"La Fundación Amancio Ortega ha dado 280 millones de euros para que el Sistema Nacional de Salud compre diez equipos de protonterapia, los tratamientos ahora mismo más avanzados para combatir el cáncer, y que repartirá entre siete comunidades autónomas". Hasta aquí la noticia de hoy mismo. A partir de este momento, la cosa ya no va ni de tratamientos ni de fundaciones sino de evasión fiscal y de filantropía generosa. Ah, y de política, porque los opinadores y usuarios de las redes de derechas (incluidas las extremas) se manifiestan muy a favor de un gesto que consideran lleno de solidaridad y los de izquierdas lo critican mucho porque Ortega, propietario del monstruo Inditex (Zara), paga muchos de sus impuestos fuera de España a través de empresas offshore. Otras divisiones posibles de pensamiento a favor y en contra son los que odian a los ricos por el hecho de serlo y por justo lo contrario y los medios a los cuales Inditex les pone publicidad y los que no y lo pueden criticar y lo hacen precisamente por no ponerles publicidad. Por cierto, estamos hablando de una fortuna que, según la revista Forbes -especializada en el tema- es de sesenta y cuatro mil setecientos sesenta y nueve millones de euros (64.769.000.000), que ya son millones. Tantos que eso no es un imperio sino unos cuantos.

Primer debate: el uso político y mediático del gesto. Por parte del señor Zara y de otros que pasaban por allí. Entre estos últimos, Pedro Sánchez. Después de la firma de la donación, el Presidente ha tuiteado: "La protonterapia es un tratamiento al alza que resulta clave para la curación de muchos tipos de cáncer. Hoy firmamos un convenio que nos permitirá incorporarlo al Sistema Nacional de Salud. El refuerzo del Estado del Bienestar tiene que ser un objetivo para toda la sociedad". Es decir, la medalla se la pone él y ni siquiera cita al que paga la fiesta. Pero, en definitiva, como acepta el dinero y lo hace saliendo en la foto, está bendiciendo la manera -más o menos ética según quien opine- que el señor Ortega tiene de ajustar las cuentas con la Hacienda española. Pero detengámonos aquí, en las cuentas. ¿De qué estamos hablando?

Como servidor de usted no tiene acceso a la declaración de la renta del señor Ortega y desconoce cuántas empresas tiene fuera de España y donde las tiene, me fiaré de lo que ha publicado la prensa. La empresa Inditex pagó de los años 2015 al 2020 8.171 de euros en impuestos y el año pasado fueron 4.689 millones, por todo el mundo, un 25,6% de los cuales (1.200) los ingresó a la Hacienda española. Pero la madre de los huevos de la cosa se llama Pontegadea Inversiones, la sociedad patrimonial a través de la cual gestiona tanto su participación personal en Inditex como su negocio inmobiliario, que no es menor. Por esta parte, el año 2020 pagó en total mil ciento sesenta y ocho millones, una tercera parte de los cuales en España. Según El Economista estamos hablando de trescientos noventa y dos millones de euros. Lo que nos falta saber es cuántos ganó en total, cifra que no se aporta. Y sería interesante para saber qué porcentaje paga y, de esta manera, sabríamos en qué formato fiscal lo hace. Pero sus negocios transnacionales hacen que también pague en los Países Bajos, con muchas ventajas fiscales, donde declaró un beneficio de trescientos veintiocho millones por los que pagó ciento veintisiete. También abonó 58 millones en Suiza, 45 en los EE.UU., 43 en México, 40 en Francia, 30 en el Reino Unido o 23 en Italia. En este caso tampoco sabemos cuánto dinero se ahorró gracias a no tributar el 100% en España ni qué porcentaje de los ingresos totales significan estas cantidades.

Si sabemos, en cambio, que para pagar menos impuestos por la comprar de un yate de 95 millones, Ortega montó tres sociedades en Malta que, según un portavoz de su empresa, no tuvo una motivación fiscal sino "de privacidad". Y esto nos permite entrar en el segundo debate, que es el que enciende las pasiones: ¿Comprar máquinas que tratan el cáncer a través de su fundación es filantropía y ganas de colaborar con la sociedad o una manera añadida de tener exenciones fiscales? ¿Si es eso segundo, da igual porque lo que interesa es tener las máquinas o es moralmente condenable?

Pues mire, seré rarito, pero si tengo que escoger, prefiero que todo el mundo pague los impuestos que le tocan sin buscar atajos para pagar menos, por muy legales que sean. Que pague lo que toca y después la sanidad pública ya distribuirá el dinero como crea conveniente. Sí, ya sé que quizás ahora usted me dirá: "Todos los políticos son unos ladrones y se meterán el dinero en el bolsillo". Muy bien, suponiendo que eso fuera así, ¿entonces qué? ¿Hacemos todos (y todis) lo mismo y en vez de pagar los impuestos que nos tocan vamos comprando cosas siguiendo nuestro criterio y dentro de nuestras posibilidades? Porque no dudo que las máquinas salvarán muchas vidas, pero quizás estos 280 millones ayudan más a la lucha contra el cáncer y salvan más vidas invertidos en otro lugar. Y sin necesidad de salir en la prensa como un benefactor.