazis que asesinaron a unos 11 millones de personas en los campos de concentración, es normal que alguien acabe diciéndole a otro que es un cerdo. Y lo siguiente será exclamar "caca, culo, pis y pedo". Normal

Con eso quiero decir que aquí se están diciendo unas animaladas de la magnitud del ego de algunos periodistas enrollados. Insisto, barbaridades como la de comparar a la sociedad catalana con la sociedad que incubó, sustentó, amparó y protegió el nazismo, una de las salvajadas y atrocidades más crueles de nuestra historia. Y no pasa nada. Ah, y encima quien lo dice, tiene el santo morro de hacerse el ofendido por cualquier nimiedad.

Y con eso quiero decir, también, que según quien puede decir según qué y no pasa nada. Estamos instalados en una superioridad moral del insulto, que desconozco quién la otorga, pero que permite a algunos convertir su discurso en una sucesión de insultos y de mentiras donde frases de 6 palabras se convierten en frases con 8 mentiras.

Llamarle cerdo a alguien es muy feo. Pero por lo que vemos, es mucho más grave e inhabilitante socialmente que decirle a la sociedad catalana que es una sociedad nazi y totalitaria.

Por comparación.